Corrupción, estafa, conflicto de interés, abuso de poder. Estas son algunos de los calificativos que mejor definen la hoja de ruta de Donald Trump, que, además, se suman a una agenda ultraderechista de corte supremacista plutocrático.
En los últimos días, Trump ha priorizado su negocio de criptomonedas por encima de la reducción de costes para el pueblo estadounidense. Tras la presión de la Casa Blanca para una legislación más laxa sobre las stablecoins, Trump lanzó esta semana otra incursión en los pagos digitales con una nueva criptomoneda de este tipo. Pero no se detuvo ahí: el presidente que aspira a ser un dictador también anunció otra incursión en el mundo de las criptomonedas, con un acuerdo con la multinacional Crypto.com para lanzar una serie de fondos cotizados en bolsa.
Estas medidas sólo benefician a Donald Trump y, por supuesto, no reduce la exposición a las subidas de los precios que ya está asolando a las clases medias y trabajadoras de los Estados Unidos.
En medio de una crisis en su administración, los anuncios sobre nuevos negocios de Trump no deben verse como un hecho aislado. A principios de este año, el Congreso reveló detalles contundentes: los ataques de la administración Trump contra la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB) abren la puerta para que Trump y sus socios ricos se beneficien con comisiones millonarias, comisiones que, irónicamente, estaban destinadas a reembolsarse a los estadounidenses que fueron víctimas de la codicia corporativa de la gran banca.
Rohit Chopra era el director de la CFPB antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Durante su gestión se aprobó una nueva norma que extiende su supervisión a las entidades no bancarias que ofrecen aplicaciones de pago digital. Esta norma permite vigilar de cerca a grandes empresas como Apple, Google, PayPal y Venmo.
Además, a principios de enero, la CFPB abrió un período de consultas para una norma propuesta que busca implementar la Ley de Transferencia Electrónica de Fondos, diseñada para proteger a los consumidores frente a errores y fraudes en los sistemas de pago digital. Esta protección se extiende a las criptomonedas y monedas estables.
Por otro lado, la empresa de redes sociales de Trump, Trump Media & Technology Group, podría beneficiarse de un alivio regulatorio tras su incursión en el ámbito de los pagos digitales, lo mismo que alguna de las empresas de Elon Musk.
La realidad es simple. Los negocios de Trump siguen avanzando en paralelo a sus prioridades de gobierno: un abuso de poder flagrante y criminal, todo para enriquecerse a sí mismo y a sus socios. Esto es corrupción. Mientras tanto, los ciudadanos de clase media y trabajadora se ven obligados a pedir ayuda para reducir el coste de los productos básicos y mejorar sus vidas. Trump se ha propuesto desmantelar las protecciones al consumidor que devuelven el dinero a los bolsillos de los estadounidenses tras ser víctimas de los abusos de las grandes corporaciones, ha respaldado un plan fiscal que desmantela la atención médica de decenas de millones de personas y, a día de hoy, no tiene ningún plan para reducir acabar con la carestía de la vida provocada por sus decisiones. Eso sí, él sigue ganando miles de millones de dólares.