El feminismo llega destrozado al 8M por culpa de las falsas políticas del Ministerio de Igualdad

07 de Marzo de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Mani 8M 07

Hoy es 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, y en España, como no puede ser de otra manera, se celebra con una división absoluta. Por un lado, están quienes están en contra de que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres y pretenden mantener la sociedad patriarcal. En segundo término, se encuentran las feministas que llevan luchando por la igualdad real durante toda la vida, buscando romper, desde el feminismo verdadero, con el patriarcalismo.

Finalmente, está la secta queer, que en España está liderada por la ministra de Igualdad y su cohorte de radicales. Ser queer es contrario al feminismo y, en consecuencia, las políticas lideradas por Irene Montero están planteadas desde un punto de vista de falsa transversalidad que han destrozado la lucha de las mujeres por la igualdad y va a hacer perder muchos derechos para dárselos a otros colectivos que nada tienen que ver con el feminismo.

El principal objeto de división lleva gestándose desde hace varios años tras la publicación del primer borrador de la Ley Trans, una ley que afecta claramente a las mujeres, porque las borra del mapa, para dar derechos a un colectivo, a los que tienen derecho, pero sin destrozar las conquistas de las mujeres.

Hoy, nuevamente, el feminismo se manifestará dividido y la única responsable de esto es Irene Montero. La Ley Trans ha eliminado la categoría jurídica de «sexo» cambiándola por el «género» en su concepto de entelequia absoluta del auto percibimiento y del sentimiento. Esto es, cuanto menos, absurdo, porque los sentimientos cambian a lo largo de la vida de las personas.

Este es uno de los grandes errores de esta ley: introducir lo subjetivo como hecho jurídico, cuando no es así. Además, la eliminación del sexo supone el absoluto borrado de la capacidad jurídica de la mujer. Esto, las feministas que llevan luchando años por la igualdad real, no lo aceptan. Y es lógico.

Este «género sentido» que ha impuesto Irene Montero con la Ley Trans va a provocar serios problemas en sectores como el deporte femenino, como ya se está viendo con las nadadoras en Estados Unidos, o en los espacios seguros para las mujeres como, por ejemplo, vestuarios, aseos públicos o gimnasios.

La mordaza

Por otro lado, se ha dado la paradoja de que las leyes polémicas leyes de Irene Montero han generado una especie de «ley mordaza» por la cual cualquier crítica o discrepancia con lo aprobado por el Ministerio de Igualdad se convierte en transfobia o lgtifobia. Eso es lo que se está aplicando con las mujeres y los hombres que siguen defendiendo el feminismo de la igualdad real, la lucha por la igualdad efectiva de sexo.

Hay que recordar, incluso, cómo las partidarias de la Ley Trans llegaron a amenazar de muerte a Carmen Calvo cuando aún era vicepresidenta del Gobierno y se opuso a esta ley. Todo un ejemplo de respeto a la libertad de expresión y a los valores democráticos.

Lo más desalmado que ha provocado este Ministerio de Igualdad es que ha roto la unidad de las mujeres por defender sus derechos por imponer una ley que nada tiene que ver con el feminismo. Las personas trans tienen la obligación de defender el reconocimiento de sus derechos, faltaría más. Sin embargo, no se pueden generar nuevos derechos pisoteando las conquistas de las mujeres a lo largo de los años.

Queer, una teoría misógina

La fragmentación de la revolución de las mujeres por la igualdad real no es nada nuevo. El feminismo ya venía dividido. Sin embargo, se trataba de reflexiones diferenciales que se basaban en matices raciales, religiosos o de clase pero que no olvidaban que el objetivo final de la lucha era la consecución de la igualdad real de género.

El problema está en que la actual ministra de Igualdad, demostrando una ignorancia al intentar colocar como piedra angular de su Ministerio una teoría absolutamente misógina: la teoría queer. Esto ha provocado una guerra en el feminismo en el peor momento posible, sobre todo cuando los defensores del mantenimiento del patriarcado llevan un año entero criminalizando al movimiento de las mujeres por la igualdad real, algo que da pie, por ejemplo, a que haya una banquera que se declare feminista porque cree en la igualdad de oportunidades y porque es bueno para el negocio.

La teoría queer parte de una base en la que roba elementos del feminismo para defender esa añagaza que es la autodeterminación de género. Por un lado, se oculta un mensaje absolutamente misógino cuando cuestiona la heterosexualidad obligatoria, algo que ya en el año 1980 fue planteado por uno de los referentes del feminismo, Adrienne Rich.

Además, el planteamiento queer, para defender sus postulados, se basa en un cuestionamiento de la ciencia, al señalarse aspectos como que la teoría queer intenta dar voz a las identidades de género que han sido calladas por el androcentrismo, la homofobia, el racismo y el clasismo de la ciencia. Estos planteamientos hacen comprender el intento de Irene Montero y su equipo de deshacerse de la medicina en la Ley Trans. Para defender esta aberración echan mano del término patologización para ver ese desprecio a todo lo científico para imponer sus postulados, como hacía la Inquisición en la Edad Media.

La teoría queer defendida e impuesta por el actual Ministerio de Igualdad ignora los avances previos del feminismo y expolia planteamientos de referentes como Angela Davis o Adrienne Rich. Sin embargo, lo preocupante es que se pretende colocar una pátina de buenismo sobre lo que de verdad representan: una idea patriarcal identitaria. Las feministas, desde que lleva Irene Montero al frente de su ministerio, han denunciado en diferentes foros que el objetivo es borrar a las mujeres, y lo han hecho en los dos proyectos estrella del Ministerio de Igualdad: la Ley de Libertad Sexual y la Ley Trans.

Estas dos leyen demuestran los verdaderos objetivos de la teoría queer, todo ello, eso sí, envuelto en un discurso antifeminista camuflado en una cháchara que pretende dar la idea de transgresión y revolución. Tal y como hemos denunciado en Diario16, las políticas que quiere imponer el actual Ministerio de Igualdad, intentando colarlo desde el feminismo, lo que realmente pretende es destruirlo porque pone en cuestión la esencia principal de la revolución de las mujeres por la igualdad real.

Una de las fundadoras de la teoría queer, Judith Butler, afirma en sus escritos que el hecho de ser mujer o ser niña es solo un acto performativo. Es verdaderamente sorprendente que se pretenda utilizar al feminismo cuando afirma que, a partir de la repetición de las conductas adjudicadas a cada sexo, el género se inscribe en el cuerpo. Esta autora borra de un plumazo todos los logros del feminismo porque afirma la única salida a las trampas del género está en ser queer.

Niega, además, la existencia de la revolución feminista al defender la abolición del género y no su multiplicación. La teoría queer niega la opresión histórica de las mujeres por el sistema patriarcal puesto que plantea un silogismo muy peligroso: si parece opresivo «ser mujer», la solución está en cambiar de rol y, de este modo, se abandona de la opresión del género originada por tu sexo, por haber nacido mujer, porque se transmuta hacia el rol varón y, de este modo, se pasa de oprimida a opresor. Ni David Copperfield lograría algo así.

El problema de las políticas del actual Ministerio de Igualdad es que parten de planteamientos reaccionarios que tienen consecuencias nefastas para las mujeres que, en teoría, afirman defender. La teoría queer trata de destruir al sujeto mujer y afirma abiertamente que «al destruir el binarismo se extingue coyunturalmente a la mujer como sujeto».

Si uno lee atentamente los manuales y las proclamas, se da cuenta de que la teoría queer esconde, en realidad, un idealismo conservador, liberal, misógino y antifeminista. Y esto, como buen Caballo de Troya, se hace a través de una mujer que se declara abiertamente feminista.

Sánchez pagará su error más grande

El mayor error cometido por Pedro Sánchez fue colocar el Ministerio de Igualdad dentro de la negociación con Unidas Podemos, porque esas políticas jamás debieron caer en manos de quien defiende una teoría enemiga del feminismo y que comparte con la derecha y los ultras el objetivo de eliminar los avances de las mujeres a la hora de lograr la igualdad real.

Estas son las consecuencias de dejar en manos de quienes no tienen ideología, pero sí muchas ideas, decisiones que son tan importantes y con tanta repercusión como las relacionadas con las políticas de género.

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