El feminismo, la defensa de los derechos de la mujer y la igualdad real son algunos de los elementos fundamentales del ADN del Partido Socialista Obrero Español. Sin embargo, tras la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General, la ideología del partido se ha mimetizado totalmente con los intereses personales del actual presidente del Gobierno. Nada importa hasta que empieza a importar porque a Pedro Sánchez le interese.
Tras su cese en el famoso Comité Federal del 1 de octubre de 2016, Sánchez retornó como si fuese el líder de la resistencia francesa, el hombre que lideró una supuesta rebelión de la militancia contra el aparato. Eso sí, en el 39 Congreso se encargó de blindarse a través de una reforma de estatutos y reglamentos en los que eliminó de facto cualquier tipo de oposición interna. Luego llegó el 40 Congreso de Valencia, el de las paellas, los chiringuitos, los DJ poniendo a C Tangana a todo meter y, sobre todo, el de la renuncia al socialismo para abrazar esa cosa que llaman socialdemocracia.
Los militantes del PSOE, con las modificaciones estatutarias y reglamentarias de Pedro Sánchez, no tienen libertad de expresión porque se enfrentan a ser expulsados si se oponen públicamente a las estrategias tanto del secretario general, del gobierno o del partido. No hay más que recordar las purgas estalinistas que infligió Sánchez durante su primera etapa en la Secretaría General (2014-2016).
Desde que Pedro Sánchez alcanzó la Presidencia del Gobierno, el PSOE se ha convertido en el brazo pasivo de los intereses del Ejecutivo. Por supuesto, no se admiten críticas sino una sumisión absoluta a lo que se apruebe en Moncloa. Es decir, la sede de la calle Ferraz se ha transformado en la oficina de representación de la gestión del gobierno, aunque esa gestión vaya en contra del ideario socialista.
Eso es lo que está ocurriendo con la Ley Trans. En el 40 Congreso ya se produjo un acto ruin y perverso contra las feministas socialistas: si querían que se aprobara la abolición de la prostitución, tendrían que tragar con la bochornosa e inconstitucional Ley Trans de Irene Montero y Pedro Sánchez.
La tramitación parlamentaria de esta ley, que pretende eliminar el sexo (algo tangible) para enardecer el género (algo que se encuentra en el «mundo de las ideas») y borrar a las mujeres, además de la imposición del ideario «queer», está provocando una verdadera rebelión interna en el PSOE, sobre todo por parte de las feministas que siguen luchando por la defensa de los derechos de la mujer.
Cualquiera podría pensar que el PSOE, como partido, se pondría del lado de las reivindicaciones de sus militantes feministas, de las que representan uno de los cimientos del partido. Sin embargo, se han interpuesto los intereses de Pedro Sánchez para que no se produzca una ruptura dentro de la coalición de gobierno y, como era de esperar para quienes conocen bien al secretario general del PSOE, el partido se ha posicionado en base a lo que beneficia a Sánchez.
El Partido Socialista, en sus enmiendas a la Ley Trans de Irene Montero y Pedro Sánchez, ha decidido no enmendar las partes del proyecto que van en contra de las reivindicaciones de las feministas socialistas. Esta es la razón por la que la Asociación Española de Feministas Socialistas (FeMeS) ha emitido un durísimo comunicado que, para las que sean militantes del PSOE, les puede suponer la expulsión del partido según las «normas Sánchez».
En dicho comunicado, FeMeS lamenta el planteamiento de una serie de enmiendas a la Ley Trans que son calificadas como «cosméticas» porque no se aborda «con seriedad el núcleo central de discusión de esta ley». Para FeMeS esta actitud del PSOE puede calificarse de «huida hacia delante por pura cobardía». De igual modo, este colectivo de mujeres socialistas ha calificado de ruin la utilización de la violencia de género «para distraer y evitar abordar los auténticos problemas que tiene esta ley».
Sin embargo, las feministas van más allá y califican estas enmiendas cosméticas como una «burla al movimiento feminista, a los profesionales de la salud y del ámbito jurídico, a las familias ya afectadas por el 'contagio social trans' y, en definitiva, a la inteligencia de este país». Estas mujeres socialistas deberían saber que la única verdad a la que se une Pedro Sánchez es aquella que él considera como suya.
Por otro lado, FeMeS es contundente al denunciar que la Ley Trans de Irene Montero y Pedro Sánchez tiene «claros visos de inconstitucionalidad» porque atenta contra «los derechos de las mujeres y desproteger a la infancia […] que el PSOE no se plantee enmendarla con seriedad y rigor no puede más que calificarse de políticamente irresponsable […] una ley que no atiende al sentido común, que no tiene en cuenta el malestar público y que no atiende las justas reivindicaciones que hoy son objeto de debate es una ley que ley que nace muerta, no puede vencer ni convencer».
Una crítica de esta dureza, según los estatutos sanchistas, conlleva la expulsión del PSOE. Sin embargo, si Pedro Sánchez necesitara dejar a su partido sin feministas, lo hará sin que le tiemble el pulso. No serían las primeras ni serán las últimas.