Uno de los principales enemigos ideológicos de la actual extrema derecha son las políticas de erradicación de la violencia de género o violencia machista. Estos movimientos populistas asimilan cualquier tipo de estrategia para acabar con una de las mayores lacras de la sociedad actual con una cuestión que no sobrepasa las cuestiones ideológicas del progresismo y, además, justifican su oposición, entre otras cosas, en argumentos que defienden la supuesta discriminación hacia los hombres.
Este negacionismo de la violencia machista, ya sea el maltrato o, directamente, los asesinatos en masa de mujeres por parte de sus parejas o exparejas, puede ser interpretado como un modo de legitimación. Los asesinos machistas saben que tienen alguien que les va a defender y, evidentemente, eso genera cierta seguridad a la hora de perpetrar sus crímenes.
Hoy, Día Internacional contra la Violencia contra la Mujer, la extrema derecha de Vox ha vuelto a anunciar un movimiento que legitima ese terrorismo machista. A pesar de que la formación liderada por Santiago Abascal sí estará presente en el minuto de silencio, el grupo parlamentario ha señalado que no participará en el acto institucional para hablar con los medios de comunicación sobre los nombres que, a su juicio, «faltan» en el listado de mujeres asesinadas.
Vox, al igual que toda la extrema derecha mundial, defiende que las leyes contra la violencia de género crean víctimas olvidadas porque sólo contempla a los hombres como agresores.
Este pensamiento legitima, al fin y al cabo, a maltratadores y asesinos, puesto que retiran el foco de las verdaderas víctimas de esta barbarie: las mujeres.
No se trata de una guerra de sexos, o de géneros, se trata de que las propias cifras manifiestan que, a nivel mundial, sólo el 12% de los asesinatos de mujeres a hombres se produce en el ámbito de la pareja, mientras que al contrario, a la realidad que Vox no quiere reconocer, se multiplica por 5 esa cantidad.
El negacionismo de la violencia machista por parte de Vox, que utiliza las tácticas de propaganda en redes sociales implementadas por Steve Bannon, ya ha penetrado en una parte de la sociedad. El problema está en que esta actitud recibe el aplauso de una parte cada vez más grande de la población. Lo que antes era minoritario, ahora es un poco más... y subiendo.
Este discurso no sólo es miserable, sino que está provocando que muchas mujeres víctimas se sientan aún más reticentes a denunciar el maltrato físico o psicológico por miedo a encontrarse con personas en la administración que comulguen con las teorías negacionistas.
Si ya existía miedo a la denuncia entre las víctimas a denunciar antes de la llegada de los de Santiago Abascal a las instituciones; si a las víctimas se las revictimizaba en la administración de Justicia al cuestionar las denuncias; si hay juzgados en los que se deniegan más del 90% de las órdenes de protección, ¿qué no pasará ahora con los ultras negacionistas del terrorismo machista despreciando el respeto hacia las mujeres asesinadas?