Hoy se celebra en la Asamblea de Madrid un acto de homenaje a las víctimas del Holocausto con motivo del Día Oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, organizado por la Comunidad Judía de Madrid. A él asistirá la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
Las víctimas del Holocausto, con el campo de exterminio de Auschwitz como símbolo de la crueldad de la Alemania nazi, siempre tienen que ser honradas y respetadas, sin ningún tipo de paliativo. Sólo determinados sectores relacionados con el neonazismo o la extrema derecha pueden ser tan indignos de negar la existencia del exterminio que las tropas de Adolf Hitler perpetraron en Europa contra judíos, comunistas, socialistas, ciudadanos de los distintos territorios conquistados, gitanos, homosexuales o exiliados españoles. Hay que recordar cómo, en España, ha habido dirigentes del partido Vox, la misma formación con la que el Partido Popular ha llegado a acuerdos de gobierno, que han negado el Holocausto.
Por esa razón, el respeto y el homenaje eterno a las víctimas de uno de los mayores genocidios de la historia no puede entrar en el debate político ni, por supuesto, ser utilizado como arma arrojadiza. Hacerlo es indigno del ser humano.
Sin embargo, el ataque terrorista de Hamás contra Israel ha vuelto a traer a la palestra falsos argumentos sobre el alcance del antisemitismo y se hace una comparación constante con el Holocausto. Hay países, agobiados aún por sus complejos históricos, como es el caso de Alemania o Francia, donde cualquier crítica a Israel ha derivado, incluso, en detenciones o represalias a personas que sólo han criticado el genocidio del siglo XXI: el que Israel está aplicando en Palestina.
Condenar la barbarie de Israel no es antisemitismo ni, por supuesto, complicidad con los terroristas de Hamás. El antisemitismo es otra cosa. Sin embargo, en el actual debate político, donde la polarización ha derivado en el sectarismo más absoluto, se pretende que sea así, que cualquier crítica a Israel sea tratada de antisemita. Incluso, se ha llegado a acusar de ello a Naciones Unidas y a su secretario general por afirmar lo que todo el mundo sabe que es el análisis correcto de la situación en Palestina.
Durante los últimos años, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha transformado en una defensora a ultranza de Israel. Sin matices ni análisis, muchos de los comentarios y declaraciones realizadas por Ayuso podrían ser categorizadas como sionismo radical. Incluso, viajó a Israel hace un año donde llegó a entrevistarse con el presidente Herzog.
Evidentemente, los ataques terroristas de Hamás han exacerbado la posición proisraelí de Isabel Díaz Ayuso y ha utilizado distintos argumentos para justificar la respuesta en Gaza, que ya ha costado cerca de 30.000 vidas, más de la mitad de niños. Ni una sola condena a Israel y muchas acusaciones de complicidad con el terrorismo a quienes sí lo han hecho, incluso aunque hubieran condenado el terrorismo de Hamás.
La semana pasada, la presidenta madrileña viajó a Cracovia, la región de Polonia donde se encuentran algunos de los mayores campos de exterminio nazis, entre los que se encuentra, por supuesto, Auschwitz. Las declaraciones de Ayuso fueron terribles.
En primer lugar, condenó que «tantos promuevan el antisemitismo desde su influencia política y mediática en distintos gobiernos por todo el mundo. De nada sirve compadecerse de los judíos muertos mientras se desprecia a los vivos. Lamento que tantos sean incapaces de comprender el golpe moral y anímico que han supuesto, después de una historia de diáspora, expulsiones y persecuciones, de muerte hasta el exterminio».
Por otro lado, Ayuso utilizó los mismos argumentos de los diferentes gobiernos de Israel para justificar el genocidio que aplican contra el pueblo palestino, es decir, culpar a los propios palestinos. Este es el mismo argumento que utilizaron los nazis para justificar los asesinatos indiscriminados de judíos.
«Es Hamás quien busca el exterminio del pueblo judío y el principal enemigo de los palestinos, a los que tiene por rehenes, en la pobreza y el aislamiento, mientras los utiliza de escudos humanos. El trato que se le está dispensando a Israel y al pueblo judío es inaceptable y una verdadera injusticia», afirmó Ayuso.
Más adelante, la presidenta madrileña no dudó en utilizar el Holocausto y el falso antisemitismo como arma política al atacar, entre líneas, a quienes critican la acción de Israel contra Palestina y defienden la solución de los Dos Estados: «el antisemitismo sigue vivo, como el germen del odio al desconocido o a las minorías. Pero Israel y el pueblo judío deben saber que no están solos. La fortaleza con la que, de niños a mayores, pasando por estudiantes, la población en Israel se levanta cada día para plantar cara a los totalitarios siguiendo con sus proyectos vitales adelante. No hacerlo sería la verdadera victoria para todos aquellos que de una u otra manera nos quieren callados, acobardados, acomplejados, impedidos, cerrados. Este es el triunfo del mundo libre sobre el nazismo, el comunismo, el terrorismo y todas las fuerzas de totalitarismo que nos amenazan».
Estas palabras de Ayuso son, cuanto menos, indignas porque están basadas en un sectarismo irracional por el que ni siquiera tuvo la delicadeza de acordarse de las decenas de miles de niños asesinados por los bombardeos de Israel en Gaza. La presidenta madrileña tampoco tiene en cuenta jamás el enorme listado de crímenes cometidos por el gobierno israelí o por el Mossad.
Si Ayuso supiera un poco de historia, sabría que tras los asesinatos de atletas israelíes en las olimpiadas de Munich por parte de terroristas de «Septiembre Negro», la primera ministra Golda Meir ordenó al Mossad la operación «Cólera de Dios», en la que se realizaron asesinatos selectivos en diferentes partes del mundo que, en algunos casos, tuvieron como resultado el asesinato de inocentes como sucedió en Noruega, donde los agentes del Mossad acribillaron a sangre fría a un emigrante marroquí. Cincuenta años después, Israel aún no ha pedido disculpas por ello a la familia.
Isabel Díaz Ayuso, más allá de sus preferencias, debería saber que criticar a Israel no es antisemitismo, que condenar las atrocidades de Israel en Palestina no es antisemitismo, que reclamar una solución para el conflicto en Palestina no es antisemitismo, que acusar a Israel de violar el derecho internacional no es antisemitismo, que apoyar las reivindicaciones del pueblo palestino no es antisemitismo. Israel no es el pueblo judío porque en ese país conviven musulmanes, judíos, cristianos, budistas o hindúes. La cuestión de Israel nada tiene que ver con razonamientos religiosos o étnicos, sino que son causas políticas las que han llevado a la situación de conflicto.
Ayuso afirma que Hamás utiliza a los gazatíes como escudos humanos. Sin embargo, Israel sigue perpetrando crímenes en Jerusalén Oriental o en Cisjordania, lugares que no están bajo el control de Hamás. El Estado de Israel sigue permitiendo que los colonos sionistas radicales destruyan los cultivos u ocupen ilegalmente las tierras de los campesinos palestinos. Condenar estos actos atroces no entra dentro del marco del antisemitismo.
Quienes defienden la existencia de un Estado Palestino en ningún momento plantean el exterminio del pueblo judío, como acusa Ayuso. Tampoco defienden ni justifican los actos terroristas de Hamás sino, todo lo contrario, los condenan. Sin embargo, la presidenta madrileña, nada menos que desde Cracovia, acusa a quienes se oponen a las violaciones de los derechos humanos que perpetra Israel a diario de ser antisemitas o cómplices de una política de exterminio. Además utiliza sus discursos proisraelíes como arma de ataque contra el gobierno español, lo cual es indigno.
Desde su fundación, es el Estado de Israel el que está perpetrando una política de exterminio contra el pueblo palestino, contra el verdadero dueño de esa tierra, aplicando los mismos métodos que los nazis utilizaron en la Europa ocupada durante la II Guerra Mundial.
Por otro lado, Ayuso debería también tener en cuenta que España tuvo parte de responsabilidad en el Holocausto. Entre los documentos incautados por las fuerzas aliadas y que se utilizaron en los diferentes juicios de Nuremberg, había un listado de 6.000 judíos que Franco entregó a Himmler, judíos que, evidentemente, iban a ser trasladados a los campos de exterminio. Cuando Alemania estaba en retirada, el dictador español cambió de estrategia, pero hay que recordar que durante los 40 años de dictadura, España estaba en contra de los judíos como raza. No se pueden olvidar jamás las conspiraciones judeomasónicas o, tal y como publicó Diario16 en exclusiva con documentación inédita de la inteligencia de los Estados Unidos, las entregas de armamento a los países árabes para su utilización en la guerra contra Israel.
Esperemos que hoy, en el acto de homenaje a las víctimas del Holocausto, Ayuso se centre en homenajear a los asesinados por el nazismo y no utilice ni el Holocausto ni Auschwitz como arma política contra nadie.