Si el director general típico de una gran compañía llega a su despacho a las 9 de la mañana del primer día laborable de 2023, a las 15.37 horas de esa tarde habrá ganado la totalidad del salario anual promedio del resto de trabajadores. En otras palabras, en menos de siete horas en el primer día laboral ese CEO habrá ganado tanto como el trabajador estadounidense promedio durante todo el año.
Si analizamos por sectores, es posible que esos altos ejecutivos necesiten menos de medio día de trabajo para superar el salario medio. Los trabajadores de comida rápida, que a menudo trabajan en días festivos, tienen un salario anual promedio que el CEO típico habría alcanzado antes del mediodía, es decir, en apenas 3 horas de trabajo.
Respecto al sector de los cuidados, un director ejecutivo típico de una gran corporación se embolsaría el salario anual de las trabajadoras del cuidado en apenas 2,5 horas de trabajo. Lo más grave es que sólo necesitaría de 1,5 horas más para igualar el sueldo anual de un profesor de primaria.
Los directores ejecutivos tendrían que dedicar sólo un par de horas más para ganar tanto como el salario anual de un profesor universitario o de un médico. Respecto a un mecánico de automóviles de servicio en carretera, con los riesgos que asumen al tener que estar parados en las cunetas de las autovías o de carreteras comarcales sin visibilidad, un CEO de una gran multinacional alcanzaría su salario anual en la hora de la comida de ese primer día laboral.
Para la hora del café de la tarde, los directores ejecutivos habrán ganado tanto como el salario anual de otra ocupación peligrosa de la que todos dependemos: los bomberos. Es decir, en apenas 6 horas de trabajo.
Estas cifras son preocupantes, pero la buena noticia es que los trabajadores rechazan cada vez más el viejo mito de que los directores ejecutivos ganan tanto dinero porque son mucho más inteligentes y trabajadores que el resto de nosotros.
La indignación pública por estas brechas salariales extremas ahora es tan alta que la mayoría de clases medias y trabajadoras en todo el espectro político están a favor de un tope en el salario de los directores ejecutivos en relación con el salario de los trabajadores, independientemente del desempeño de la empresa.