Pedro Sánchez y el penalti de Julián Álvarez

Los últimos movimientos del PSOE en distintas materias han dejado solo al principal partido de la coalición de gobierno, lo que deja abierta la puerta a ejecutar la acción política que los socialistas no quieren pero que es lo que necesita España

21 de Marzo de 2025
Actualizado el 22 de marzo
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Sanchez Penalti
Foto: FreePik

Pedro Sánchez se encuentra en la situación más comprometida de sus años de gobierno. No se trata de las presuntas tramas de corrupción que se están dirimiendo en los tribunales, sino de una cuestión meramente política. Está en la misma soledad que el lanzador de penaltis en la tanda final. Como Julián Álvarez en el partido de Champions League antes de que su lanzamiento fuera anulado por un claro doble toque que el mismo jugador argentino reconoció a sus compañeros con un evidente «puede ser».

La realidad es que el PSOE y Sánchez se están quedando solos. De momento sólo les salva sacar la chequera para aumentar los activos del partido de un prófugo de la justicia. Sin embargo, el dinero no lo paga todo.

Hay demasiados asuntos en los que el Partido Socialista (ahora ya sólo Sanchista) se halla en la más absoluta soledad. En primer lugar, tiene el enfrentamiento con todo el arco parlamentario por la decisión de la ministra de Hacienda de que los trabajadores que perciban el salario mínimo paguen IRPF cuando, hasta ahora, estaban exentos.

Más allá del infame castigo tributario que supone atacar a los que menos cobran mientras no se atreven a atacar la evasión y la elusión fiscal de las grandes fortunas y las grandes empresas, esta decisión ha dejado solo al PSOE en su defensa e, incluso, llegó a provocar que se haya recurrido de manera unilateral a un privilegio del gobierno de vetar iniciativas y evitar que se debatan y se voten. Esto iguala al PSOE con el movimiento ultra MAGA de Donald Trump.  

Esto ha provocado que los propios socios de gobierno hayan afirmado, a través de la vicepresidenta Yolanda Díaz, que «cuando alguien acude a un veto es que ha fracasado en su política». Además, ha señalado que su formación levantará ese veto a través de los órganos democráticos para que el Congreso pueda debatir y decidir sobre si los perceptores del SMI deben o no deben tributar. «Si la Cámara después dice que los trabajadores con esta renta exigua tienen que tributar, lo ha dicho el pueblo español. Pero nosotros vamos a levantar ese veto», ha señalado Díaz.

Por otro lado, se encuentra la cuestión migratoria, en la que el PSOE también se ha quedado en minoría. La cesión ilegal, porque la soberanía de fronteras es exclusiva de la Unión Europea, de las competencias de migración y control de fronteras a Cataluña ha provocado que la izquierda haya anunciado su voto rotundo, sobre todo porque el pacto se realizó con la formación de extrema derecha supremacista catalana que ha reivindicado la superioridad del catalán sobre el resto de los ciudadanos.

A esto hay que añadir, además, que se haya pactado el reparto de migrantes menores no acompañados y que a Cataluña se le haya dado el menor número mientras a las comunidades del Partido Popular se les haya repartido el mayor número.

Otra cuestión que deja a Sánchez solo es todo lo relacionado con el incremento presupuestario para defensa que está estudiando la Unión Europea y que exige Donald Trump a sus socios de la OTAN. En este punto, sólo cuenta con el apoyo muy condicionado del Partido Popular. Todos los socios parlamentarios se oponen a ello. A esto hay que añadir la alergia a debatir en el Congreso que tiene Pedro Sánchez, más allá de sus participaciones de media hora en las sesiones de control que, por cierto, cada vez son menos porque la agenda internacional del presidente suele estar muy ocupada en los días en que tiene que acudir al Parlamento. Nada es casual, aunque pueda serlo.

A pesar de esto, Sánchez está ante la gran oportunidad de su vida política que sólo será posible hacerla efectiva si se pone a trabajar de la mano de Alberto Núñez Feijóo. En el escenario actual, es fundamental tomar ejemplo de lo sucedido en Alemania. Ni Sánchez va a dejar de ser socialdemócrata ni Feijóo abandonará el conservadurismo liberal. Se trata de elevar las expectativas y comenzar a explorar el terreno de la política con mayúsculas.

Los hombres de Estado hacen eso: primero España, luego los partidos y después las personas.

Uno de los principales puntos positivos de una coalición entre el PSOE y el PP sería la estabilidad política, sobre todo en un momento en el que la fragmentación política dificulta la formación de gobiernos sólidos. Una coalición entre los dos partidos más grandes proporcionará una mayoría parlamentaria robusta, lo que facilitará la aprobación de leyes y la implementación de políticas, reformas y pactos de Estado a largo plazo. Esta estabilidad, evidentemente, será muy beneficiosa tanto para la economía como para la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.

Además, se alcanzarán consensos en políticas clave que requieren soluciones a largo plazo. Temas como la educación, la sanidad, las políticas sociales y las reformas económicas se abordarán de manera más integral y eficiente. Además, se hará más fácil la implementación de políticas que reflejen un equilibrio de intereses y valores, beneficiando a una mayor parte de la población y acabando con la crispación.

La entrada de los extremos ideológicos en el Parlamento con una importante presencia y siendo claves para la gobernabilidad ha derivado en un fenómeno como la polarización política. Una coalición entre el PSOE y el PP contribuirá a reducir esta polarización, promoviendo, si se hacen bien las cosas, un clima de diálogo y cooperación. Esto no solo beneficiaría al sistema político, sino también a la sociedad española en su conjunto, fomentando un mayor entendimiento y respeto entre ciudadanos con diferentes inclinaciones políticas. Además, en el caso de que este pacto se implemente de manera adecuada, el incremento progresivo de la prosperidad de las economías familiares derivará en la pérdida de apoyos de las fuerzas populistas de extrema derecha y de extrema izquierda.

Las reformas estructurales son esenciales para el crecimiento y desarrollo de cualquier país, pero a menudo resultan difíciles de implementar debido a las divisiones políticas. Por eso, en el momento actual, es crucial la conformación de la coalición entre el PSOE y el PP, para superar estos obstáculos, permitiendo la implementación de reformas necesarias en áreas como el mercado laboral, la fiscalidad y la administración pública. La colaboración entre ambos partidos garantizará que las reformas se lleven a cabo de manera efectiva y con el consenso necesario para su sostenibilidad. Se logró en el pasado, ¿por qué no se puede conseguir en el presente?

Es evidente que no es una tarea fácil poner de acuerdo a los dos grandes partidos a la hora de conformar una coalición de gobierno. Nunca se ha hecho desde la restauración de la democracia en 1977, pero tampoco se había implementado un gobierno de coalición y, a día de hoy, España lleva contando con un poder Ejecutivo formado por dos fuerzas políticas desde hace 5 años.

Las diferencias ideológicas y de políticas entre ambos partidos podrían generar tensiones y dificultades en la gestión de gobierno. Además, la base electoral de cada partido podría ver con desconfianza una alianza con su oponente tradicional. Para que una coalición tenga éxito, sería necesario un compromiso genuino y un enfoque pragmático hacia la cooperación absoluta durante lo que resta de legislatura.

Alguien podrá pensar que las diferencias actuales son insalvables. Sin embargo, un análisis de los programas electorales indica que hay muchos puntos de encuentro como para conformar un buen pacto de gobierno.

Ambos partidos reconocen la importancia de fomentar el crecimiento económico y la creación de empleo. En sus programas, tanto el PP como el PSOE proponen medidas para apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que son el motor de la economía española y la mayor fuente de creación de puestos de trabajo.

La educación es otra área donde los programas del PP y el PSOE muestran coincidencias significativas. Ambos partidos abogan por una mejora en la calidad del sistema educativo español, con el objetivo de garantizar una formación integral y equitativa para todos los estudiantes. Los cuestionamientos que pueda haber sobre quién gestiona esa educación es un obstáculo perfectamente salvable.

A pesar de sus diferencias ideológicas, el Partido Popular y el PSOE tienen importantes puntos de encuentro en sus programas electorales para llegar a un acuerdo de gobierno. Estas coincidencias reflejan un compromiso común para abordar cuestiones fundamentales que afectan a la sociedad española, como la economía, la educación, la sanidad y la transición ecológica. Reconocer y aprovechar estas áreas de convergencia puede facilitar el diálogo y la cooperación entre ambos partidos, contribuyendo así a la estabilidad y el progreso del país. La colaboración bipartidista en temas clave es esencial para el desarrollo armonioso de España y para atender las necesidades de sus ciudadanos y, sobre todo, mejorar sus vidas.

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