Hay cuestiones que no se pueden politizar ni ideologizar. Por supuesto, en ningún caso, se deben utilizar como arma de la batalla política desde un punto de vista de posicionamiento partidista. La polarización actual y la crispación están llevando al terreno ideológico elementos que no lo son. Israel, Palestina, víctimas del nazismo, Monarquía, República, Sáhara Occidental, son algunos asuntos que se están pretendiendo encuadrar dentro de ámbitos ideológicos cuando no lo son.
La cuestión y la historia del pueblo judío está siendo utilizada por la derecha y la extrema derecha como un arma contra la izquierda porque, de manera equivocada, se ha encuadrado la situación de Palestina en el ámbito del progresismo, cuando se trata de un asunto de derechos humanos y de respeto del derecho internacional.
Esta incoherencia o hipocresía del Partido Popular se lleva a sus máximos en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta regional no ha ocultado su posicionamiento proisraelí, acercándose a los pronunciamientos ultrasionistas de supremacismo y del falso «derecho a la tierra» que invocan los ultraortodoxos. Sin embargo, lo peor es que Ayuso utiliza un tema tan delicado como arma arrojadiza contra los partidos de la izquierda.
El próximo 28 de enero, en la Asamblea de Madrid, se celebrará un acto de Recuerdo del Holocausto con motivo del Día Oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad. El acto está organizado por la Comunidad Judía de Madrid.
Este tipo de eventos en recuerdo u homenaje a las víctimas del Holocausto son necesarios. Es más, siempre será insuficiente su número. No se puede olvidar jamás, ni se puede incentivar el olvido, hacia los más de 6 millones de personas exterminadas por el nazismo.
Sin embargo, tampoco se puede utilizar políticamente el genocidio nazi, porque ese dolor, salvo para los negacionistas del Holocausto o una parte de la extrema derecha, es de toda la humanidad. Pero el Partido Popular lo está haciendo al ideologizar ese recuerdo a las víctimas de la Solución Final.
Además, muestran una hipocresía y un espíritu seleccionador que da a entender quiénes son buenas o malas víctimas del nazismo. En el año 2018, el PP de Gijón se negó a rendir homenaje a las víctimas españolas del campo de concentración nazi de Mauthausen y lo justificaron, en palabras del concejal Manuel del Castillo, porque «de nada sirve levantar historias que ya pasaron y que no interesan nada a nuestra generación y menos a las de nuestros hijos».
Ahora hay otra polémica con el palacete del PNV en París. Ese edificio fue la sede del gobierno regional vasco desde 1937. En 1940 fue confiscado por la Gestapo, y los nazis se lo cedieron al gobierno de Franco. En 1943 pasó a ser propiedad del Estado español. Es decir, un palacete incautado por los nazis es una polémica para el PP. Hay que recordar que, precisamente, esa incautación ilegal de bienes por parte de la Alemania gobernada por Hitler, tanto en territorio germano como en los países conquistados, es un crimen contra la humanidad.
Resulta absolutamente incongruente que el Partido Popular, por ejemplo, no defienda con tanto interés otros crímenes de lesa humanidad como los perpetrados por Israel en Gaza o rechazara en 2018 en la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados la moción de condena al genocidio armenio cuando, por el contrario, el Partido Popular Europeo sí que lo ha hecho.
Todo esto se produce por una cuestión de sectarismo ideológico y con el asociacionismo de cuestiones que nada tienen que ver con la lucha partidista. Ese posicionamiento lleva a la hipocresía más absoluta, como hace el Partido Popular con otros muchos asuntos.