Puigdemont, el enésimo gran error de Sánchez

La nueva fuga de Carles Puigdemont en las mismas narices de las Fuerzas de Seguridad de Estado es un hecho tan grave que la responsabilidad política no puede quedarse en un mero ministro

09 de Agosto de 2024
Actualizado el 14 de octubre
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Puigdemont durante su último mitin en Barcelona.
Puigdemont durante su último mitin en Barcelona.

Carles Puigdemont dejó en ridículo al Estado español en el día de ayer, una vez más. Las imágenes de los supuestos paseos por las calles de Barcelona del líder de Junts y la posterior fuga en las narices de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado suponen un golpe durísimo para el prestigio de la democracia española y, sobre todo, un misil en la línea de flotación del presidente del Gobierno.

No es ilógico que la oposición conservadora y de extrema derecha haya activado la máquina de la hipérbole para responsabilizar directamente a Pedro Sánchez de la fuga de Puigdemont. La número 2 del PP, Cuca Gamarra, ha afirmado, sin ningún tipo de ambages, que «la alfombra roja en la que ha regresado Puigdemont lleva las siglas del PSOE». Por su parte, Santiago Abascal ha culpado a Pedro Sánchez de la impunidad del líder de Junts. «Actúa como un miserable y es responsable de la destrucción del Estado de derecho y de que los criminales campen a sus anchas», ha dicho el líder de Vox en un vídeo publicado en redes sociales.

La cuestión es que ni el manual de resistencia salva a Pedro Sánchez. A los problemas para mantener las alianzas parlamentarias con el independentismo catalán, se le suma la fuga de Puigdemont. Es terrible para un gobierno que el número uno de los más buscados se les escape de las manos que no va a poder superar el golpe.

Ahora cómo explica Sánchez que no ha habido ningún tipo de acuerdo previo con Puigdemont, por más que pueda ser verdad que no existió y que la fuga del expresidente catalán fue efectiva gracias a la actuación de un grupo de «mossos patriotas». La dependencia parlamentaria de Sánchez en Madrid y la investidura de Salvador Illa son dos hitos tan sólidos que permiten la sospecha. Y un presidente del Gobierno no puede continuar bajo la sospecha de haber ayudado a huir a un prófugo de la Justicia por más que haya enviado a ministros, eurodiputados y dirigentes de su partido a negociar con él.

No ha pasado ni un año desde la investidura de Sánchez y, tal y como está el escenario político, la economía real y la parálisis legislativa, nada parece indicar que pueda llegar más allá de 2025. Y, a todo esto, se suma la performance de Puigdemont que ha dejado a Sánchez tocado y hundido. Ni un presidente, ni un gobierno pueden sobrevivir a una humillación del calibre que España vivió ayer.

Por otro lado, la volatilidad de Junts, formación que ha reconocido que no tiene ningún interés en ser una herramienta de garantía de la gobernabilidad de España, puede anunciar en cualquier momento que dejará de apoyar a Sánchez y su gobierno.  

Silencios que hablan

Ayer fue uno de los peores días políticos para Pedro Sánchez. El presidente estaba vendido. Pasara lo que pasara, Sánchez estaba perdido tanto de cara a la ciudadanía como de la clase política, incluida la de su partido. 

De ahí el silencio atronador de todo el gobierno. En una crisis política de unas proporciones apocalípticas, lo mínimo que se esperaba era que Sánchez hubiera dado la cara, aunque sólo fuera para defender a los servicios de seguridad del Estado. Sin embargo, se cayó y se escondió. Lo único que dijo fue un mensaje en redes sociales felicitando a Salvador Illa por su investidura. Tal vez, esto demuestra que al presidente sólo le interesa el poder y ayer consiguió uno de sus objetivos: gobernar Cataluña. 

Es posible que el aparato de propaganda monclovita y sanchista ya tuviera preparada una estrategia para afirmar que Sánchez había cumplido con lo que dijo de traer a Puigdemont esposado. Aunque es una boutade, sobre todo porque Sánchez, a través de terceros, alcanzó un acuerdo de investidura con el propio líder de Junts, con un prófugo de la Justicia. El aparato de propaganda monclovita y sanchista sabe que tendrá altavoces entre una militancia fanatizada que es utilizada día sí y día también para ser los transmisores de los argumentarios dictados y de los que no se salen, aunque sean absolutamente demenciales. 

Ya es una constumbre que desacredita a Sánchez: cuando tiene problemas, sean cuales sean, calla y no da la cara. Se esconde y no explica a la ciudadanía nada. Con el asunto de Puigdemont, el pueblo está en peligro de que les escriba otra carta. 

Operación de extracción

Mucho se ha escrito sobre cómo Carles Puigdemont ha logrado fugarse nuevamente de la acción de la Justicia. Que si había un pacto con los Mossos para ser detenido después de su discurso y antes de entrar en el Parlament; que si se utilizaron dos coches, uno en el que montó Puigdemont y otro que lo acompañaba y que sirvió de señuelo; que si ambos vehículos se separaron y lograron despistar a las fuerzas policiales.

También se ha hablado de una infiltración en el interior del cuerpo policial catalán, hecho que quienes lo han publicado certifican con la detención del mosso dueño de uno de los coches en los que se fugó el expresidente.

Sin embargo, la estrategia utilizada para la evasión es muy propia de una operación de extracción como la que utilizan los servicios de inteligencia o las fuerzas especiales para la huida de activos o de elementos de operaciones encubiertas. Estas estrategias de utilización de señuelos y de confusión fueron utilizadas para eludir la vigilancia estadounidense en Afganistán o de los rusos en Siria. Tras la revolución islámica en Irán, muchos activos de la CIA y miembros de los servicios de inteligencia del Sha, consiguieron huir del país persa gracias a señuelos con vehículos. Por no hablar de los activos en la URSS y Estados Unidos de la CIA y los directorios del KGB.

La fuga del líder de Junts, ¿ha sido montada por los independentistas con ayuda de esa presunta infiltración en los servicios policiales? ¿Todo el tinglado ha sido organizado por algún servicio de inteligencia extranjero con el que se mantuvieron contactos en el pasado? O, lo que sería peor, ¿ha sido algo improvisado? Todo es posible, pero el daño a Sánchez ya está hecho y recuperarse de un golpe así es muy complicado.

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