En determinadas culturas, los reyes y mandatarios disponían del privilegio de tener concubinas o concubinos. En occidente se ha llegado a pensar que eso era exclusivo de los países islámicos, pero, en realidad, los emperadores orientales y los reyes cristianos también han dispuesto de estas figuras.
Aunque parezca una tradición caduca, todavía hoy está vigente y existen las esposas y los esposos de placer en determinados países, sobre todo en la Península Arábiga. Sin embargo, existe una modalidad política de esta práctica: la del sometimiento al rey de Marruecos.
Pedro Sánchez y Emmanuel Macron se han convertido en los dos concubinos preferidos de Mohamed VI respecto al Sáhara Occidental. Precisamente, son los dos presidentes europeos que más desprecio y repudio generan en sus respectivos pueblos.
Hay dos claves que justifican que la sumisión de los dos líderes europeos al sátrapa marroquí, un sometimiento tan intenso que ha pasado de la relación diplomática a la práctica del sexo BDSM (Bondage; Disciplina - Dominación; Sumisión - Sadismo; Masoquismo).
La primera, la presión de los Estados Unidos para favorecer las reivindicaciones ilegales respecto a la soberanía del Sáhara Occidental. No se puede olvidar que la carta que envió Pedro Sánchez a Mohamed VI en la que le anunciaba el giro radical de política de España estaba plagado de «copia y pega» de lo indicado por la Secretaría de Estado de los Estados Unidos.
En segundo término, está el espionaje a través de la herramienta Pegasus de los móviles de Pedro Sánchez y de Emmanuel Macron por parte de los servicios de inteligencia de Marruecos. ¿Qué hay en esos teléfonos para que dos de las principales naciones de Europa estén sometidas a un país tercermundista? En España la Audiencia Nacional pretendió archivar la causa por falta de colaboración de Israel pero tuvo que reabrirla tras conocerse los resultados de la investigación que en Francia sí que se sigue realizando.
La cuestión es que, tanto Sánchez como Macron, dos hombres con una gran sintonía profesional, personal y política (no en vano los dos han traicionado las esencias ideológicas del socialismo y la socialdemocracia), son los dos concubinos favoritos de Mohamed VI.
La semana pasada se hizo público que Emmanuel Macron ha reconocido formalmente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. El presidente francés «considera que el presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscribe en el marco de la soberanía marroquí […] La autonomía es la única base para una solución al conflicto». En consecuencia, Francia niega la autodeterminación del Sáhara, que es lo que indica el derecho internacional para los territorios que aún no han sido descolonizados.
Hay que recordar que el Sáhara Occidental es territorio español a todos los efectos. El propio ministro Fernando Grande-Marlaska, cuando era juez de la Audiencia Nacional, dictó un auto en el que afirmaba con claridad que «España sigue siendo la Potencia Administradora del territorio, y como tal, hasta que finalice el periodo de la descolonización, tiene las obligaciones recogidas en los artículos 73 y 74 de la Carta de Naciones Unidas, entre ellas dar protección, incluso jurisdiccional, a sus ciudadanos contra todo abuso, para lo cual debe extender su jurisdicción territorial para hechos como los que se refieren en la querella a que se contrae el presente procedimiento».
Marlaska añadía, además, que « el estatus jurídico del Sahara Occidental en los términos que se indican por el Ministerio Fiscal se corresponde con el que se hace constar en el escrito de fecha 29 de enero de2002 dirigido al presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por el Secretario General adjunto para los asuntos jurídicos, que expresamente se recoge en los antecedentes de la reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos».
Hay que recordar que el Acuerdo de Madrid, por el que España cedía la administración del Sáhara a Marruecos y Mauritania fue declarado nulo de pleno derecho por Naciones Unidas.
Sin embargo, Sánchez y Macron continúan siendo los paladines las reivindicaciones marroquíes que fueron, en su momento, apoyó con firmeza el presidente estadounidense Donald Trump, alguien que, en teoría, debería ser la antítesis del presidente francés y del español. Pero…, lo que Pegasus ha unido…
En 2022, Pedro Sánchez perpetró una de las mayores traiciones políticas y humanitarias de la historia de España a lomos de un caballo alado. También lo hizo por carta y donde trasladó que consideraba «la iniciativa marroquí de autonomía, presentada en 2007, como la base más seria, creíble y realista para la resolución» del conflicto.
Sánchez y Macron van en contra de Naciones Unidas, exactamente igual que Israel y Rusia. La ONU siempre ha afirmado que el conflicto del Sáhara Occidental debe resolverse dentro de los parámetros marcados por la legalidad internacional y la solución que propone Marruecos de una autonomía a la carta, a la que se ha sumado como un fanático Pedro Sánchez, es contraria a lo estipulado por Naciones Unidas.
Sánchez, por cubrir sus intereses personales y políticos, se ha olvidado de las responsabilidades que tiene España respecto al Sáhara desde su posición de única potencia administradora del territorio.
El presidente español y el francés, sometidos por Mohamed VI, también se ha olvidado de que es la ONU la que lidera la solución y que las resoluciones del Consejo de Seguridad prevén el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
Sin embargo, tanto Sánchez como Macron, con sus declaraciones unilaterales, ponen piedras en el camino hacia la única solución que hay para este conflicto: la autodeterminación, la independencia y el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática como Estado. Para ello el pueblo saharaui, y solo el pueblo saharaui, debe decidir en un referéndum. Marruecos no se puede interponer ni asimilar competencias en la administración del territorio. Es más, dicha consulta debe ser convocada por España.