Una de las primeras medidas que ha adoptado Donald Trump ha sido la revocación de las sanciones impuestas contra los colonos ultrasionistas de Cisjordania. Esta orden ejecutiva fue firmada al mismo tiempo en que dichos colonos prendían fuego a viviendas y vehículos de los palestinos de la localidad cisjordana de Al Funduq.
Los ultras israelíes que justifican sus políticas de exterminio se felicitaron por la decisión de Trump y, como no podía ser de otro modo, varios ministros ultraortodoxos hicieron mención a su «derecho a la tierra» que justifican en las parábolas de un libro religioso, es decir, que no hay constancia histórica que los hechos allí narrados sucedieran. Desde luego, el hecho de que un supuesto ser divino se presentara a un señor llamado Abraham, del que no hay evidencia histórica de su existencia, no es un argumento muy sólido para justificar la apropiación ni de ningún derecho a tierra alguna.
Naciones Unidas consideró como crímenes de guerra a las colonias de ultrasionistas en Cisjordania. El relator de la ONU, Michael Lynk, reclamó a la comunidad internacional que califique la creación de asentamientos israelíes como crimen de guerra en virtud del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Los asentamientos y los colonos violan la prohibición absoluta de que una potencia ocupante traslade parte de su población civil a un territorio ocupado. La comunidad internacional calificó esta práctica de crimen de guerra cuando adoptó el Estatuto de Roma en 1998.
La ilegalidad de los asentamientos israelíes es una de las cuestiones más asentadas e incontestables del derecho internacional y la diplomacia modernos. Su ilegalidad ha sido confirmada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Asamblea General, el Consejo de Derechos Humanos, la Corte Internacional de Justicia, el Comité Internacional de la Cruz Roja, las Altas Partes Contratantes del Cuarto Convenio de Ginebra y por muchas organizaciones internacionales y regionales de derechos humanos.
Por otro lado, es evidente que la decisión de Trump de derogar las sanciones a los colonos terroristas los alienta a seguir cometiendo crímenes. Además, el Estado genocida de Israel utiliza a estos colonos como excusa para incrementar la tensión en Cisjordania y, por ende, para iniciar campañas militares de extermino como la desarrollada en Gaza.