Vulnerar la Constitución ya se está convirtiendo en una rutina para el PSOE de Pedro Sánchez y nuevamente se hará durante la votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno. A los miembros del Grupo Socialista del Congreso se les va a obligar a votar a favor de dicha investidura, a pesar de que existe una parte de los diputados del PSOE que, por conciencia, están absolutamente en contra del precio que Pedro Sánchez está dispuesto a pagar para seguir siendo presidente, con el dinero de todos los españoles.
El artículo 67.2 de la Constitución señala con claridad meridiana y sin ningún tipo de interpretación posible que «los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo». El artículo 79.3 dice que «voto de senadores y diputados es personal e indelegable». A todo esto se une que el voto debe ser en conciencia, es decir, que ningún partido puede obligar a nadie a votar a favor de algo con lo que no comulga porque eso es propio de dictaduras.
Desde que se conoció el contenido de los pactos de Sánchez con las fuerzas soberanistas catalanas, muchas miradas se han puesto en los diputados del PSOE, sobre todo de los territorios en los que se ha tenido el valor de ponerse en contra de las intenciones del candidato a la Presidencia. La respuesta dada desde el PSOE es la muestra de que andan muy confundidos puesto que se acusa de transfuguismo a lo que no lo es. Votar en conciencia y cumpliendo con lo que dice la Constitución Española no es transfuguismo, es altura moral y política, exactamente la misma que ejercieron diputados socialistas en octubre de 2016.
Tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, en los parlamentos de las comunidades autónomas y en los ayuntamientos se viene aplicando una dictadura totalitaria por la cual los parlamentarios o concejales de los grupos están obligados a seguir un mismo sentido del voto. Además de inconstitucional, es una actitud antidemocrática.
A todos aquellos políticos con la dignidad y la altura moral suficiente como para romper con la disciplina de voto, luego se les acusa de transfuguismo. El PSOE, en los últimos meses, ha apelado a ese argumento cuando desde el Partido Popular se ha instado a los parlamentarios socialistas a romper esa disciplina de voto en diferentes asuntos.
La investidura de Pedro Sánchez, evidentemente, ha vuelto a despertar las llamadas por parte, sobre todo del PP, a que los diputados del Grupo Socialista voten en conciencia para que el líder supremo del PSOE no alcance sus objetivos personales y, sobre todo, que no se haga efectivo el elevadísimo precio político y económico que habrá que pagar para que Sánchez siga teniendo «el juguetito» de la Presidencia.
Mucha gente presionó para que esa ruptura, teniendo en cuenta que ya se estaba hablando de la ley de amnistía, se iba a dar en la investidura de Alberto Núñez Feijóo. El problema no era sólo el PP, sino, fundamentalmente, Vox.
Ahora la presión para que se rompa la disciplina de voto se está focalizando en los diputados socialistas de Castilla-La Mancha y, precisamente por colocarles tan descaradamente el foco, no ocurrirá nada con ellos. Sin embargo, puede venir de otras federaciones o, directamente, del cumplimiento estricto de la ley y la Constitución que algún diputado socialista pueda hacer y votar en contra.
Hay que partir de una base argumental que el aparato de propaganda de Ferraz se ha encargado de desvanecer. Votar en contra de la investidura de Sánchez no es votar con la derecha, es ser diligente con la conciencia si se está en contra del coste que el secretario general del PSOE está dispuesto a asumir con el dinero público, evidentemente.
No hay transfuguismo, puesto que no existe un cambio de idea política o de partido. En 2016, durante la investidura de Mariano Rajoy, 12 diputados socialistas se saltaron la disciplina de voto y se rebelaron por lo que creían que era injusto. Votaron en conciencia.
Meritxell Batet, Manuel Cruz, Mercè Perea, José Zaragoza, Lidia Guinart, Marc Lamuà, Joan Ruiz, Pere Joan Pons, Sofía Hernanz, Margarita Robles, Zaida Cantera, Susana Sumelzo, Odón Elorza, Rocío de Frutos y Mari Luz Martínez Seijo no fueron tránsfugas. La actual ministra de Defensa afirmó entonces que «la Constitución expresamente dice que no hay un mandato imperativo para ningún diputado». En consecuencia, no hay transfuguismo.
En la última legislatura, Odón Elorza antepuso su dignidad y su ética para saltarse esa disciplina y votar en contra del nombramiento de Enrique Arnaldo para el Tribunal Constitucional, lo mismo que hizo Carmen Calvo al abstenerse en la votación de la Ley Trans. Fueron multados, pero primero está la dignidad, el poder seguir mirando a los ojos y no traicionar lo que se ha venido defendiendo durante toda una vida.
Mañana se inicia la sesión de investidura y son muchos los que están en contra del precio que Sánchez está dispuesto a pagar. Llegó el momento de la dignidad, de la lealtad bien entendida y de la ética. Por encima de cualquier cosa, de cualquier imposición, está la conciencia y la defensa de los valores que hacen a las personas de bien poder dormir sin remordimiento alguno. Hay quienes tienen insomnio crónico. Los buenos, duermen a pierna suelta.