Así ayudó la Iglesia a huir de la Justicia a los nazis Mengele, Eichmann y Rauff

28 de Febrero de 2021
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Pio XII y Jerarcas Nazis

Tras el Desembarco de Normandía y el desastre de la campaña de Rusia, muchos altos dirigentes nazis comenzaron a planear su huida y una de las instituciones que más los ayudó fue la Iglesia Católica.

El miedo a una invasión soviética de Europa y a las consecuencias legales que pudieran tener las acciones delictivas de lesa humanidad cometidas hizo que muchos de estos importantes gerifaltes del nazismo recurrieran, sobre todo cuando las tropas aliadas y del Ejército Rojo se acercaban a Berlín, a una institución que, incluso, habían perseguido en Alemania: la Iglesia. Fue cuando se creó la Ruta Vaticana, vía Roma y Génova. Muchos de estos nazis utilizaron también una vía a través de los monasterios católicos situados en los Alpes.

Lo paradigmático es que hubo momentos en que en dichos monasterios llegaron a estar ocultos junto a los judíos que se escondían en espera de poder iniciar su viaje a Palestina.

Para iniciar este viaje de huida, los nazis pasaban primero por Roma, lugar donde recibían la documentación falsa que le suministraba la Iglesia a través de la Comisión de Refugiados del Vaticano o, directamente, de manos de los altos jerarcas de la Iglesia. Finalmente, recibían un pasaporte falso emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja que les permitía viajar por el mundo sin problema.

El Vaticano aprovechó que la Cruz Roja tenía que gestionar millones de pasaportes y, por tanto, dependía de las referencias enviadas desde el Estado de la Iglesia. El propio organismo ha reconocido en más de una ocasión que no pudo evitar que los criminales nazis se aprovecharan de ese caos para huir sin ser descubiertos.

Entre los que pudieron huir gracias a la intermediación de la Iglesia se encuentran verdaderos criminales como Josef Mengele, Klaus Barbie, Franz Stangl, Walter Rauff y Adolf Eichmann. Algunos, como Mengele, han muerto sin ser juzgado. Otros, como Eichmann, fue detenido en Buenos Aires por el Mossad y trasladado a Jerusalén, donde fue ejecutado.

Esta ayuda a los criminales nazis, ¿fue institucional o se trató de casos aislados? El primer sacerdote del Vaticano en organizar una ruta para la huida de los jerarcas del nazismo fue el austriaco Alois Hudal, según señalan los historiadores Mark Aarons y John Loftus. La acción de este sacerdote permitió la fuga de Mengele, Eichmann y Eduard Roschmann, el carnicero de Riga.

Por otro lado, la Iglesia en Argentina también tuvo mucha incidencia en que esos nazis se instalaran en el país. El caso más significativo es el del cardenal Antonio Caggiano que, por orden de Perón, se reunió en 1946 en el Vaticano con el cardenal francés Tisserant para comunicarle que Argentina estaba dispuesta a acoger a los franceses que colaboraron con los alemanes.

Las sospechas de que el papa Pío XII fuera uno de los instigadores de este tránsito de criminales nazis provocó que el papa Francisco autorizara a la apertura de todos los archivos del mandato de Pío XII. Hay que recordar que, además, la Iglesia ya pidió perdón por la gestión de este papa y su inacción contra el régimen nazi.

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