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Carlos Madrigal, pintando en el Teatro Pavón

Javier Puebla
Javier Pueblahttp://www.javierpuebla.com
Cineasta, escritor, columnista y viajero. Galardonado con diversos premios, tanto en prosa como en poesía. Es el primer escritor en la historia de la literatura en haber escrito un cuento al día durante un año, El año del cazador, 365 relatos que encierran una novela dentro.
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análisis

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Y no es el único. Madrigal no es el único pintor que está transformando las paredes del Pavón en un museo para el mundo.

El Pavón es un sitio fantástico. Su dueño es un tipo que parece sacado de una película (quizá porque es actor). Se llama José Maya, creo que es bastante famoso pero no voy a ponerme ahora a buscarlo en ningún lado de Internet. Le he conocido  hoy y me ha caído genial. No sólo él. Su entorno. También había una fotógrafa, Anya Bartels, que está preparando un libro sobre el Pavón, contando su momento actual y su gran historia. Porque el Pavón no es cualquier cosa. Lo construyó un arquitecto mítico de principios del siglo XX: Teodoro Anasagasti, y es un testimonio imprescindible de lo que conocemos como Art Decó.

EL Pavón se inauguró hace casi cien años: en 1925. Y ha conseguido sobrevivir a todo, también a la especulación urbanística salvaje que sufre toda la ciudad de Madrid, y especialmente el centro de la capital. El Pavón, sorprendentemente y aunque sea un edificio único, de los primeros construidos enteramente en Art Decó en la capital del reino, también está sufriendo el acoso de los buitres que sobrevuelan su alma cargada de historia y magia teatral.

Esos mismos buitres aplaudidos por quienes se han rendido a la religión de la maximización de beneficios. Entendiendo “beneficio” como sinónimo de dinero (y punto).

El Pavón es un sitio alucinante. Merecería ser Patrimonio de la Humanidad. Desde aquí pedimos, por favor, a la Comunidad de Madrid que lo catalogue lo antes posible como Bien de Interés Cultural, y protegerlo así para la posteridad.

Porque dentro de sus paredes está lo intangible. Basta entrar y desaparece la realidad en la que normalmente nos movemos para aparecer otra distinta, llena de sabor y raíces y magias imposibles de explicar.

Cuando supe que los buitres planeaban sobre el tejado casi centenario decidí apostarme en el tejado, decidido a hacer cuanto pudiera para impedirles aterrizar.

Y por fin hoy, a través de Carlos Madrigal (con el que estoy haciendo un trabajo fascinante como puede leerse en el artículo cuyo enlace voy a pegar al final), he conseguido establecer un primer contacto con José Maya (hemos brindado con aceite purísimo de oliva en una sala secreta que está transformando en un gigantesco mural el propio Maya) y es mi voluntad pasar por el teatro siempre que pueda. Apoyarlo desde estas páginas siempre valientes de Diario16, antaño de papel y hoy en soporte digital.

Larga vida al Pavón. Y que todos lo podamos disfrutar.

EXCELSIOR

Maldecimos a aquellos que para enriquecerse aún más lo pretenden aplastar.

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