«Si la mirada es el espejo del alma, a veces es mejor no ver el abismo».
«Dos hermanos de seis y cuatro años de la mano, huérfanos. Ella, a la que el terremoto acaba de convertir en madre, trata de arrastrar la mole de tienda (de campaña) mientras sujeta a su hermano».
Éstas frases, cual puñaladas en lo más profundo de mi ser, son parte del canto a la esperanza y el emprendimiento por la vida, que entona el periodista y trabajador humanitario Miguel Ángel Rodriguez García en el libro “Cartas desde el infierno”.
Agradezco a Miguel Ángel que haya encapsulado la realidad en breves poemas en prosa de una página, para que mi mimada percepción primermundista no colapse en la tercera página, abriendo la caja de Pandora de las catástrofes, emergencias humanitarias.
Gracias a ello, he podido aprender de emprendedores de la vida, como es Gaune de Sri Lanka; las diosas del agua de Burundi; los habitantes de los pueblos marroquíes de Beran y Berjo, que se marcaron un “el roble viejo” la última peli de Kean Loach, pero como era una historia positiva no era digna de salir en el telediario; Sumarti, el niño que sobrevivió a un terremoto y a un volcán y ya no sonríe; Agathe Ndereymana en esa Burundi que desde hace cuatro dećadas vive en el día de la marmota; a la doctora Cabero y el médico Juan Pablo; la impresionante historia de Obiole Irankunda, cabeza de familia a sus 10 años de sus siete hermanos, al fallecer sus padres en el campo de refugiados donde nacieron él y sus hermanos; la historia de Shadia y los talibanes. Así como, tantas otras que susurraran a tu alma.
Agradecer a Libros.com su existencia, para a través de sus crowdfunding facilitar la existencia de esta ventana al mundo real.
Agradecer, a personas de la calle, que inviertieran el precio de una comida en apostar para que esta biblia de la esperanza en la humanidad viera la luz.
Agradecerte a ti, si consideras oportuno comprarlo, que en vez de encargarlo a un bot al hacer la compra online, encargues este libro en tu librería del barrio, porque te aseguro, que en cuanto un librero lo tenga en sus manos, no va poder más que ponerlo en el escaparate, a la par que catarlo cada día.
Como escribe Miguel Ángel “Somos uno, de distintos colores y tamaños, pero uno”, y el cambio empieza por ti y por mí.
Gracias por tu tiempo lineal
Go!
