Tradicionalmente, en el vasto Estado español, para ser un “morito bueno”, actualmente rebautizados como “musulmanes integrados”, había que aceptar la “conversión forzosa”, pasando ellos a ser “moros conversos” y sus descendientes a ser considerados como “cristianos nuevos”. Hoy en día, por suerte, ya no hace falta: basta con parecerlo.

Antes de continuar, y para evitar verme declarando ante un juez por supuesto enaltecimiento al terrorismo, como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en la sociedad en la que nací, debo condenar y condeno cualquier acto de violencia y sufrimiento intencionado realizado en cualquier parte del mundo por personas que no conozco ni comparten mis ideas, pero las cuales, al igual que yo, se reconocen musulmanas.

Como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en la patria en la que nacieron mis ancestros, y lucharon por ella cuando se vieron obligados, y perdieron, y fueron condenados al olvido de sí mismos y al hambre, ellos y sus descendientes; debo agradecer al Estado español que ya no me mate, ni me arroje por acantilados, ni me queme a mí, ni a mis libros de ciencia y conocimiento, en una hoguera, ni ordene mi muerte con un tiro por la espalda en una cuneta cualquiera, ni me obligue a no aprender a leer ni escribir. Y debo olvidar y callar los nombres de aquellos compatriotas que murieron luchando pacíficamente por lograr esto, como el de Blas Infante o Manuel José García Caparrós (última víctima preconstitucional, asesinada el 4 de diciembre de 1977).

Como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en las costumbres de mi patria de origen y nacimiento, debo permitir, sin defenderlas en nada, que a mis hijas, hermanas, esposa y amistades femeninas, les agredan por las calles, les escupan e insulten, les arranquen la ropa en público y las quieran desnudar contra su voluntad, y les impongan su vestimenta. Y como morito que quiero ser “bueno” debo recomendar a todos los varones musulmanes que adapten sus vestimentas en nombre de la “libertad”, y vistan conforme a las modas que nos venden en los medios de comunicación de masas y propaganda publicitaria capitalista.

Como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en la Europa que ve derrumbarse su sistema económico capitalista, y su preponderancia mundial, mientras las alternativas del “socialismo real”, o socialismo marxista, y las del “socialismo realista”, o socialismo no marxista, están enterradas o en cuidados intensivos; debo olvidar mi derecho a vivir en una sociedad acorde con mis convicciones musulmanas: “Al-Lah ha hecho lícito el intercambio y ha prohibido la usura. Así pues, quien sea consciente de la advertencia de su Sustentador y desista [de la usura], podrá quedarse con sus ganancias” (Corán 2:275); y basado en el amor: “No os pido recompensa alguna a cambio de este [mensaje], sólo que améis a vuestro prójimo” (Corán 42:23), “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).

Como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en mi Andalucía nativa, debo olvidar que hace quinientos años mi patria competía en conocimiento y tecnología con la Andalucía actual de quinientos años después, y entre medias sólo hay un vacío oscuro y el olvido de los ochocientos años previos en las que un malagueño fue el primer hombre en realizar un vuelo en aeronave, prolongado y verificado: Abbas Ibn Firnás en el siglo IX, el inventor del paracaídas y la clepsidra “Al-Maqata-Maqata”.

Como morito que quiere ser “bueno” e integrarme en la comunidad en la que vivo, debo condenar cualquier sociedad islámica, porque todas son terroristas, machistas, dictatoriales y atrasadas, y olvidarme de Al-Ándalus, porque es anacrónica, y olvidar que el que ser musulmán en el Estado español era un billete a un Auschwitz de quinientos años de duración, por el que sólo la Iglesia Católica ha pedido perdón, siendo la Santa Inquisición Española más un ejecutor de órdenes políticas que religiosas.

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