Cristina del Valle: “Muchos hijos e hijas de nuestra generación nos conocen ahora en los conciertos”

18 de Junio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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FOTO PARA ENCABEZAMIENTO

Una tarde lluviosa de junio, la nada peligrosa pero muy amigable Cristina del Valle abre la puerta de su casa a Diario16 para repasar en una charla muy informal sus más de treinta años de carrera musical y de compromiso social a través del activismo por los derechos humanos.

Acompañada en todo momento de su querido perrito Tití, al cual no deja de acariciar, la reconocida cantante se despoja de su faceta de artista para transmitir en su mirada una calidez humana y una cercanía poco habituales.

Sus gestos, su forma de expresarse y su intensidad a la hora de contar sus vivencias profesionales y personales, hasta admitir que se crio en el seno de una familia víctima de violencia de género, no hacen más que reforzar su autenticidad y empatía con los más desfavorecidos.

En esta entrevista, Cristina del Valle habla de música, de los 30 años de Amistades Peligrosas, de su compañero Alberto Comesaña, del gran éxito que están teniendo en América Latina, de la repleta agenda de eventos y de conciertos que tienen desde comienzos de año, de sus proyectos y hasta concede una exclusiva a nuestros lectores.

Del Valle también reivindica en todo momento su lucha por los derechos humanos como algo inevitablemente asociada a su música.

Estamos festejando más de 30 años de Amistades Peligrosas. Empezaron allá por el año 1991, y estamos ya en el 2023 con una gira plagada de conciertos. Cuéntenos, ¿en qué, situación se encuentra en este momento?

Como tú muy bien has dicho, celebrando ya ese 30º aniversario. Y sobre todo como gran novedad, en América Latina, porque desde que hemos empezado el año hemos estado en Chile.

 Y hemos iniciado este 2023 de la mejor de las maneras, cumpliendo un sueño pendiente: devolverle a la gente el amor y la gratitud que tuvieron todos los pueblos de América Latina, donde en la mayoría de ellos hemos sido disco de oro o disco de platino, donde la gente sigue recordando nuestras canciones, siguen sonando en los medios y donde el amor de la gente pudimos palparlo.

Chile ha sido un poco la lanzadera para el resto de la gira de conciertos: tenemos una gira prevista, además de nuestro país que nos llevará a Cuba del 21 al 27 de este mes de junio, a Colombia, en julio, en septiembre a Perú y en noviembre nuevamente a Colombia donde recogeremos un importantísimo premio a nuestra trayectoria. Luego nos vamos todo el mes de diciembre a Chile, donde esperamos dar el salto desde allí a Uruguay, que se nos quedó pendiente, para participar de unos festivales y, por supuesto, Argentina, que es nuestro sueño total.

Carlos Gardel decía en su tango “Volver” que 20 años no son nada, pero estamos hablando de que son 30 años de Amistades. ¿En qué nota usted que ha cambiado el mundo de la música de los años 90 a lo que estamos viviendo ahora?

Ha cambiado muchísimo, no, muchísimo, muchísimo. Hace unos días me reencontraba con una persona a la que he querido muchísimo, que es el director de la compañía EMI, Javier Lozano: fue la persona que creyó en nosotros después de estar un año dando vueltas por las compañías porque nadie creía en nosotros. Yo que venía del pop, más tarde Alberto, que venía del porno pop de Semen Up, con toda la censura que había sufrido, entonces no entendían el proyecto, algo tan diferente, de pronto pudiera casar, no Y fue Javier el que creyó en nosotros.

Y para mí fue el apoyo fundamental y la persona que entendía la música precisamente de una manera muy diferente a como lo entendían los directores de otras compañías discográficas: desde el respeto al artista, el amor por la profesión. La ética profesional y, sobre todo, el apoyo al artista, el impulsar todo aquello en que lo que el artista creía. No intentar, como hacían muchas compañías u otros directivos, que el artista al final fuese un objeto de mercado donde iba dirigido a todos los niveles desde su estética, lo que tenías que decir en tus canciones…

Y, en nuestro caso, Javier fue una persona que nos permitió trabajar con absoluta libertad porque no había sido posible de otra manera Y proteger esa parte especialmente mía de enfrentarme a un negocio en ese momento terriblemente cruel, duro, machista, misógino, donde si no hubiera tenido su aval, pues probablemente yo no estaría en esta profesión.

Una transgresión peligrosa para la industria musical

Hablaba de la libertad, de trabajar en los años 90, eran un grupo pop de música española con un éxito rotundo en Latinoamérica, pero no era al uso. Amistades Peligrosas, por aquellos años, se atrevió a hablar del aborto en Lágrimas de Metal, por ejemplo, o el tema de la inmigración en Africanos en Madrid. Estamos hablando de que su impronta personal y profesional, está en cada una de las canciones…

La riqueza del grupo son dos personas que en ningún momento se fagocitaron ni se borraron el uno al otro como pasa en muchos grupos: el hecho de que ninguno de los dos hiciésemos concesiones ni fuésemos personas fáciles de conciliar criterios, cada uno defendía el suyo, hizo que grabáramos, incluso, Nueva Era con equipos distintos, con músicos distintos, con productores diferentes, en estudios diferentes, porque la independencia era una un principio vital.

Y en esa independencia tenía que ver con dos personas radicalmente opuestas en criterios, en ideología, en formas de ver todo, aunque obviamente convergíamos en el escenario y se provocaba la magia. Pero sí es verdad que la riqueza de Amistades es que la gente aceptó y la gente entendió y la gente hizo suyo un tipo de música que tenía que ver con la vida; no era solo música y que era transgresora.

Pero su transgresión venía de mucho antes…                         

Alberto, con Semen Up, fue un transgresor en su época al hablar de la libertad sexual en cualquiera de sus expresiones. Entonces hablar de eso y, además, meter en el mercado comercial en ese momento en el grupo Amistades y en una multinacional, canciones como “Africanos en Madrid”, “Eloí Eloí”, “Quítame este velo”, “Meninas das favelas”, etcétera, etcétera, convivieran fue una batalla campal.

Y, repito, fue gracias al aval del director de la compañía, Javier, que en todo momento fue la persona que me apoyó y fue mi todo porque si no hubiera sido imposible, no solo eso, sino que en ese entonces una mujer tenía que poner a los tíos, tenía que llevar minifaldas, ir de tía buenorra, no podía dar discursos sociales en los escenarios, no podía ir a hacer acciones sociales como yo hacía con la música, a la que considero un derecho no solo para tocar en un sitio masivo donde iba todo el mundo en un campo de fútbol, en un polideportivo.

Para mí la música es un derecho y lo que trataba es que mi música llegara también a lugares donde no es fácil; a centros penitenciarios, he trabajado de voluntaria durante 7 años con la Asociación Solidarios para el Desarrollo o en casas de acogida, donde como niña víctima me he sentido siempre con la obligación moral y con la educación que me dio mi mamá de que las niñas víctimas de violencia sientan también que un personaje público, como me decía una niña en una casa de acogida  “Yo quiero ser artista, pero claro, como soy mi como mi papá, nos maltrata y como estoy aquí no voy a salir nunca. De aquí no voy a poder” y yo le decía, “Yo soy una niña víctima de violencia, y claro que vas a ser lo que tú quieras”.

 Sí, para mí la música nunca ha estado desligada de una responsabilidad social. Primero, con el dolor y la invisibilidad de historias y de personas que no la tienen, no solo personas no saben sintientes como son los animales Entonces, para mí la música no puede estar desligada de un compromiso con la sociedad. Y “Africanos en Madrid” es una canción más presente que nunca; una canción durísima escrita por una persona que sufrió en primera persona una paliza brutal de la policía en un portal en Gran Vía. Y obviamente es una canción que cuando tú la tocas en los escenarios te das cuenta de que te sirve como un mapa, una radiografía de hacia dónde va camino a Europa. De cómo Europa ha convertido el Mar Mediterráneo en la fosa común más terrible del mundo.

Pero con una diferencia, una canción escrita hace 30 años. Se dice pronto.

Es una bofetada de realidad, ¿A qué llamamos progreso cuando comparamos nuestros países con otros países o cuando cuestionamos otros modelos políticos y económicos, o sea, de qué estamos hablando, no?

Y en un contexto donde el auge o la criminalización de los extranjeros cada vez es mayor…

Y no solo la criminalización del otro, del diferente, sino de las organizaciones civiles: Open Arms que enseñó las vergüenzas y puso nombres y apellidos a miles de seres humanos a los que nadie veía y a los que se les dejaba morir … y cómo se les criminalizó y se les trató de identificar con las mafias para desautorizarles. Ahora mismo las sociedades civiles, las ONG y la movilización ciudadana son los únicos espacios críticos contra los sistemas que tenemos y por eso el sistema, claro, no le gusta que le den bofetadas y que le muestren las vergüenzas; criminaliza, cuestiona o demoniza a todas aquellos que pueden hacer pupa, ¿no?

Cristina, volvamos a hablar del compromiso social que usted tiene a través de la música. Un dato, la ley del aborto fue aprobada en el 2010, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, pero Amistades Peligrosas se atrevió a hablar del aborto en Lágrimas de Metal unos cuántos años antes…

Totalmente. Además, que presentarla en los escenarios cuando estabas presentando canciones pop bailón y, de pronto, contabas la historia y aparecía en la vida; hablábamos de la violación ya sea con imágenes de una víctima, yendo a denunciar a comisaría, y planteábamos el aborto como un derecho. Obviamente, con la eutanasia y los derechos LGTBI, desde el principio…

Hay otra canción “Casi nunca bailáis” basada en una historia real…

Se hizo por la historia de una mujer que quería ser artista pero que al final se casó, tuvo su familia, sus hijos y dejó de ser ella. Al final, los hijos se fueron, el marido se fue con otra y, entonces, la canción habla de la estafa vital que sienten tantas mujeres de nuestra generación y las generaciones anteriores, también de no poder realizarse más allá de madres o esposas.

"Casi nunca bailáis" ya habla de cómo las mujeres viven en la periferia de los derechos y su valoración social es en el ámbito de lo familiar. Y era una reflexión importante en ese momento.

Amistades fue más allá: hacer música con la Biblia…

Hicimos algo muy transgresor: coger la Biblia en plena Semana Santa y hacer una temática bíblica cuyos textos son literales, sacados de la Biblia. ¿Qué hacíamos? Reinterpretarla. Poníamos, creó al hombre también a la mujer y ahí añadíamos: los dos por igual, creó a los dos iguales. Cogíamos también los textos sagrados y los reinterpretamos, que, también eso, es transgresión.

Hablando ya de la trastienda, de la industria de la música. Este mensaje transgresor de Amistades Peligrosas llegó a ser incómodo…

Tuvo un coste para mí: fue el punto de inflexión que hizo que yo en el año 98 dejara el grupo porque no podía entender que todo el mundo me cuestionara por ser una persona que tiene una situación de empoderamiento, que tiene acceso a los medios, que el mensaje desde un escenario que tiene un calado y una importancia… Yo que veía construida en la fortaleza de una madre que había salido protegiendo la vida de sus hijas de miles de intentos de asesinato, de agresiones, de todo, de que me había sido educada en un hogar donde mi casa, en una casa de acogida para otras muchas mujeres y sus niños en una época, hace 50 años, donde no existían casas de acogida, en donde las mujeres víctimas eran perseguidas y se les quitaba la patria potestad, si tú eras como yo, mi madre, para salvar sus vidas. Yo no podía traicionarme a mí misma.

La dignidad no la vendo y nunca la ha vendido en mi vida y es un principio vital. Y cuando vi que se convertía en un conflicto para todo el mundo; en el medio, en la compañía discográfica el hecho de que yo llevase mi música a las cárceles, a los centros de acogida, que mis discursos en los escenarios fuesen que la música, además de hacernos bailar, tiene que hacernos reflexionar, poner voz y dar visibilidad a colectivos y a personas que no la tenían. Cuando se convirtió en un conflicto, decidí irme del grupo porque ya no tenía sentido. A mí no me interesaba ni alimentar mi ego, ni mis bolsillos…

Podemos decir que su música y su compromiso social eran peligrosos para ciertas amistades, ¿no?

Pues sí, la verdad que eso. Es muy bueno, sí, yo nunca lo entendí, nunca lo comprendí.

Peligroso para ciertas amistades de la industria de la música, me refiero…

Yo en ese momento era una mujer feminista en un modelo patriarcal y machista donde la gente cree que el ámbito de la música es súper transgresor….No, no, no.

 En el negocio de la música hay machismo, hay misoginia y es una realidad que hemos sufrido y las que hemos sido pioneras...

Yo tuve un mánager que me tuvo bloqueada durante una gira entera porque quería obligarme a firmar un contrato donde se me prohibía literalmente vestir con pantalones o con ropa que no fuera sexy. Prohibido hablar de temas sociales, tenía que cantar prácticamente casi detrás de Alberto, estar invisible, hablar lo menos posible y ser lo menos molesta posible para un modelo machista donde las mujeres son un objeto, cosificado totalmente, desposeídas de derechos y al servicio de ponerle a los tíos o de quedar muy mona, y eso me costó un año de gira, tener bloqueadas mis cuentas, llegar a una dirección y tenerme aislada y vetada… El fin era minarme para que me marchara. Eso lo viví durante mucho tiempo.

Cristina del Valle en el Sáhara

Pero se enfrentó a todo eso…

Era una guerrillera total: yo iba a las reuniones con la compañía y con todo el equipo, me iba al baño, lloraba como una loca, me secaba las lágrimas y volvía a la reunión para mantener la dignidad, pero el coste emocional fue muy tremendo, muy tremendo, pero yo me negué a rendirme. Y por eso me enfrenté a todo.

Y pasaron 5 años…

Yo lo paré todo para crear la Plataforma de Mujeres Artistas contra Violencia de Género. Saqué dos discos en solitario. También seguí trabajando en la música, no paré de trabajar, pero le di a la música, al sentido que yo quería darle. Para mí llegó un momento en que mi crecimiento como ser humano y mis reflexiones hacia mí, como persona, yo necesitaba cobrar otro sentido.

Pero, eso requiere de mucha valentía y mucho coraje y, sobre todo, mucha convicción… No cualquiera deja una gira de 80 conciertos…

Teníamos en un disco recién sacado, pero lo dejé todo. O sea, fue decir, estar arriba del todo e irte de todo, dejarlo todo.

Fue muy duro, emocionalmente durísimo, pero no hay nada que compre el ser tú y para mí el ser yo y acostarme cada noche en mi almohada y sentir que soy coherente entre mis acciones y mis ideas, eso a mí me ha obsesionado toda la vida. Mi madre nos lo ha inculcado a toda mi familia: somos cuatro mujeres artistas y todas trabajamos la coherencia como un principio vital, la solidaridad y el activismo como una forma de ser ciudadana.

Cristina del Valle junto a Yasir Arafat

La música como activismo y compromiso con la sociedad  

Usted ha llevado su música a todo el mundo, no solo a los escenarios…

Cuando yo me vi en un escenario en Palestina o los campos de refugiados saharauis, o en Irak unos días antes de la guerra, cuando vivía en Ciudad Juárez, donde las madres me decían “cada vez que tú hables en un escenario de nuestras hijas o que las nombres mis hijas estarán vivas en sus gargantas”. Y esa responsabilidad como ser humano y como ciudadanos es vitales.

Cuando yo veo en primera persona lo que es el criminal bloqueo contra un pueblo inocente, cómo se fabrican las mentiras, cómo los medios de comunicación están al servicio del poder, cómo se manipula la información, cómo en un hospital de Irak los niños, todos enfermos de cáncer que se morían y agonizaban en los brazos de sus madres, pierdes la inocencia de todo.   

Cristina del Valle en Irak

Fue delante de una madre vestida de negro, con su hijo agonizando, con toda la boca llena de heridas, de pupas, enfermo de cáncer, con unos dolores terribles y yo me salí de la habitación del hospital y me caí, literalmente delante del muro blanco de la pared blanca: miré ese muro y vi el muro de la indiferencia del mundo de un modelo repugnante que hemos creado de deshumanización a la que hemos llegado como sociedad. Y ese para mí fue un antes y un después en mi vida.

Cristina del Valle, a través de las canciones, primero de Amistades Peligrosas y luego como solista, es una mujer empoderada, feminista, comprometida con la lucha LGTBI, en contra de la guerra y del racismo…

Para mí se resume en dos cosas, la defensa de los derechos humanos y la defensa de una cultura de paz como artista. ¿Es decir, qué puede aportar el arte al a cambiar este mundo? La paz.

La música es un instrumento que genera que conecta a la gente con sus emociones, que la conecta con el alma, porque vivimos desconectados del alma. La música genera belleza, bondad, diálogo, paz. La paz no es solamente la ausencia de guerra, es una forma ver al otro como un igual diferente, portador de derechos. Hasta que eso no se cambie, no podremos hablar de la paz en el mundo.

Fue un tema de candente, actualidad hace unos meses, pero ya en 2003 se volvió a juntar con Alberto para lanzar un disco dedicado íntegramente al pueblo saharaui “La larga espera”…   

La compañía no quería sacar de single “La larga espera”. Pero al final salió con un video en los campamentos y fue una experiencia muy bonita: para mí fue maravilloso poder compartir, también con Alberto, que él entendiera lo que era, lo que constituía mi vida en mis emociones y mi corazón, y mi ideología. Fue una experiencia brutal.

De hecho, el año siguiente se trajo el Sáhara en el proyecto de “Vacaciones en Paz”, ha estado trayendo niños también, como han hecho muchas familias en España. Y fue algo que nos unió y que compartimos: la dignidad de la lucha de todo un pueblo. Es un video precioso, en los 5 campamentos que hay con casi 250.000 personas que se juntaron donde montamos la bandera con los vestuarios de las mujeres, la bandera saharaui y donde iba un éxodo caminando hacia su mar.

Cristina del Valle y Alberto Comesaña con el pueblo saharaui

Un reencuentro más que esperado

En 2006 os volvéis a distanciar como grupo, pero en 2020, para alegría de los fans, os reencontráis…

En plena pandemia que fue muy difícil que, para todo el mundo, pero especialmente también para nuestro colectivo y para los artistas. Fue un antes y un después.

 Y también en el caso nuestro se juntaba que habíamos sido pareja, que habíamos tenido una vida muy complicada, que había sido mezclar el trabajo, que el éxito nos pilló sin estar preparados, que de pronto, nos convertimos de noche a la mañana en la banda sonora de toda una generación, que el éxito devoró nuestra relación personal. Fue una relación muy dolorosa, muy conflictiva, con mucho sufrimiento de dos personas que lo habíamos tenido todo, pero que no supimos ser felices ni disfrutarlo. Y eso es algo que está siempre en la mente de los dos.

Esta vuelta tuvo que ver con recuperar la amistad, hemos pasado de amigos a familia y con sanar las heridas…

Y con la madurez, también, ¿no?

La madurez, lo vivido en toda la situación del Covid que fue durísimo. Entonces habíamos tenido acercamientos antes de todo eso y siempre nos quedaba ese gusanillo de “nos debemos el uno al otro el disfrutar de esto”

¿Y qué acogida tuvo el anuncio en 2020 de su reencuentro?

Muy buena en los medios, la gente fue super cariñosa, nos trataron muy bien. Nosotros mismos nos sorprendimos porque fue muy positiva, muchísimo cariño. La gente nos empezó a contar cosas de su vida, del papel que había jugado en su vida y a partir de ahí empezamos a dimensionar realmente lo que significa la música en la vida de la gente.

Y ahora, con la distancia de más de 30 años de carrera. ¿Por qué cree que Amistades Peligrosas sigue vigente?

Primero, porque para lo bueno y para lo malo éramos absolutamente transparentes, sin filtros, y era la verdad lo que ocurría en el escenario era la verdad. Si nosotros habíamos discutido en el escenario es que lo decíamos era como estar en casa… Hemos llegado a reconciliarnos en un concierto, o sea, de subir sin hablarnos. Había tanta verdad que la carga emocional para nosotros era un sufrimiento, pero para el público era emocionalmente intenso, porque estaban recibiendo todo el rato emociones y las canciones estaban hechas desde nuestras emociones y luego nosotros trabajábamos también mucho la teatralización y nos entregábamos a la gente. Los dos somos monstruos de escenario, y había una admiración mutua, independientemente de nuestros conflictos o nuestra forma diferente de entender muchas formas de la vida.

También éramos dos, que además nos crecíamos en el escenario y nos picábamos. Y luego nos adelantamos a los tiempos: fuimos un grupo que nunca jugó a las modas porque cuando tú juegas a la moda, la moda se pasa y tú te pasas. Éramos un grupo con una identidad propia, algo que es difícil, que estábamos al margen de las leyes del mercado porque nadie entendía cómo canciones como Me haces tanto bien” “Estoy por ti” convivían con “Africanos en Madrid”.

La estética, las portadas de los discos, la vestimenta…

Todo fue único personal, transgresor, vanguardista. Y muchos hijos, hijas de gente de nuestra generación nos conocen ahora en los conciertos. El otro día fue maravilloso porque me escribió un chico, me dijo “Por primera vez en mi vida hemos compartido un concierto con nuestros padres. Vosotros sois la banda sonora de la vida de nuestros padres, nos llevaban los coches y nos ponían la música. Y de pronto fuimos a veros al concierto mis cuatro hermanos con mis padres y disfrutamos como enanos. Nos dimos cuenta que era una música que trascendía los tiempos, modas y edades”. Al final el éxito de un artista es trascender los tiempos.

Un futuro cargado de conciertos y viajes

¿Cuáles son los proyectos que tenéis para los próximos meses?

A partir del 21 de este mes estaremos en Cuba: actuaremos el día 25 en un festival que se llama un “Puente para La Habana” que es el sueño de mi vida. Cuba fue mi cuna musical desde niña, desde que tengo uso de razón, soñaba con ese país con Cuba, con su gente, con su cultura, con su música. Y luego seguiremos de gira por Colombia, Chile, Perú, Argentina… Y también gira por España. En las sociales están todas las fechas.   

¿Tienen planeado lanzar algún nuevo single?    

Sí, ya sacamos “Alto el fuego” y ahora tenemos preparado otro que va con un video lyric.

¿Nos puede decir el nombre? En exclusiva para Diario16…

Bueno… se llama, lo puedo decir en primicia y en exclusiva a Diario16 “A medio gas”. Aparte va con un video lírica que en donde aparecen imágenes de Calama, en el desierto de Atacama en Chile, que es el desierto más inhóspito del mundo, donde están las minas de cobre más importantes del mundo y donde es un lugar increíble donde actuamos.

Y ahora sí, Cristina, más que una pregunta que es una petición. ¿Qué le gustaría decirles a los lectores de Diario16, a sus fans, a los fans de Cristina del Valle, de Alberto Comesaña, a los fans de Amistades Peligrosas?

Que, para nosotros, como artistas, levantarnos cada mañana y sentirnos vivos lo que le da sentido a eso, es la gente que nos quiere y que nos ama. El público es tu familia y la comunicación, la comunión que se provoca con el público es algo que el artista necesita para vivir, o sea, la música es la vacuna emocional y para nosotros el público es nuestro alimento emocional y es lo que da sentido a nuestras vidas.

Está confirmando que no solamente es una cuestión profesional y de música, sino de conexión con tu público…

Yo estoy las 24 horas pegada a las redes contestando a todo el mundo. Para mí, que una persona desde cualquier lugar del mundo dedique un minuto de su tiempo para contarme su vida, para darme las gracias o para poner un me gusta, merece todo mi cariño, mi atención y cuidado.

Siempre, atiendo a todo el mundo, para mí es vital. Y lo mismo en los conciertos, hasta la última persona que quiera una firma o que quiera conversar contigo, es vital para mí.

Un artista que no es humilde, un artista que no sabe amar a su gente no es artista: la humildad, si no va unida a tu profesión, no eres artista. La gente grande que yo he conocido en esta profesión y la gente valiosa era la gente más humilde y más generosa. La generosidad y la humildad son dos características que, para mí, si no validas, a un artista, lo desposeen de su categoría de artista.

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