The Brutalist: tú me jodes, yo te jodo

02 de Febrero de 2025
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The Brutalist

Pertenezco a esa secta extravagante de cinéfilos que cuando acaba la película se queda en su butaca y persevera en la lista de los créditos. Hoy también lo he hecho al terminar la proyección de The Brutalist, inspirada en la vida del arquitecto László Tóth, o más exactamente: inspirada en la vida del arquitecto judío László Tóth.

De la película, ya dicho que soy un cinéfilo extravagante, me ha gustado muchísimo que tuviera un intermedio y salir a la calle Narváez con mi petaca de bourbon para dar un traguito y meterme un poco de humo en el pecho. Ver cine en una sala es algo que podría calificarse como religioso. La sala como templo.

Pero en el mundo hay muchas religiones , y en El Brutalista los judíos son los buenos y el resto, católicos incluidos, de ningún modo son tan buenos. 

Entre líneas, pero con claridad absoluta, explican al espectador que el pueblo elegido tenía derecho a ocupar lo que ahora se conoce como el estado de Israel, y que ese derecho estaba refrendado por Naciones Unidas. 

Hasta ahí, bueno. Pero lo del final de la película casi cuatro horas después de haber entrado en el cine, contando con los quince minutos del intermedio, me ha parecido una sobrada innecesaria.

Mientras desfilaban los nombres en los créditos sonaba una bonita canción pop: One For You One For Me.

Después del dramón no quedaba muy claro que hacía una alegre canción pop para terminar, aunque según me han explicado, y yo he dado la explicación por buena, el mensaje estaba clarísimo: si tú me la haces yo te la devuelvo, o más groseramente: si tú me jodes yo te jodo. 

El brutalismo es un movimiento arquitectónico, se supone que estábamos hablando de arte... Aunque por supuesto también mucha gente considera arte el de la guerra..., hay incluso un libro oriental, muy famoso, aunque a mí no me gusta demasiado y creo que no puedr compararse con el Tao a pesar de que lo pretenden, que se titula así: El Arte De La Guerra.

Guerra. La .guerra entre árabes e israelíes parece que está muy lejos, pero es imposible no escuchar su eco. Incluso cuando va uno inocentemente al cine, con ánimo de fugarse de sus propios espectros, y se encuentra con que al final de la proyección le despiden alegremente con una canción pop a modo de aviso: si tú me jodes, yo te jodo.  Qué bonito.

No parece el mejor camino para que lleguemos todos a un final feliz, un final en el que nos amemos los unos a los otros y estemos felices y contentos. 

Tigre Tigre

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