Dijo algo especialmente bonito Iñaki Gabilondo en la presentación del libro José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo escrito por el genial e incombustible, encantador siempre, José Manuel Lucía Megías. El acto era en el gran salón de la Biblioteca Nacional, que estaba hasta la bandera. A Lucía Megías le flanqueaban Olga Lucas (“La última princesa de José Luis Sampedro”) y Gabilondo:
-A mí José Luis Sampedro me quería, y siempre he vivido ese afecto como una suerte de condecoración, un regalo de la vida.
Me pareció un pensamiento precioso, lenitivo, de esos que compensan los atascos y los no llegar a fin de mes. Que te quiera alguien es maravilloso; incluso si no es para siempre, incluso si algún día deja de quererte porque se entera que tú eres rojo o facha, del Barsa o del Madrid (en suma: que no eres de su equipo) y decide ya no hablarte más. Pero mientras dura: vida y dulzura. Porque mientras nos quieren hay que disfrutarlo y llevarlo como una condecoración, vivirlo como un regalo de la vida. Un regalo de la vida que también podemos hacer, y cruzar los dedos para quienes están a nuestro alrededor sepan apreciarlo.
A los del Corte Inglés yo los quiero. Viene de viejo. Mi padre estudió con Isidoro Álvarez (tenían a Fraga de catedrático) y a mí siempre me encantó -por sentido común- la filosofía de Ramón Areces: “te lo gastas cuando lo tengas”, o dicho de otro modo: que no trabajes para el banco.
Pero como escritor profesional, y a nivel cultural (en cursiva), también los quiero. Patrocinan desde el principio el Getafe Negro de mi muy querido amigo Lorenzo Silva, he comido muchas veces con Ramón Pernas (el creador de la marca Ámbito Cultural) y tengo una relación excelente con Gervasio Posadas, actual capitán del buque Ámbito, su lugartenienta, Pita Sopena, y toda su tripulación. Especialmente con Scarpa, de quien empecé a hablar en los periódicos cada vez que cumplía años. El primer artículo sobre los cumpleaños de Scarpa es de 21 de enero de 2017, justo cuando empezábamos nuestra andadura digital. Y cuando Scarpa se enroló en la voluntariosa nave AMBITO CULTURAL DEL CORTE INGLÉS (tengo un nombre mucho mejor para ese barco, pero me lo guardo en la manga) estuve siguiendo todos los actos poéticos (sí, actos poéticos, que no son exactamente lo mismo que recitales de poesía) y reseñándolos desde Diario16 con el máximo entusiasmo, porque se lo merecían (“he visto asaltar naves en llamas en la planta 4 del Corte Inglés Callao” que diría Rutger Hauer). Y el pasado lunes sucedió nada menos que el ACTO POÉTICO NÚMERO CIEN de la era Scarpa en el Corte Inglés. Me lo perdí porque me secuestró una rubia de piernas largas y nunca he sabido decirles que no a las rubias de piernas largas. Pero desde aquí lo aplaudo y felicito a todos los bravos verseros. La verdad es que me habría encantado estar, a ver si el próximo lunes que “sea poesía en el Corte Inglés” puedo estar allí para verlos a todos.
Y también desearía estar en el Teatro Infanta Isabel viendo EL CABALLERO INCIERTO, con la sanguínea Silvia de Pe, en una de las tres funciones que han programado para navidad: 27 de diciembre y 3 y 10 de enero.
A ver si los dioses son propicios y soy capaz de administrar mis días, cada vez más raros: el mismo lunes de los verseros no miento si digo que salté en el tiempo, un montón de meses atrás, y me encontré al Mago, acompañado por un ex presidente del Senado y un político cuyo nombre no quise preguntar porque a pesar de la alegría que le meto a la vida y a ser más bien boquiflojo y dicharachero sucede algunas veces que alcanzo a ser casi discreto.
Excelsior.
(Versero: (en lunfardo) persona que dice mentiras.
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Aquí, evidentemente, lo hemos dicho en -más o menos- otro sentido, porque no hay mentiras más mágicas y atractivas que aquellas capaces de convertirse en verso).