El designio: Miedo y asco en el Raval

11 de Diciembre de 2024
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El designio, de Laura Pérez Vernetti y Javier Pérez Andújar. Autsaider, 112 páginas, 20 €.

El sello mallorquín Autsaider lleva una docena de años editando con mimo la flor y nata del underground nacional. Su bombazo de este año ha sido El designio, firmado nada menos que por Laura Pérez Vernetti y Javier Pérez Andújar. La dibujante es toda una veterana del cómic alternativo en España. En los ochenta, formaba parte de la plantilla de colaboradores habituales de El Víbora, firmando sus páginas transgresoras como Maracaibo o simplemente como Laura, que es como la conocemos los viejos aficionados y como me referiré a ella en este artículo; por aquel entonces no estaba bien visto que una mujer se dedicara a esto de las historietas, y si lo hacía se suponía que tenía que dibujar sus cositas en la línea de Purita Campos o Trini Tinturé. No era su caso, lo que hace doblemente meritorio que consiguiera hacerse respetar en la escena. Después de sobrevivir a la Movida, ha trabajado con guionistas como Felipe Hernández Cava, Alfredo Pons, Antonio Altarriba o ese dinosaurio de las vanguardias que fue Joseph-Marie Lo Duca, y ha ilustrado poemarios de Fernando Arrabal, Luis Alberto de Cuenca y muchos autores más. En cuanto al guionista, Javier Pérez Andújar, es más novelista que otra cosa: todo un arqueólogo del lumpen catalán que prodiga referencias al cómic en sus obras, ya desde su novela Los príncipes valientes (2007), y que fue premio Herralde con El año del búfalo (2021). Ahora unen fuerzas para acometer este relato gamberro y singular, fiel a las raíces y a la trayectoria de ambos.

Se podría decir que El designio pertenece a la tradición literaria del esperpento. Decía Max Estrella, completamente curda, en Luces de Bohemia que “los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Estas premisas que un día Valle-Inclán formuló contemplando el Callejón del Gato son las mismas que sustentan, cien años después, la imagen del Raval descrita por Pérez Andújar en El designio, un escenario por el que pululan todos los tipos imaginables de un imaginario popular que oscila entre lo grotesco y lo místico: la yonqui, el músico callejero, el chino vendedor de humo, el enano, la adivina, el exorcista, el cantaor y la vieja bruja de moño y toquilla, moderna heredera de la Celestina. Todos ellos protagonizan, de forma coral, una historia disparatada y tremebunda, un auténtico descensus ad inferos cargado de resonancias guiñolescas. Tanto el guión de Pérez Andújar como el soberbio dibujo de Laura tienen mucho de las aleluyas de nuestros bisabuelos, de los pliegos de cordel que llevaba de pueblo en pueblo el ciego de la zanfona, ilustrando en viñetas crímenes truculentos y milagros de la Virgen. El designio recoge la esencia de la España negra, la traduce al lenguaje del cómic y le pone banda sonora de Pink Floyd.

En el trazo de Laura, grueso y pesado como el del vidrio emplomado, se pueden discernir numerosas referencias gráficas: el expresionismo de El gabinete del doctor Caligari, las figuras hieráticas del Tarot de Marsella, los xilograbados medievales y algún eco del underground americano, acaso de mi admirado Richard Sala. El designio tiene mucho de la estética del titirimundi, o de los pasacalles de gigantes y cabezudos. Haciendo un ejercicio de genealogía del cómic, se puede trazar una línea directa entre el estilo de Laura y el de figuras más jóvenes como Cristina Durán; pero la variedad dentro de la unidad de estilo y un inagotable repertorio de recursos visuales denotan en los dibujos de El designio el sedimento de toda una vida dedicada al noble arte del tebeo.

Este es un cómic destinado a los amantes del cómic, porque está trufado de guiños y referencias más o menos explícitas a la historia del noveno arte y a la literatura de quiosco. El designio da comienzo con una conversación sobre la nieve de El eternauta, esa nieve asesina imaginada por Héctor Oesterheld que cubría la totalidad del planeta como preludio a la invasión alienígena: ¿qué mejor manera de advertir al lector de que en este cómic puede pasar cualquier cosa? Menudean las referencias al tebeo clásico, desde Hazañas bélicas a Max Delton, pasando por Mortadelo y Sir Tim O’Theo, así como una escena completa de homenaje a Tintín: “¡Creo que esto lo leí de niño en un tebeo!”, dice el enano Goyo cuando se le encaja una cabeza de toro en la parte superior del cuerpo y embiste, desorientado, a los parroquianos de la peña flamenca Bram Stoker.

A ritmo de pareado, tragedia y farsa se confunden en las estampas de las aleluyas, y también en este cómic irreverente, rebosante de referencias culturales y contraculturales. No os confundáis, El designio no es una historia fresca; es puro resabio, puro recalcitre, como los sótanos impregnados de olor a morapio y nicotina. Y puede que no sea el mejor cómic de la historia, pero es auténtico como él solo.

El designio, de Laura Pérez Vernetti y Javier Pérez Andújar. Autsaider, 112 páginas, 20 €.
El designio, de Laura Pérez Vernetti y Javier Pérez Andújar. Autsaider, 112 páginas, 20 €.

 

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