J. de Haro (Puerto de Mazarrón, Murcia, 1980) es un electricista de profesión que tiene necesidad de escribir para “entender la realidad”. Su primera novela, Eco de verdad, trata de un virus que ha sido creado para castigar a quienes mienten. Una historia contada a través de Pedro, Marc, Irene y Raúl, personajes que representan las distintas caras de la lucha entre la verdad y la mentira.
Eres electricista de profesión y escritor por convicción. ¿Quién es J. de Haro?
Soy un hombre de Mazarrón, un pueblo costero de la región de Murcia. Me gano la vida como electricista, pero llevo toda la vida observando el mundo y preguntándome por qué funciona como funciona. Con el tiempo, sentí que necesitaba plasmar esas inquietudes en papel, darles forma y compartirlas. Así nació mi vocación de escritor: de la necesidad de entender y de hacer que otros también se lo cuestionen.
En la sinopsis de tu novela, hay una pregunta de mucho peso: ¿Qué pasaría si la mentira tuviera consecuencias reales? Te pregunto: ¿Acaso no las tiene?
Las tiene, sin duda. Pero el problema es que las pagan otros. Los que mienten con intención suelen salir impunes, mientras que la sociedad en conjunto, o los más vulnerables, son los que sufren esas consecuencias. Con Eco de verdad imaginé un mundo donde la consecuencia de la mentira es directa, inevitable y personal. Si mientes, lo pagas tú, no otro en tu lugar.
¿Eco de Verdad es una respuesta al mundo actual?
Totalmente. Es una respuesta, una protesta y también una advertencia. La mentira se ha normalizado en todos los ámbitos: la política, los medios, incluso en la vida cotidiana. Me pregunté qué pasaría si alguien decidiera ponerle freno de una forma radical. Es mi forma de decir "basta ya" y también de invitar a la reflexión.
El escritor plantea que la mentira se ha impuesto en todos los ámbitos sociales y lleva al lector a preguntarse qué pasaría si no pudiera ocultar sus propias mentiras
Cuéntanos de qué trata.
Es la historia de cuatro personas que, hartas de la impunidad con la que se miente, deciden crear un sistema que castiga a los mentirosos. No es un simple castigo moral o social: hay consecuencias reales y físicas para quien miente. Lo que empieza como un acto de justicia se convierte en algo que crece, que escapa a su control, y que pone a prueba sus propios límites éticos.
¿Dirías que tu novela es un espejo de nuestras contradicciones?
Sin duda. Todos queremos que los demás sean honestos, pero también todos hemos mentido alguna vez. Queremos justicia, pero sin que nos salpique. La novela es un espejo porque obliga al lector a preguntarse: ¿Qué pasaría si no pudiera ocultar mis mentiras?
Pedro, Marc, Irene y Raúl son tus personajes. ¿Quiénes son?
Son personas comunes con perfiles muy distintos. Pedro es el desencantado, el que ya no cree en nada y que está dispuesto a todo. Marc es el idealista, el que cree en un mundo mejor pero no sabe cómo llegar a él. Irene es la mente científica, brillante pero pragmática. Y Raúl es la contradicción personificada, alguien que quiere cambiar el mundo, pero arrastra sus propios secretos. Juntos representan las distintas caras de la lucha entre la verdad y la mentira.
¿La mentira es un virus? De ser así, como en tu novela, ¿solo un virus podría ser el antídoto de esta situación?
La mentira es el virus más antiguo y el más adaptado que existe. En la novela, el antídoto es también un virus, pero no creo que en la vida real la solución sea tan radical. En el mundo real, el antídoto debería ser la educación, la ética, la cultura del respeto y la transparencia. Pero claro, eso requiere tiempo, voluntad y compromiso. El virus de la novela es la fantasía de una solución inmediata y justa.
¿Cuáles son tus referentes literarios?
Si tuviera que elegir algunos serían Orwell, por su capacidad de diseccionar la sociedad y anticipar futuros posibles; Saramago, por la profundidad de su lenguaje y su mirada crítica; y también Juan Gómez-Jurado, por su habilidad para mezclar thriller y reflexión social. Me gusta la literatura que no solo entretiene, sino que también incomoda y hace pensar.
¿Escribir para ti ya será un camino sin marcha atrás?
Sin ninguna duda. Una vez que has dado forma a una historia y la has compartido con el mundo, ya no puedes parar. Tengo muchas ideas más, proyectos que quiero desarrollar. Escribir se ha convertido en una necesidad, en una forma de entender el mundo y de dejar mi huella.
