El Gato Donato de Lindem: me pongo el sombrero

07 de Marzo de 2024
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Gato Donato

Lo llamo Gatonegro. A Lindem. Rafael Lindem. Lo llamo Gatonegro. Desde siempre. Él me llama a mí: Sombra. Somos Gatonegro y Sombra, desde hace océanos de tiempo. Mi segundo apellido, cuando me llaman Sombra, es Con Sombrero. La Sombra Con Sombrero. En algunos libros no pongo mi cara sino sólo la sombra, la silueta de la Sombra Con Sombrero. ¿Cómo no iba a entusiasmarme al recibir por correo el bellísimo libro, objeto de deseo, que acaba de publicar en Ediciones Vernacci Rafael Lindem, mi amigo Gatonegro, con ilustraciones De Guiomar González, si en la sexta página el Gato Donato recuerda que tiene un sombrero, y que dentro de un sombrero se puede hallar “la solución”, el modo de frenar cualquier circunstancia que pretenda empujarnos hacia los páramos de la tristeza y hacernos olvidar cómo se sonríe.

Gato Donato y su paraguas dorado es una sonrisa garantizada, una mano de letra y dibujo que nos lleva a dónde queremos estar: ese sitio que es cualquiera, porque cualquier sitio nos vale cuando estamos contentos.

Objeto de deseo, he dicho más arriba; y lo repito y mantengo. Objeto de deseo. Los dibujos cargados de magia felina, oscuridad y luz, oro y silencio, de Guiomar González, el susurro rítmico del texto.

Es pequeño. De tamaño, me refiero. Gato Donato y el paraguas dorado. Es pequeño y también es vertical, como un edificio cuya altura puede salvar cualquier felino, grande o pequeño, también Donato, con un salto sin miedo. Es delgado: cuarenta páginas. Es elegante. Es bonito. Y sobre todo es, para mí, un viaje que cualquiera puede hacer si se pone un sombrero (yo conozco la magia de los sombreros).

Asequible para cualquiera, en el precio. El Gato Donato esta tarde lluvia en Mad Madrid, seis de marzo de dos mil veinticuatro, me ha recordado -gracias- que la sonrisa no debe depender nunca de fuera, sino de nuestro dentro.

Excelsior.

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