El hombre que inventó Madrid, en las librerías
24
de Marzo
de
2016
Actualizado
el
01
de julio
de
2024
Guardar
Llueve y hace frío, pero para mí es una noche fenomenal. Me han dicho que ayer comenzaron a distribuir por las librerías de toda España el libro que durante seis años fue un borrador cambiante; hasta que a principios del año pasado mis manos comenzaron a funcionar cada vez peor y tuve que dejar de corregir y mejorar sus más de cuatrocientas páginas. Una novela que había aspirado a los premios mejor remunerados que se convocan en la época actual. Dos veces había estado a punto de ganar."Un buen libro no necesita de ningún concurso. Si es tan bueno como dicen quienes lo han leído él solo se defenderá".Ya. Él solo. Pero hacía falta una buena editorial, capaz de distribuir y cuidar y editar con mimo y calidad el texto."Ya tienes esa editorial. Algaida, del grupo Anaya, la que ha publicado la mayoría de tus libros".Era verdad. Tenía la editorial. Desde siempre tenía la mejor editorial.Y dije sí, aburrido de concursar. Dije sí, y la noche del pasado jueves salí a la calle, caminé hasta un VIPS, para ver si era cierto, si la novela -ella sola- era capaz de bailar y volar.Es brutal cuando un escritor entra en una librería. Hay tantos libros que nadie va a fijarse en el suyo, piensa. Cuando hace once años me dibujaron en la frente la marca del Nadal recuerdo que cuando entraba en la Casa del Libro me daban ganas de pedir que expulsasen al resto de los autores del local. Ya no, claro. La vida es maestra impecable cuando toca la hora de enseñar la importancia de la humildad, que existen infinitos mundos y el propio es sólo otro más.Al entrar en el VIPS me encontré con Matilde Asensi, casi pegada a la puerta. Un expositor de cartón realizado ex profeso y cargado con un montón de copias de su último trabajo. Y mucho más lejos estaban los demás. Estábamos los demás. Me asaltó la tentación de darme la vuelta, volver caminando bajo la lluvia y la risa del viento por la oscura ciudad; camino mucho desde que la mano derecha comenzó a dolerme y se convirtió en una tortura utilizar un ordenador, introducir los dedos en el bolsillo y, cuando conduzco, cambiar de velocidad."Me doy la vuelta y ya está".Pero no me di la vuelta. Entré en el VIPS. Hasta el fondo. Más y más. Había dos mesas enteras de libros ocupadas por títulos de Algaida-Anaya, pero ninguno era el mío. Malo, malo, me tendría que haber dado la vuelta y ya está. Miré en los anaqueles. Y entonces lo vi. Allí estaba. Bonito, precioso, brillante, sonriendo, con ganas de correr y jugar y luchar. EL HOMBRE QUE INVENTÓ MADRID.Y bajo mi propio nombre los nombres de Lorenzo Silva y Luis Alberto de Cuenca, impresos en la portada, como ya me había anunciado el editor y yo había visto en la prueba digital."José de Salamanca es el gran personaje de novela negra del XIX español. Javier Puebla se ha metido en su piel" (Lorenzo Silva)"Una gran novela sobre Madrid" (Luis Alberto de Cuenca).Iba a coger el ejemplar, pero cambié de opinión. Necesitaba comer algo. Chocolate. Dejé atrás el papel impreso y entré en la zona de supermercado. Elegí. Pagué. Mastiqué. Regresé.Había dos ejemplares más de EL HOMBRE QUE INVENTÓ MADRID sobre una de las mesas centrales, la dedicada a los más vendidos, junto a Uderzo; ¿alguien habría vertido algo de la pócima mágica de Panoramix sobre su cubierta?Entonces sí. Toqué el libro. Hundí la nariz entre sus páginas dejándome embriagar por el delicioso perfume que emanan los libros cuando son recién nacidos y nuevos. Volví a dejarlo donde estaba. Saqué el móvil para fotografiarlo... Y durante más de una hora estuve dando vueltas alrededor del cachorro de libro, feliz como un animal.Hasta que sucedió que unos dedos femeninos y largos se posaron sobre la piel mate y elástica de la cubierta. Dudé. Me habría sido fácil acercarme a la mujer, explicarle las circunstancias, y más que probablemente habría logrado que pasase por caja para llevarse el libro firmado por su autor. Pero esa no era la idea. La idea era respetarlo. Comprobar si sin la ayuda de su padre el hijo de letras era capaz de bailar y volar.Me fui. Sin mirar atrás. La lluvia y el viento. Acariciando Madrid. La ciudad moderna que ahora es y que un hombre inventó hace más de cien años; esa historia que un día se cruzó en mi camino y no me dejó en paz hasta que no la terminé de escribir y contar.(Artículo dictado por Javier Puebla, y mecanografiado por el escritor Ángel Arteaga Balaguer).
Lo + leído