Un equipo internacional de investigadores ha confirmado en Burgos el hallazgo de herramientas que combinan elementos del Paleolítico Medio y Superior, en un yacimiento prehistórico que demuestra que hace 45.000 años, los neandertales y los Homo sapiens convivieron en el norte de la península Ibérica. Este descubrimiento arroja luz sobre un periodo de transición marcado por la interacción cultural y genética entre ambas especies humanas, que desafía los enfoques tradicionales sobre la desaparición de los neandertales.
El proyecto, dirigido por los arqueólogos Policarpo Sánchez Yustos y Manuel Rojo Guerra de la Universidad de Valladolid, ha logrado ubicar en la Cueva Millán, situada en el valle del Arlanza, los restos de una cultura desconocida hasta ahora, que los investigadores han denominado como Arlanziense. Este término hace referencia a la zona burgalesa y describe un conjunto de herramientas líticas que muestran una clara mezcla de tecnologías propias del Paleolítico Medio, asociadas a los neandertales, con elementos más avanzados del Paleolítico Superior, propio de los primeros sapiens.

Un descubrimiento que redefine la transición cultural y tecnológica
Los arqueólogos señalan que la transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, hace entre 50.000 y 40.000 años, coincide con el último tramo de existencia de los neandertales y la llegada de los Homo sapiens, quienes comenzaron a expandirse por Europa. Sin embargo, los hallazgos recientes en Cueva Millán revelan una coexistencia mucho más prolongada entre ambas especies, mucho más compleja y diversa de lo que se había asumido hasta ahora.
"Las herramientas encontradas en el nivel 1 de la cueva no se asemejan a nada descubierto previamente en la Península Ibérica", afirma Policarpo Sánchez Yustos en el estudio, publicado por Scientific Reports. Las piezas, que incluyen proyectiles líticos destinados a la caza, muestran características que no encajan completamente en las categorías de las culturas preexistentes, lo que indica un proceso cultural híbrido. Estos artefactos combinan lo mejor de ambos mundos: las formas de caza y las técnicas de fabricación de los neandertales, con la sofisticación y la especialización propias de los primeros Homo sapiens.

La "edad de oro" de las interacciones humanas
El periodo en el que ambas especies convivieron no solo fue un cruce biológico, sino también cultural. Según Manuel Rojo Guerra, "asistimos a una auténtica Edad de Oro, un florecimiento de expresiones culturales regionales que rompe con la monotonía del Paleolítico Medio europeo". Esta fase, plagada de intercambios culturales y, posiblemente, interacciones genéticas, permitió que las sociedades humanas se adaptaran a sus nuevos entornos, creando herramientas y estrategias de supervivencia que no solo respondían a las necesidades inmediatas, sino que también configuraban la base para las futuras culturas europeas.
Este hallazgo es, en palabras de los investigadores, un "descubrimiento inesperado que solo puede surgir en un periodo de tránsito", pues muestra cómo las culturas de ambos grupos humanos, los sapiens y los neandertales, coexistieron y quizás, intervinieron en el desarrollo de nuevas formas de tecnología.

¿Quiénes fueron los creadores del Arlanziense?
El enigma de quiénes fueron los responsables de esta industria lítica, si los últimos neandertales o los primeros Homo sapiens, sigue siendo un misterio. Aunque se planean futuros estudios de ADN para intentar desvelar el origen de estas herramientas, lo que sí queda claro es que el paso del Paleolítico Medio al Superior no fue una ruptura abrupta, sino un proceso gradual de asimilación y convivencia.
"Este proceso de cambio fue complejo y no puede reducirse a un simple cambio de paradigma", subraya Rojo Guerra. Los estudios realizados en la cueva revelan una serie de interacciones culturales entre las diferentes poblaciones humanas, con posibles influencias tanto locales como migratorias. A pesar de que la evidencia genética aún es incierta, el hecho de que estos grupos convivieran y compartieran tecnologías durante milenios resalta la fluidez de los límites entre especies, una característica comúnmente ignorada en los estudios previos sobre la evolución humana.
El legado del Arlanziense y la importancia de Cueva Millán
Cueva Millán se consolida como uno de los yacimientos más importantes en la Península Ibérica para entender este periodo transicional. Los hallazgos no solo aportan nuevas perspectivas sobre la coexistencia entre neandertales y Homo sapiens, sino que también abren nuevas preguntas sobre los procesos de adaptación, innovación y difusión cultural que marcaron el fin de los neandertales y el ascenso de los Homo sapiens.
"Lo que encontramos en Cueva Millán es un ejemplo claro de cómo las culturas del Paleolítico Superior comenzaron a definirse en la periferia de Europa, en lugares como el norte de la Península Ibérica, mucho antes de lo que se pensaba", concluye Sánchez Yustos. Este descubrimiento tiene el potencial de reescribir parte de la historia humana, revelando una interacción más rica y compleja entre especies de lo que se había asumido en la narrativa tradicional sobre el fin de los neandertales.

El estudio de los restos arqueológicos y la tecnología de la cultura Arlanziense no solo proporciona información sobre el pasado de Europa, sino que también permite reflexionar sobre los procesos de transformación y adaptación que caracterizan la historia humana, un proceso que sigue siendo fundamental para entender cómo los seres humanos modernos llegaron a ocupar el planeta.
El hallazgo de herramientas de la cultura Arlanziense en Burgos pone de relieve la complejidad de la transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, desafiando las ideas previas sobre la desaparición de los neandertales. La interacción y coexistencia de Homo sapiens y neandertales en el norte de la Península Ibérica nos ofrece una nueva visión de este fascinante periodo de nuestra evolución, marcando un avance importante en el estudio de la prehistoria humana.