J. L. Turina y el Trío Arbós

08 de Abril de 2025
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J. L. Turina y el Trío Arbós

La deriva de la música contemporánea la ha aislado del público general... bueno, siendo exactos y viendo la media de edad del público de los conciertos de música clásica, no es que se pierda el relevo pero es una minoría bastante crecidita la que acude... y bueno, siendo realistas, quizá siempre ha sido muy exclusivo el mundo de la música clásica, y no tendría por qué, de hecho éste es otro más de los fracasos del sistema educativo.

Estamos mal educados respecto del sonido, asociar la disonancia, la atonalidad o las series repetitivas al miedo, el desorden, el peligro o el misterio, ha hecho que cuando oigamos cualquier cosa fuera de una tonalidad o percibamos una modulación arriesgada no esperemos sonido, armonía, melodía sino una experiencia sensorial asociada no siempre a algo agradable (ay el cine, qué daño).

Me he levantado temprano para oír y escribir algo sobre el nuevo disco del Trío Arbós con la música de José Luis Turina, y he de advertir (me rindo ante mi ignorancia) que no tengo recursos para hablar técnicamente de estas composiciones, pero ésta es precisamente la cuestión: una cosa es disfrutar del disco y las composiciones y otra escribir sobre lo que no puedo describir acertadamente... pero la música, en gran parte, se hace para el oyente, un oyente que no tiene por qué ser músico profesional; quizá éste sea un problema, el público no entiende y los músicos no quieren un público que les entienda, aunque se quejarán de su desgracia y soledad...

Pasada las efervescencias pedantes de la juventud, yo he procurado formar mi oído para apreciar sonidos, texturas, armonías, desarrollos melódicos y estructuras, puedo apreciar la obra actual porque me he ido construyendo como oyente con la lenta evolución de lo musical desde la matemática de la Escuela de Notredame en el siglo XII hasta las masas sonoras de Bruckner, Mahler o Schönberg. Puedo errar, pero distingo el ingenio simple de una obra bien construida y con sentido histórico; es cosa de “me gusta” o “no me gusta”, mas con un gusto muy trabajado, sufrido, experimentado.

Nada me satisface más que oír música. Leo con placer el libreto del cd, me gustan las ideas de Turina sobre la herencia en la música, ayer estuve precisamente explicando a unos alumnos (nivel ínfimo, pena de enseñanzas medias en España) que el Arte se mueve entre el extremo del pretendido fantasioso vacuo y la tradición aniquiladora, que encontrar el punto de equilibrio es la labor del artista. No concibo la creación a lo divino, de la nada, imposible: la exaltación del genio disfrazada de progresismo con el velo de la creatividad empuja hacia la reacción estética, quiero decir que no hay pintor sin la tradición, la mancha bonita existe porque el espectador es quien mira y aporta pero es obra sin contexto, incomprensible desde ningún punto de vista, más allá de espectáculo no tiene existencia... quizá sea otro síntoma del consumismo contemporáneo, sólo espectáculo.

La música de Turina está inmersa en la tradición musical, es heredera de los tiempos; uno oye estos tríos percibiendo el diálogo entre los instrumentos exactamente igual que podría hacerlo con los de Beethoven, la presencia melódica es muy evidente, “Movimiento compuesto” es un ejemplo. La preeminencia del violín en los “Tres tercetos” dota al piano de un papel estructurador que demuestra la idea global de la obra que maneja Turina, siempre bien cerrada, acabada, lejos del simple caos que otros autores traslucen confundiendo el lenguaje de lo contemporáneo con lo abstruso, los tres  movimientos del “Trío” son una cabal defensa de lo actual con todos esos componentes vertebradores de la tradición que te hacen ver la forma. El remate del cd es un “Tango” precioso, breve e intenso donde lo tonal se ve adobado con todo lo desarrollado en el resto de las composiciones, lo que demuestra que el aprecio de la música es voluntad del espectador, que acepta lo que sea pero no cualquier cosa.

No nos cansamos de reivindicar el valor del trabajo desarrollado por el Trío Arbós (Ferdinando Trematore violín, José Miguel Gómez violoncello y Juan Carlos Garvayo piano) en su labor de estreno de música hispánica actual o de recuperación de nuestra música de cámara desde la segunda mitad del XIX hasta hoy, incluida la impagable labor de restitución del mundo de la composición destruido por la estulticia del golpe de Estado del 36 y sus consecuencias culturales y personales, todavía no restituidas en ningún sentido.

Siento no ser capaz de elevar hasta dónde lo merece la labor de este grupo de cámara, me parece pobre lo que hago pero siento gratificación, gratitud por esta música interpretada con tanta dedicación: y si puedo promocionar de alguna manera, aunque sea lateral, la música contemporánea de este país tan coplero y tan poco musical, lo hago en esta reseña. Sólo soy un oyente entusiasta a quien estos músicos dan su dosis de belleza.

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