Conozco personal y profesionalmente al pintor, Juan P. Suárez (Sevilla, 1969) desde hace décadas. He tenido la suerte de colaborar con él en algunos libros y otros trabajos plásticos, siempre me ha gustado su obra por algo que valoro esencialmente en el Arte: la conjunción de cierta habilidad técnica con el desarrollo de un criterio específico, una personalidad fácilmente reconocible en la que rebuscar influencias (porque en Arte el invento, en realidad, es análisis), pero siempre asomando su impronta singular y diferente.
Suárez domina el dibujo, domina el pincel y el color, domina el espacio y tiene un algo de provocador en todo cuanto ejecuta. Basta ver su uso simultáneo de la representación más directa y de la abstracción más racional (a lo Carmen Laffón), su uso de una cierta deformidad expresionista junto con el geometrismo más técnico (¿Luis Gordillo?), o su paleta de colores siempre inesperada que exalta la presencia de la luz (pasa con Marite Martín Vivaldi); me gusta cómo esconde el hiperrealismo más capaz en miniaturas que, en el lienzo de tamaño natural, no son más que partes de manchas, sólo entrando ellas vemos lo oculto: porque requieren estos cuadros acercarse dos veces, cada uno son dos bellezas, o tres, o...
Juan P. Suárez expone este verano desde el 17 de junio al 16 de julio de 2021 en la Sede Tecnológica de la UNIA en Málaga, en el Edificio Mena, con motivo humanitario además de humanístico en beneficio de la FUNDACIÓN FRANCISCO LUZÓN UNIDOS CONTRA LA ELA. Una parte importante de la recaudación por venta irá a parar a la citada organización.
A Suárez le estorba un concepto de la intimidad respecto de su pintura, y lo digo no como crítica sino por una cuestión puramente consecuente para nuestro mal: no se prodiga en público. Acumula una cantidad de trabajo inmensa, una producción que no cesa y variadísima pero rara vez tenemos la ocasión de verla expuesta. Contrasentido: Eso se nota en los cuadros, hay una vocación de disfrute, de resolución del “problema” en cada uno, de convivencia de taller, no se trata de un objeto hecho para una mera difusión sino de un lingote de Arte puro cuya única función es el placer estético, sea éste lo que fuere.
Prima lo abstracto en la muestra. La larga estela vitalmente compartida con Suárez, me hace pensar en artistas como Rothko, Rauschenberg, Bill Viola, Joel-Peter Witkin, Julian Schnabel, Morton Feldman, Pollock, Basquiat, Hundertwasser... considerando a Feldman un pintor de sonidos. En la pintura de Juan P. Suárez hay un componente racional muy importante que puede venir no sólo de su formación y gustos, sino de su oficio: su oficina de diseños, BUENASENDA, trabaja continuamente con productos comerciales, reales, en los que su huella es perfectamente reconocible: más de una vez los habrá tenido usted en su mano sin saberlo.
Esto le lleva a conjuntar fineza pictórica, compositiva, y funcionalidad (la misión de la publicidad y del diseño comercial es la venta), nunca su pintura es una especulación gratuita: sus cuadros son realidad, en el magma de colores más inesperados uno ve perfectamente el volumen o la dirección de la luz, uno percibe que los tonos incitan a mirar de una manera determinada.
Juan P. Suárez sabe encontrar lo abstracto en el mundo, y lo traslada a la pintura. Ésta es mi mirada sobre sus cuadros, conste, yo no los veo ingeniosos (la enfermedad principal del Arte actual) sino un proceso de interpretación de todo lo estudiado y de observación de lo natural: la abstracción no es un invento gracioso sino una perspectiva (siempre ha existido). Tiene dos enemigos: la pobreza intelectual y la falta de sentido, Suárez los vence con una técnica milimétrica presente en cada volumen, en cada silencio o en cada vacío, en cada trazo o espacio: no pinta diferente según el objeto, Juan P. Suárez consigue una meta del Arte actual: que el realismo, incluso el hiperrealismo sea una abstracción, invierte el camino: su pintura es pedagógica, uno entiende que el objeto es la excusa, el lienzo la Belleza.
Querríamos ver mucho más presente en las galerías la obra de este pintor cuya seriedad absoluta y cuyo compromiso con el Arte de la Pintura tienen mucho de Velázquez, les invito descaradamente a visitar la página www.buenasenda.com o su “instagram (jps.paintings)” para que descubran, si no lo conocen, a alguien que larvadamente lleva un cuarto de siglo cavando en la mina de la imagen, de lo icónico, haciéndose rico en capacidades y generando un producto, y no tengo la menor duda sobre esto, de una calidad extrema que será considerado un signo de su tiempo. Juan P. Suárez es uno de nuestros pintores actuales. Puro gusto para nuestros sentidos romos.