Ana Rosseti: los poemas de Yesterday

04 de Agosto de 2023
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Me gusta mucho como escribe Ana Rosseti, y me gusta mucho como es ella: el frontal impecable y la recámara infinita.

La descubrí gracias a esa maravilla que lleva haciendo Scarpa -L de Lírica- desde hace alrededor de un lustro para Ámbito Cultural del Corte Inglés, y después de escucharla leer -eran relatos breves- no pude evitar ponerme a saltar a su alrededor como un niño enfermo de entusiasmo.

-¡Qué peligro tienes!- dijo la Rosseti, y a mí me encantó que se diera cuenta porque mucho tendría que mentirme a mí mismo para no saber perfectamente que es cierto.

La volví a encontrar en EL LIBRO DE LAS CIUDADES, al que dediqué dos artículos en este periódico (el segundo sólo con frases que había subrayado) y y una vez más me puse a saltar, sin moverme del asiento, alrededor de la magia de Ana Rosseti.

Y como sucede que últimamente un poemario –Euforia, de Carlos Marzal- es mi libro de cabecera desde hace meses, se me ocurrió escribir (por guasap) a Ana para que recomendase un libro suyo de poesía.

-Yesterday.

-¿Puedo pedirlo a la editorial?

-Puedes. Torremozas.

Me llegó envuelto en papel seda, primorosa y minuciosamente. Y allí, ya en la portada, estaba Ana Rosseti, de mucho más joven. ¡Ostras! (de primeras me dio un poco de miedo, sólo soy un pobre chico, como casi todos, que se queda sin reflejos y con los nervios expuestos ante la belleza).

Yesterday cubre cuatro décadas de Ana Rosseti, poeta. En la primera mitad del libro, 1980-1988, esa belleza de algún modo (perdón por la sinceridad) se enseñorea en casi todos los poemas: cómo elige las palabras; y también los temas.

En la segunda parte del libro, 1995-2016, está la escritoraza inmensa, narradora, poeta… y se tuviera que escribir el guión de un telediario nos dejaría también con la boca abierta.

Me habría gustado conocer también a la Ana Rosetti primera; aunque quizá en lugar de saltar a su alrededor me habría quedado quieto como un conejo ante los faros de un coche en una carrera poco transitada, y luego en mi casa quizá le habría escrito un cuento (o hasta un poema, porque aunque casi nunca los enseño… la cabra, ya se sabe).

Vars tenía miedo, pero cómo todos los valientes se dominó y continuó bajando

(la frase, cualquiera que tenga oído y haya leído a la gran Ana Rosseti se habrá dado cuenta, es de ella, de El libro de las ciudades) (también podría haber utilizado para acabar este artículo el poema que cierra Yesterday, Lengua materna, pero es un poco largo; así que quien quiera leerlo que se busque la vida y escriba a ediciones Torremozas, gente espléndida)

Excelsior.

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