Carlos Javier Morales, Cuerpo Humano

28 de Mayo de 2024
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2.1 Carlos Javier Morales (1) - OBSERVATORIO INTERNACIONAL PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS (1)

Cuando abordamos el último libro de poemas de Carlos Javier Morales, Cuerpo Humano, de la Editorial Renacimiento, es inevitable pensar que esa persona que se ve reflejada en cada uno de sus versos somos nosotros mismos, la isla indolente que sobre los labios se celebra, el triunfo de un naufragio, su advertida derrota, su abnegada victoria. Esa obstinada obsesión de seguir viviendo todavía, cuando es el último hombre quien viene a recibirnos.

Y es así como empieza el poemario de Carlos Javier, con un poema titulado Prefacio, donde el poeta ya nos advierte de la verticalidad a la que nos va a convidar, consciente que el ser humano siempre busca un lugar donde morar. Adquiriendo este último concepto en la obra del poeta una mayor amplitud semántica, otorgándole un lugar especial dentro de su discurso poético, pues lo dota de un mayor significación lingüística, conceptual y metafísica, que llevará su poesía a su máxima expresión: a su alma y su doctrina; símbolos estos últimos de una búsqueda y de una inmersión en el misterio absoluto, en un mar que se torna metafísico, un mar/dios, que también se transforma en belleza, en inmensidad, en sabiduría y que luchará con esa trascendencia que sólo la belleza, la luz áurea y la transfiguración lumínica que se establece en la Divina Comedia, de Dante, sería capaz de igualar.

Cuerpo Humano” es un libro de poemas que nos adentra en la aspiración de eternidad del ser, en la posibilidad de la vida imperecedera, con un lenguaje cercano a la soledad poblada de misterios, incluso del propio fin, de la búsqueda de la verdad o de la primera causa del Universo: “...mediodía sin techo y sin cristales/donde respira el mundo su amor indivisible”, Carlos Javier dixit.

Una búsqueda constante de la verdad revelada que se torna en la necesidad del viaje, como proceso interno de transmutación del ser, a través de los estados metafísicos de lo humano

Un libro de poemas que no nos deja impertérritos y que indaga en el diálogo del poeta con una realidad próxima y plausible, a través de un lenguaje sencillo, casi conversacional,  conteniendo un cosmos conceptual que es capaz de abordar una amplitud semántica donde el lector puede, no sólo releer y degustar la tradición literaria de los siglos anteriores más destacados, sino que también puede abrazar otros estadios del conocimiento más extensos e inmediatos del ser humano, donde la conceptualización poética adquiere una mayor hondura, elevándola a una gradación de plenitud y perfección, como resultado final del proceso de consecución del acto sublime, no como fin último de la indagación: “Cántale al mar, poeta,/lo mucho que has soñado lejos de sus orillas./Cántale porque hoy/la realidad es más alta y más profunda”.

Cuerpo Humano” es un testimonio de vida, donde Carlos Javier Morales, sin abandonar el tono elegíaco ni el canto, nos convida a una celebración de la existencia y del mundo, partiendo siempre de la vivencia del día a día, donde el ser humano alcanza las cotas más altas de su íntima heredad. Proclamando en la intimidad el amor a la vida que, de forma inexorable, está asociado sine qua non a la unidad física y espiritual del ser, donde la dimensión corporal de la persona es directamente proporcional a su estatura espiritual. Exaltando la gloria del cuerpo, del alma del amante y del amado, a través de la propia conciencia del hombre, seguro de sí mismo y de su fluir interior, que toma su forma gracias a su dimensión y profundidad ontológica: “Espacio de armonía/es tu cuerpo y el mío,/tendidos bajo el sol en nuestra playa”, canta el poeta.

En la obra de Carlos Javier Morales la intensidad del verbo adquiere toda su fuerza en cada palabra, en cada término, en cada sílaba que escribe el poeta, donde se desata a borbotones, como génesis del poema, y derrama con su voz su visión dada del mundo, golpe a golpe, verso a verso, línea a línea. Una búsqueda constante de la verdad revelada que se torna en la necesidad del viaje, como proceso interno de transmutación del ser, a través de los estados metafísicos de lo humano: “Entre tú y yo no hay nada/que pueda separarnos,/entre tú y yo está vivo el Universo:/escucha cómo canta”, se apresura a revelarnos el poeta.

Porque quizás, en ese viaje, en ese proceso de experimentación personal, exista la posibilidad de conocer al otro individuo, en un ademán de alcanzar el conocimiento absoluto de la otra singularidad, que no es otro que acceder a la otra persona, al otro cuerpo, a él. Y sin embargo siempre el mar, siempre el mar oteando el horizonte: “La única promesa verdadera/es la canción del mar,/que nunca acaba”, Carlos Javier dixit.

El poeta nos muestra su lado más íntimo y llora, desea, proclama, canta, resuella, padece, sueña y vive. Vive, sobre todo, porque vive como parte de su ofrenda, a pesar de la cólera de los días, a pesar de usted, a pesar de mi. Y su convicción, su certeza y su esperanza son mucho más certeras que la vida propia, a la que ha comprometido.

Los poemas de Carlos Javier están impregnados del arraigo en la existencia cotidiana, desde el milimétrico impulso que evoca el poeta a contemplar las estancias más íntimas de la vida, como el amor, el tiempo o la muerte; hasta aceptar los estadios supremos de la condición del humana, que no son otros que el alma con y para la trascendencia de Dios, abordándolos desde una proximidad íntima y personal, que parte de la necesidad del hombre por encontrar la palabra sagrada a través del testimonio y la ofrenda: “...me entrego totalmente a tu destino/que es destino de amor/bajo la luz más clara”, clama el poeta.

Abordar la intensa resurrección del ser a partir de la propia sustancia que, en la memoria,  la intuición y la conciencia lleva el inventario del alma, que siempre ha sido uno de los anhelos más profusos de los poetas a lo largo de la historia de la Literatura y que, sin embargo, en los versos de Carlos Javier, viven en su promesa de vida, presentándose al mundo en su estado puro. Por eso, quizás, el poeta nos muestra su lado más íntimo y llora, desea, proclama, canta, resuella, padece, sueña y vive. Vive, sobre todo, porque vive como parte de su ofrenda, a pesar de la cólera de los días, a pesar de usted, a pesar de mi. Y su convicción, su certeza y su esperanza son mucho más certeras que la vida propia, a la que ha comprometido y por la que nos convida a culminar nuestro proyecto de vida, como si una obra de arte fuese, esculpida por un prodigio, por un milagro, por una providencia acaso, y que se sabe privilegiada por ello.

Cuerpo Humano”  es un libro vibrante donde se explicita la comunión del hombre con el Universo y con todo lo que le rodea; con lo tangible, e incluso con lo no visible, donde lo exalta y mitifica entrelazando el concepto poético de isla con la abstracción lírica de cuerpo y a la que se une la probidad del individuo con respecto al discernimiento matérico de su ser, en el que es sin duda alguna una parte fundamental del camino iluminativo al que todo poeta que se precie debería aspirar. Quizás, porque el ser humano, en sus más íntimas galerías, debe anhelar despojarse de todo lo matérico y de todo aquello que le supone un lastre para acceder a la iluminación. A ese estadio de luz contemplativa que no es otra que la capacidad de ver con claridad lo que verdaderamente le ha sido dado y, por ende, acabar en la unidad como último paso de representación entre el alma y la belleza absoluta. Siendo esta fusión el estado de éxtasis, de anulación total de los sentidos, de belleza y de sentimiento de dicha en la que debe acabar el poema, el ser humano, el cuerpo.

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