Siempre que leo, escucho o recuerdo el apellido de Carlos Salem, pienso en Stephen King. Siempre. Lo primero. Y luego ya me acuerdo de otras cosas: de su cara, del pañuelo en la cabeza, de la envergadura, de la entrevista que me hizo para Impar, del Bukowski y del Aleatorio, de su novela Camino de ida… Pero la primera imagen, la puerta obligatoria tras la que guardo todo lo anterior es la portada de la novela de Stephen King titulada el Misterio de Salem´s Lot (la edición de Plaza y Janés). Y por lo tanto antes que ningún pensamiento veo sangre, colmillos, mundos distintos y negros. Negros. Negro. Carabanchel Negro.
Salem es el comisario. El blanco comisario negro. Con Paco Gómez Escribano como primer lugarteniente.
Primera sangre.
Tantas formas de matar.
Novela negra y barrio.
En Madrid se mata así.
El discreto arte de matar.
El juego del detective.
La muerte vive aquí.
Esos son los títulos de las conferencias y mesas redondas. Estará Víctor Claudín y Carolina de las Heras, Somoza, Sánchez, Casas, Navarro (Fran y Chus), Javier Márquez, David Torres (aunque no le he visto en el programa).
Carabanchel. La sombra inolvidable de su cárcel. Y la no menos mítica sombra blanca del palacio que le compró nada menos que a la reina mi amigo Pepito Salamanca, el Marqués de Salamanca, el hombre más rico de Europa en la época en la que Alejandro Dumas era Dios.
La cárcel, el palacio, los bajos fondos, mis primeros amigos de cuando abandoné la autopista de la vida para batirme el cobre por los caminos.
Del 13 al 17 de noviembre.
El Crack y El sueño eterno.
Iré a verlos a todos, claro.
Carabanchel Negro. Vuelvo a pensar en la novela de Stephen King. Obscuridad, sangre, colmillos; y cristales chocando, risas, alegría, amor por la literatura y el cine y el arte y la cultura.
Brindo.
Excelsior.