El fantasma de Ángel Guinda, la sonrisa de Ezequías Blanco

28 de Junio de 2025
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Ángel Guinda

Estamos en El Comercial. Todos. En ese espacio generoso y mágico que utiliza Rafael Soler como isla para que todos los raros nos sintamos como en casa.

Es el día de San Juan, todos los malos recuerdos anoche ardieron en las hogueras. Y el fantasma de Guinda se siente feliz -tengo costumbre de tratar con fantasmas- moviéndose entre nosotros.

A mí me ha convocado Ezequías Blanco, para darme en mano, y dedicados, dos libros que tenía enormes ganas de leer: Décimas para Sara y su famosa novela recién reeditada por Huerga y Fierro: Tres muñecos de vudú.

Entre el público están Mestre, y Lostalé y Rico… y muchos más. Todos conocieron al fantasma que ocupa la primera mitad del título de este artículo. Guinda, Ángel Guinda, discípulo de Leopoldo María Panero y gran maestro de sí mismo, capaz de conservar, incluso después de muerto, el amor de la chica que sería la novia de los sueños de cualquier poeta: Trinidad, la editora de Olifante, que mantiene vivos tanto su legado como su espíritu.  

Ángel Guinda
 

El fantasma ríe con nosotros.

Se presenta una biografía escrita por Benito Fernández, el biógrafo de moda, me atrevo a decir, tras las aclamadas bios dedicadas a Haro Ibars y Panero.

Salgo de allí con cuatro libros (maldiciéndome a mí mismo, porque como nos pasa a todos los adictos no me caben ya por ningún sitio), pero los cuatro recomiendo ¡ya! desde este momento. La obra poética completa de Guinda, la biografía que le ha escrito Benito, y por supuesto las dos obras de Ezequías, mencionadas al principio. Sobre la novela, Tres muñecos vudú (repito el título) ya me ha dicho Rafael Soler que es una maravilla, y las décimas he empezado a leerlas en el metro. De hecho en el metro sigo, y es dentro de un vagón de la línea 1 donde estoy dictando este artículo. La señora que tengo al lado… quizá me mira con asombro, o quizá pasa de mí por completo y está buceando en su móvil; sería lo más normal. Aunque yo prefiero pensar que me mira con asombro mientras dicto, vocalizando mucho y en voz muy alta, al borde del puro grito, para que el esmarfon no se equivoque al convertir el sonido en letras de imprenta.

Creo que todo lo que quería decir queda dicho. Los curiosos de espíritu ya tienen un pretexto para acercarse a los cuatro libros.

Viva el Café Comercial, La Isla Grande de Soler, viva Guinda siempre vivo en el amor de su primera novia, y viva Ezequías Blanco. Qué afortunado me siento al poder compartir baile y escenario con un elenco tan magnífico.

Vida la Bida.

Excelsior.

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