Lo que más me ha gustado de la nueva novela de Lorenzo Silva, Las fuerzas contrarias, ha sido el regreso del personaje de Chamorro. Virginia Chamorro. Vir. Compañera del guardia civil desde el primer episodio de la serie: El lejano país de los estanques.
El dibujo del personaje de Bevilacqua se mantiene constante dentro de la serie. Envejece y se va desencantando, pero siempre es reconocible.
Sin embargo el de Chamorro sufre una evolución muy distinta. Al principio es una chica a la que Vila respeta porque es su compañera pero también, al menos en mi recuerdo, se siente atraído hacia ella.
En la novela más oscura de la serie, y para mí la mejor absoluta, a pesar de que muchas me gustan muchísimo, La niebla y la doncella, Virginia Chamorro se vuelve oscura y oscuro es todo el libro. En la penúltima, hasta la fecha, entrega de la saga: La llama de Focea, Virginia apenas aparece.
Pero en esta última es un personaje imprescindible y conmovedor conmovedor. Para mí el capítulo en el que Vila abdica,ede al menos parcialmente, deñ su fortaleza mental permanente y casi inhumana y accede a pasar la noche en casa de Chamorro, porque están en pandemia y es lo más fácil y operativo, vale por todo el libro. Alcanza unas cotas de intimidad que barren todas las defensas del lector. Comercialmente habría funcionado incluso mejor si se le hubiesen añadido unas gotas, incluso un chorrito, de erotismo. Pero en verdad tampoco era imprescindible.
El peso de Chamorro en Las fuerzas contrarias es incontestable. El subteniente Rubén Bevilacqua, voz narradora en toda la serie, tras un comienzo lleno de energía y con varias frases inolvidables, permite en este libro que sean sus colaboradores los que actúen mientras él permanece en un más bien discreto segundo plano, sin por ello, por supuesto, ceder el control final en ningún momento pues es quien toma todas las verdaderas decisiones.
Impecable como novela policíaca, conmovedor por el peso de la maravillosa guardia Virginia Chamorro, Las fuerzas contrarias, es un libro que transparenta fatiga y esfuerzo. Hace días que ya acabé de leerlo, pero no lo olvido en ningún momento, me sigue dando vueltas en el corazón y en la cabeza. De algún modo me ha dejado conmocionado.
Excelsior
