Joaquín Álvarez Barrientos es un destacado filólogo español, ampliamente reconocido por sus estudios, entre otras líneas de investigación, sobre la falsificación literaria y la impostura en la historia de la literatura. Su erudición académica convive con una faceta creativa igualmente poderosa: la de novelista. En sus obras de ficción despliega una imaginación vibrante y un lenguaje preciso, afilado, que lo sitúan en los márgenes del thriller psicológico y de la novela negra más introspectiva.
Su más reciente obra, "He dicho silencio", publicada en la colección Estrella Negra de la editorial Cuadernos del Laberinto, confirma esta doble vocación: la del estudioso psicosocial y la del narrador inquieto que se atreve a explorar las zonas oscuras del alma humana.
Ambientada en Madrid, la novela nos sumerge en la mente de Paco, un profesor de instituto que narra su historia en primera persona. Desde las páginas iniciales queda claro que Paco no encaja en su entorno. Es un docente desencantado, atrapado en una visión de la enseñanza que parece haberse detenido en la Ley General de Educación de 1970. Rechaza las metodologías modernas, desconfía de las pedagogías inclusivas y se muestra abiertamente hostil hacia todo lo que supone el presente educativo: alumnos, familias, colegas, directivos... y, especialmente, hacia la jefa de estudios, con quien ha tenido más de un encontronazo. Estamos ante un protagonista incómodo en una ciudad y un ambiente reconocibles.
Paco vive solo. Además de asistir a sus clases en el instituto, frecuenta un gimnasio donde mantiene una relación superficial con su instructor, y se incomoda tanto al ser observado como al observar. Su pasado sentimental es escueto: una pareja fugaz que apenas dejó huella... o eso parece. Entre sus aficiones destaca el tiro de pichón, actividad que practica con licencia de armas y que añade un matiz inquietante a su perfil.
Todo en él sugiere una personalidad ensimismada, desconectada emocionalmente, que se mueve entre la rutina y el desprecio por los demás; entre el egoísmo y la incomprensión, los deseos insatisfechos y la incapacidad para conectar con la realidad; entre la frustración, la humillación y el odio. Vive en una especie de autismo que apenas se manifiesta en sus escasas relaciones con el entorno. Quizá sea en esa soledad existencial, en la que se reconcome, y en las rutinas repetidas donde se vaya fraguando la violencia latente que terminará manifestándose, furibunda y sangrienta, a medida que la narración avanza.

Desde su primera acción violenta, ya descubrimos en Paco a un ser antisocial, a un individuo con un trastorno de personalidad que implica un patrón de desprecio por los derechos de los demás, impulsividad y falta de empatía. No se trata de fobia social, sino de una misantropía propia de quien siente aversión o desconfianza hacia la humanidad, con una fuerte dosis de rechazo y desprecio.
Junto a la fabulación de los triviales hechos cotidianos, el autor va condimentando la historia con reflexiones filosóficas que, aunque a veces desmesuradas, revelan la complejidad de un personaje que se interroga sobre el sentido de su existencia y se define como un profesor quemado. Paco no es un psicópata al estilo de Hannibal Lecter, pero su frialdad, crudeza y falta de empatía lo convierten en un inadaptado peligroso. Su mirada sobre el mundo es cínica, desencantada, y sus actos provocan consecuencias devastadoras. Digamos que su filosofía de vida está impregnada de pulsiones oscuras.
La novela gira en torno a una cuestión perturbadora: Paco asesina. No hay una causa clara, ni una justificación racional para sus actos. El lector se encuentra con una mente que se desliza hacia el abismo sin que nadie —ni siquiera él mismo— parezca capaz de detenerla. "He dicho silencio" es, en definitiva, una exploración de la violencia cotidiana, del vacío afectivo y de la banalidad del mal en un entorno reconocible y cercano. Que el protagonista no se arrepienta de nada, no justifique sus crímenes y que sea uno de esos personajes que pasean con su gabardina, su mochila y sus pensamientos invisibles y oscuros, queda patente ya en la cárcel, con la frase final con que se cierra la historia:
«Aquí envejezco, solo y fracasado. En contacto con miserables a los que detesto, pero donde, al menos, por la noche, hay silencio».
Joaquín Álvarez Barrientos, con esta obra de género ecléctico, se vale de una forma híbrida entre novela y ensayo para presentar un mundo donde cabe la acción irracional e individual de la violencia extrema. Evidentemente, el lector se situará enfrente del personaje protagonista, pero esto no implica dejar de leer, pues la narración, bien construida y excelentemente escrita, atrapa desde el inicio, y el desasosiego que genera resulta un motor que impulsa a continuar hasta descubrir con qué final y qué justicia concluye la aventura —o desventura— de Paco.