Llevaba mucho tiempo sin leer a Helena Cosano, y también llevo mucho tiempo sin verla. Es una persona interesante y una escritora interesante; así que cuando vi que había sacado nuevo libro le pedí que me lo enviara. Días después me llegó El gato de la bruja 2 (Trasto se pierde) publicado por Éride ediciones.
Nada más abrir el sobre en el que venía el libro, y mirar las bonitas ilustraciones de Fernando Corella, le mandé un guasap Helena:
“¿Por qué estas escribiendo para niños? ¿Tienes algún sobrino?”
“¡Tengo! Pero es que en realidad no es para niños… aunque me divierte que lo parezca”
Era una buena respuesta. Inmediatamente me puse a leer, aunque apenas tenía unos minutos antes de salir corriendo; pero al menos averiguaría el tono del texto.
“El principio es buenísimo, acabo de leérmelo. Escribes tan bien como siempre” -respondí, antes de salir escopetado hacia “no me acuerdo dónde”.
Lo acabé un par de días después; con cuidado. Lo de “en realidad no es para niños” era todo un desafío, aunque tampoco es para niños El Principito, o Hansel y Gretel.
Como aventura Trasto se pierde engancha desde el primer momento, los personas son cercanos y verosímiles, y el gato protagonista conmovedor y pequeño. Como niño, me gustó.
Como mayor también, porque entendí que habla de la libertad de la mente, de los pequeños mundos internos de cada uno, del amor hacia los animales como algo más fiable, y sencillo, que el amor entre humanos.
Un libro sobre la soledad, sobre cómo sobrellevarla y aprender a ser feliz con ella, sobre cómo encajar en el mundo cuando te sabes y sientes distinto.
Helena Cosano encuentra en el gato Trasto una isla, un refugio, un amuleto, un ser al que amar, en suma: vida. No hay nada más importante ni espléndido.
Excelsior.