Durante un año escribí todos los días un cuento: 365, y me convertí en cazador, en CAZADOR DE CUENTOS. La pieza que se ofrece a continuación es la 198 del libro EL AÑO DEL CAZADOR, recientemente publicado por Ediciones Vernacci/HazMilagros.
https://www.edicionesvernacci.com/producto/el-ano-del-cazador/
Quien lee la pieza, el cuento titulado Jeroglífico, como se puede ver en el video cuyo enlace pego más abajo, es Tomás Fernández. Y ha querido el azar que el relato, brevísimo (el video dura apenas 27 segundos, con la entrada y la salida), dibuja a la persona que lo lee, a aquel a quien llamo El Mago desde hace ya muchos años; y voy a permitirme contar -una vez más- cómo llegué a conocerlo.
Luis Alberto de Cuenca, amado amigo, me había invitado -oficiosamente- a la terraza del Felipe, el hotel donde se celebraban los inolvidables Cursos de Verano de la Complutense en El Escorial (y he escrito “celebraban” porque de ningún modo ya es lo mismo).
Me encantó el ambiente. La sensación de energía, cómo bullía la vida. La CULTURA, con todas las mayúsculas, alzando la cabeza y disfrutando de sí misma. Así que quise saber quién era el responsable de tamaña maravilla. Me señalaron a alguien y me dijeron que era el rector. Le estuve mirando un rato. Mirándole desde el corazón, que es del único modo que en verdad yo sé mirar, y negué con la cabeza para mí mismo. No, no podía ser. Ese tío, perdón por la vulgaridad, ese señor, así está mejor, no tenía capacidad para hacer algo tan grande. Así que -como soy periodista desde casi tan temprana edad como soy escritor- me puse a investigar, a hacer todas las pesquisas necesarias. Hasta que, tímidamente, con un movimiento de barbilla, me señalaron a “otro alguien”. Y en cuanto le vi, esta vez sí, supe que era él. Toda la tensión que llevaba encima, cómo lo controlaba todo, lo que se veía y lo que no se veía. Averigüé su nombre… y escribí un artículo en Cambio16, que es donde trabajaba en aquel momento, contando lo mismo que acabo de contar ahora. Pero en aquel artículo no puse el nombre; lo titulé El Mago y me referí a él en todo momento como El Mago; lo hice así para protegerle de cualquier posible represalia de algún mediocre, pero también porque siempre había querido conocer a alguien a quien se pudiera apodar El Mago. Ya lo tenía. Tomás Fernández era El Mago. Es El Mago.
Luego le he visto muchas veces. Me fío de él incluso más que de mí mismo. Y no soy el único; por eso tiene tantísimos amigos -gente muy importante y famosa, y también poco importante y poco conocida- en todos los mundos, desde la política hasta el arte, porque es de fiar. Y porque es capaz de magia; de magia hecha con trabajo, voluntad y esfuerzo.
Aquí dejo el enlace. En tres redes: youtube, instagram y X. Son, repito, 27 segundos de video, incluyendo entrada y salida. Imagínense a Tomás Fernández, El Mago, rodeado de escritores famosos, de políticos, de periodistas y personajes deslumbrantes de todo tipo. Y luego escuchen el pequeño texto. Busquen la mirada final de Tomás…, casi invisible y en blanco y negro.
Jeroglífico, pieza 198 de EL AÑO DEL CAZADOR, leído, interpretado, por Tomás Fernández, El Mago.
Excelsior.
https://www.instagram.com/reel/DGcA_DcoknO/?igsh=cHNhYWVuMjJ5eW55
https://x.com/SoyJavierPuebla/status/1894080840037961748?t=2rPyCmnuzvPrQ5cOiH665g&s=08