La narradora y periodista argentina Luciana Prodan publica en España La perfecta casualidad de seguir con vida (Huso Editorial), un libro de relatos que moverá las fibras de los lectores, pues esta creadora, como lo dijera en sus días Clarice Lispector, afirma: “Yo no soy una intelectual. Yo escribo con el cuerpo”. En esta entrevista, Prodan nos habla de la concepción del mundo “como amenaza”. La literatura, en este diálogo como en la vida, de nuevo propone otros aires.
Muchos escritores han definido el relato de diversas formas, incluso Cortázar lo llegó a comparar con el boxeo por aquello de que había que ganar por nocaut. ¿Qué es para usted el relato?
Esa certeza de Julio (tan conocida por todos) me parece impecable y la comparto, absolutamente, pero también me parece importante y necesario redefinir qué es el “nocaut” de un cuento. Porque los finales de los cuentos no terminan siempre con un golpe, y muchísimo menos con el mismo golpe. O con la misma técnica, o el mismo recurso, porque eso, entre otras cosas, sería replicar y replicar un mismo ¿truco? una y otra vez hasta el cansancio (del escritor y del lector, claro). Por eso, me parece que lo que Julio quiso decir al afirmar eso o, mejor dicho, lo que yo entiendo por el famoso “nocaut” de un cuento, no es tan literal, y tiene más que ver con la intensidad con la que esa historia va a ser narrada de principio a fin. Un cuento bien escrito nos empieza a golpear las puertas del alma desde el comienzo. Nos inquieta, nos aturde, nos lastima, nos consuela. Nos provoca y nos calma. Nos toma de la mano y, en todo caso, nos acompaña al abismo de ese final para dejarnos expectantes y con el corazón abierto.
La perfecta casualidad de seguir con vida presenta dieciséis historias que giran en torno a temas como el abandono, el amor, la enfermedad, la muerte y la locura. ¿Cómo surgieron los relatos de esta obra, hubo una idea general o cada uno apareció de manera dispersa?
Las ideas generales eran esas, y las enumeraste muy bien, pero más que ideas, para qué negarlo, debo reconocer que son obsesiones. O, mejor dicho, mis obsesiones (cada escritor tendrá las suyas) y de las que no quiero ni pretendo deshacerme. Respecto al patrón, sí; yo sabía que el hilo conductor iba a ser ese, pero, de todos modos, ese hilo conductor (tan vital y tan invisible) está en casi todos mis relatos, y no tiene que ver con un tema de organización, sino más bien con lo que a mí me interesa escribir. Yo prefiero describir sentimientos, y no cosas.
“Un cuento bien escrito nos empieza a golpear las puertas del alma desde el comienzo”
¿Cómo fue recibido su primer libro En sangre viva en Argentina y qué espera ahora de los lectores en España?
El recibimiento de En sangre viva en Argentina fue muy bueno. Siempre voy a estar agradecida a Moglia ediciones, porque fueron ellos quienes me dieron esa primera oportunidad (a pesar de todas las dificultades y limitaciones que tienen las editoriales independientes), y confiaron en mí; pero también fue muy importante el rol que cumplieron mis colegas (periodistas y escritores a los que admiro profundamente) y que fueron los encargados de leerlo, leerme, acunarlo entre sus manos y darlo a conocer con respeto, cuidado, y una generosidad que me conmueve. Con los lectores pasó algo parecido. A mí me gusta estar en contacto permanente con los lectores, y espero que, en España con La perfecta casualidad de seguir con vida, publicada por Huso editorial, suceda lo mismo. Es más, es algo que ya está sucediendo, y eso me hace muy feliz. Es una emoción inmensa sentirme tan lejos y tan cerca de todos. Sentir que estoy acá, pero que también estoy ahí, con ellos, con ustedes, a pesar de los kilómetros que, en el caso de la literatura, nunca entienden de distancias.
Entre la pasión y la técnica, ¿cómo ubica su necesidad de escribir?
“Yo no soy una intelectual. Yo escribo con el cuerpo”, decía Clarice Lispector. Me quedo con eso. Y con la pasión, siempre.
¿Sus necesidades literarias están más cerca de la ficción o del realismo?
Para mí la realidad siempre supera a la ficción.
Dígame algunos escritores que relee cada cierto tiempo.
Clarice Lispector, Hebe Uhart, Liliana Heker, Chéjov, Pessoa, Alejandra Pizarnik, Silvina y Victoria Ocampo, Kafka, Bioy Casares, Cortázar, Galeano, Katherine Mansfield…
¿El mundo actual supera la ficción?
Para mí el mundo, así como estaba (si es que antes estaba ¿mejor?) siempre fue una amenaza. Y por eso mismo siempre superó cualquier ficción… Ahora, más que nunca. O un poco más que antes.