Luis Alberto de Cuenca: José Luis Chousa

19 de Diciembre de 2024
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Luis Alberto de Cuenca José Luis Chousa

Hace un par de años decidí aprenderme un poema de memoria, al modo en que se hacía en el colegio con La canción del pirata o Del salón en el ángulo oscuro, pero con un autor moderno, contemporáneo y a quien aprecio desde “todos los míos“: Luis Alberto de Cuenca. Sucedió que un día de verano bajé uno de sus libros para compartirlo con mi muy apreciado colega Álvaro Plaza, gran estratega y filósofo. Y leímos juntos el poema, en voz alta, y nos miramos asombrados. ¡Era espléndido! Así que decidí aprendérmelo, memorizarlo. Me costó -confieso- porque llevaba muchos años practicando lo que llamaba “la no memoria”.  Y aún hoy, de vez en cuando, lo repaso para que no se me “evapore”. Posteriormente he memorizado tres poemas más de Luis Alberto, el Vida de José Hierro y varios de Carlos Marzal. Memorizar ha resultado, para mi sorpresa, un ejercicio tan fascinante como útil, porque sirve para domar el propio pensamiento: cuando me viene a la cabeza algo en lo que no es inteligente pensar, una rayadura a la que es absurdo darle vueltas, convoco un poema y lo recito en voz alta (o para mis adentros) y recupero el timón de mi discurso interno.

De El secreto del mago, su libro más reciente o de los más recientes (él publica mucho, aunque escribe poco) memoricé Muerte de Plinio el Viejo. Lo hice por puro placer, y lo recito siempre que puedo y alguien está dispuesto a escucharme; y hasta lo grabé y subí a Youtube. Añado que en ningún momento, aunque me he leído El secreto del mago varias veces, ordenadamente o saltando a capricho, pensé en la posibilidad de memorizar ningún otro poema, pero…

Pero José Luis Chousa…; a quien conocí, y empezó a vivir para mí, después de muerto.

-¿Quién es Jose Luis Chousa? -pregunté a Álvaro, el hijo de Luis Alberto, y uno de mis amigos favoritos (conversador excelso), y él me lo explicó. Pondría aquí lo que me dijo, pero -aunque literatura- intuyo que podría ser demasiado íntimo, y creo es suficiente con lo que cuenta el propio Luis Alberto en el poema, que voy a reproducir con la certeza de que no va a molestarle, aunque no le he pedido permiso:

JOSÉ LUIS CHOUSA (1949-2022)

José Luis Chousa, hermano, amigo mío,

con quien crecí y fumé por vez primera,

con quien viví la alegre primavera,

el triste otoño y el invierno frío.

Por no hablar del verano, de ese estío

en que juntos jugábamos doquiera

estuviésemos, pues la vida era

jugar a cualquier cosa hasta el hastío.

Somos amigos desde la prehistoria.

Seguimos siendo amigos hoy. Mañana

lo seguiremos siendo en el infierno

o en el cielo, en la nada o en la gloria.

Deja que me refugie en esta vana

sensación de creer que hay algo eterno.

Sí lo hay, Luis Alberto, yo he conocido a tu amigo José Luis, y ha empezado a vivir para mí, después de haberse -físicamente- ido.

He leído tantas veces el poema que, esta vez sin darme cuenta ni voluntad de hacerlo, creo que también me lo he aprendido.

Y es más, voy a utilizarlo como un conjuro para seguir manteniendo pegado al mundo de los vivos a quien siempre he llamado mi mejor amigo, Fernando Camarero, que firmaba como Tizón sus óleos y dibujos, y a quien he dedicado un libro entero en busca de la misma magia que ha logrado Luis Alberto de Cuenca con José Luis Chousa. Voy a esforzarme cuánto pueda en conseguirlo. Porque sé que es posible. E incluso es obligación, que siga viviendo en nosotros, y aún más lejos, a quien hemos llamado con el corazón y el intelecto, hermano, amigo, mi mejor amigo.

Gracias, José Luis. Evidentemente sin ti jamás podría haber existido este artículo.

 

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