Dos escritores estadounidenses de New Jersey nacidos en la misma ciudad, Newark, cara a cara 120 años después de la muerte del primero. El empeño le ha salido al polifacético Paul Auster por un total de 1.040 páginas. Ahí es nada. Su monumental biografía literaria La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral, con traducción de Benito Gómez Ibáñez), dedicada a su colega y paisano Stephen Crane, autor de la memorable novela La roja insignia del valor, nos sumerge de pleno en el ambiente vital que rodeó a un escritor clave en la historia de la literatura anglosajona que murió prematuramente a los 28 años en Alemania “deshecho por la tuberculosis”.
Pese a todo, Crane dejó para la posteridad una docena de libros publicados y ejerció el periodismo, además de codearse con grandes tótems de la literatura universal como Henry James y Joseph Conrad. En absoluto fue un desconocido incomprendido de su época, y pese a su fulgurante carrera recibió el reconocimiento en vida, una existencia tumultuosa y aventurera, intensa y novelesca. Por algo Auster ha podido y sabido sacar petróleo de su aventura biográfica.
Novela, relatos y poesía, nada le fue ajeno a este escritor que firmó uno de los libros fundamentales de la narrativa estadounidense en 1895, sólo cinco años antes de su muerte, donde reflejó, mediante un lirismo y un realismo impresionantes, los efectos que la guerra dejó en un joven soldado durante la contienda civil de Estados Unidos.
En absoluto fue un desconocido incomprendido de su época, y pese a su fulgurante carrera recibió el reconocimiento en vida, una existencia tumultuosa y aventurera, intensa y novelesca
Con el estilo absorbente al que tiene acostumbrada a su legión de seguidores, Auster consigue desde un primer momento que el lector se zambulla de pleno y sin miedo en el millar de páginas que tiene por delante, como si lo hiciera en el caudal manso de un río de aguas apacibles, sabedor de que la experiencia será gratificante. El novelista Auster demuestra con creces que, como otros grandes de la literatura universal como Stefan Zweig sin ir más lejos, domina a la perfección las técnicas del género biográfico. Porque conocer la vida de Crane de cabo a rabo es pulsar también una época fundamental en la historia contemporánea de los Estados Unidos, aquellos tiempos que pasaron de una brutal guerra civil al despertar del gran imperio mundial en que se convirtió en tan sólo unas décadas de diferencia.
Dominador también de las técnicas del periodismo, Auster atrapa desde las primeras líneas. “Nacido el Día de los Difuntos y muerto cinco eses antes de su vigésimo noveno cumpleaños, Stephen Crane vivió cinco meses y cinco días en el siglo XX, deshecho por la tuberculosis antes de haber tenido ocasión de conducir un automóvil o contemplar un aeroplano, ver una película proyectada en pantalla grande o escuchar la radio”.
El resto, un millar de páginas de apasionante literatura y el reto de conocer una cortísima vida no menos asombrosa y fructífera para la posteridad. La aventura de la literatura con mayúsculas retratando una vida tan efímera como desbordante que queda como ejemplo para generaciones venideras como esas estrellas del firmamento que aún brillan muchos años después de muertas.