Rafael Soler, Jon Andión, Scarpa y Lorenzo El Joven

17 de Noviembre de 2024
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Rafael Soler   Jon Andion  Joaquín Pérez Azaustre

A Rafael Soler le he visto dos veces esta semana, el lunes en su Café Comercial  haciendo de anfitrión (es el mejor anfitrión que conozco) y el jueves en La Cacharrería del Ateneo junto a Jon Andion. El martes fui a Ámbito Cultural, en Callao, para asistir a la obra de teatro que ha montado Scarpa, Gonzalo Escarpa, en torno su inspirado, técnicamente brillante, poemario QUIERO DECIR editado por La Imprenta. El miércoles me lo tomé libre.

Rafael Soler
Rafael Soler

Poetas, poetas por todas partes. Mad Madrid está lleno de poetas. Hay poesía por todas partes, y la propia ciudad -al menos para los nictálopes que la recorremos cuando ya no hay gente ni apenas autos- es un poema “chandleriano”.

A Javier Lostalé, un nombre mítico en la poesía española (El Ojo Crítico, La Estación Azul), lo vi las tres veces en el Comercial, y en Ámbito y también en el Ateneo: el mundo se transforma en un lugar amable en cuanto él aparece -con su blancura de talco- que todo lo suaviza.

Scarpa
Scarpa

A Juana Vázquez -me ha llegado esta mañana EL DESCONCIERTO DE VIVIR, su libro de relatos susceptible de ser leído como una novela y aspirante al premio de la RAE-, la encontré el lunes en la presentación de NOTICIAS DEL OTRO LADO, de Lorenzo R. Garrido, Lorenzo El Joven, y volví a encontrármela en La Cacharrería, con su precioso pelo de siempre que alguna vez he fotografiado; me despedí de ella, la noche del jueves cuando cogía un taxi en la calle León.

Dos veces me encontré también a Martín Rodríguez-Gaona, afamado crítico y autor del libro CONTRA LOS “INFLUENCERS”; y otras dos nada más y nada menos que a Juan Carlos Mestre (¿dónde estará aquel muchacho de la gabardina negra?), haciendo de actor-recitador -¡flipante!- en la obra de Gonzalo Escarpa que se representaba en Ámbito, y mezclado -como público- entre poetas en la Cacharrería. Me gustó el abrazo que le dio a Juana Vázquez.

Lorenzo El Joven
Lorenzo El Joven

A Jon Andion era la segunda vez que le escuchaba, la primera fue también con Soler en la SGAE, pero previamente había escrito sobre él, sin aún conocerle a petición de mi muy querido amigo Tomás Fernández, El Mago. Es gran recitador, de estirpe le viene al galgo, el hijo de Patxi Andion.

Me gustaron todos. Mucho y por motivos diferentes, pero también por una razón común. Me gustan los poetas como me gusta la afición del Atleti, son siempre “verdaderos”; defensores de su propia verdad; puedo asegurar a cualquiera que nadie se dedica a la poesía para hacer dinero (algún editor, quizás, pero esa esa otra historia). Por la calle el jueves, mientras buscábamos un bar en el que cupiesen una treintena de poetas, estuve charlando con Ezequiel Blanco, a quien conocía de Getafe (y de sus Cuadernos del matemático), aunque sólo fui capaz de recordarlo cuando ya llegaba a casa, mucho después de medianoche; admito que -por una vez- levemente cansado.

Jon Andion
Jon Andion

Joaquín Pérez Azaústre es el conductor y responsable de los Jueves de la Cacharrería (me resulta especialmente placentero mencionarlo; al final del artículo, si logro acordarme, querría explicarlo), y tendría que haber estado con él Antonia Cortés, a quien conocí años en los Cursos de Verano de El Escorial a través de El Mago, pero al final no pudo aparecer. Más veces habrá, espero. La Cacharrería ha organizado para el jueves 12 de diciembre un recital de apoyo a Valencia, y si puede ser allí estaré con algún poema del grandísimo Carlos Marzal (de EUFORIA, su libro sagrado).

Seguro que me he dejado a alguien en el tintero, pero como canta Gonzalo Escarpa, “todos tenemos derecho al misterio”.

Estoy a punto de olvidarme de la explicación prometida respecto a Pérez Azaústre, y voy a aumentar el riesgo de olvido porque antes de nada quiero mencionar a una chica encantadora, una adolescente sin edad, que se llama Carmen y al parecer es su tía; me cautivaron su energía y entusiasmo. Estuve sentado en su mesa en ese bar de la calle León cuyo nombre no recuerdo -podría esforzarme pero ya me estoy rompiendo- donde acudí con todos los poetas después del recital en La Cacharrería. Al lado de Carmen estaba sentada Lucía, la mujer de Rafael Soler (verla me hizo recordar una cita de Murakami: Había acumulado con mucha gracia), y en esa misma mesa, en la que también estaban Juana Vázquez, Javier Lostalé y Martín Rodríguez Gaona, coincidió que a mi izquierda, uno, y enfrente, el otro, estaban Rafael Soler, autor de NECESITO UNA ISLA GRANDE y Joaquín Pérez Azaústre, EL QUERIDO HERMANO. Dos de las cuatro novelas que más me han gustado entre las muy pocas, escogidas, que he leído este último año. A esa coincidencia mágica me refería más arriba, cuando he escrito que no quería olvidarme de mencionar a Joaquín.

A todos gracias, por las tres excelentes veladas. Me quito el sombrero (en verdad gorra durante esta semana) y dedico este texto a modo de largo aplauso.

Excelsior.

CODA. Este artículo tiene más de 850 palabras, 5000 caracteres con espacios. Creo que a Jorge Díaz le parecerá suficiente; le envío desde aquí un especial abrazo.

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