Reseña de Pedro Sánchez “Tierra Firme”

30 de Diciembre de 2023
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tierra firme

La frase “nunca segundas partes fueron buenas” no está pensada para aquellos casos en los que la primera parte ya era un error manifiesto. El Presidente del Gobierno, de nuevo en el ejercicio de su cargo, ha decidido sacar una secuela de su “Manual de resistencia” con semejante procedimiento de redacción que el primero, aunque distinta fórmula. La periodista, política y amiga personal del presidente Irene Lozano se ha encargado de darle otra vez al texto lo que en en el primer libro se designaba, un tanto hiperbólicamente, como “forma literaria”. De nuevo falta la acostumbrada introducción de un autor que avale al Presidente.

Antes de comenzar la reseña hay que hacer una advertencia: el cuerpo del libro viene precedido de una introducción de nada menos que 34 páginas titulada “La victoria de un país,” de las que probablemente sólo el autor es responsable. El tono de esta introducción es perturbador: el Presidente se arroja sin aviso ni freno a una serie de improperios contra el enemigo de España (naturalmente “la derecha y la ultraderecha”) en una especie de ejercicio de escritura automática que recuerda, por el tono y contenido, las tertulias políticas más toscas de los últimos años. Desdichadamente recuerda también al Sánchez que escuchamos en el Parlamento Español en sus frecuentes refriegas con la oposición, y al que se dejó oír recientemente en el Parlamento Europeo causando la consternación de sus propios aliados. No hay nada nuevo, original o digno de reseñar en estas atroces páginas que es difícil leer sin desazón y sin que nos resuene en el cerebro la voz metálica del Presidente cuando calcula los aplausos de su bancada en función del calibre de la andanada contra el adversario. Por fortuna, el tono cambia en el resto del libro, si no radicalmente sí al menos para hacer que no haya que vender el libro envuelto en celofán y con una advertencia a los compradores.

El texto principal del libro se divide en cuatro secciones, dedicadas a grandes temas que el Presidente ha seleccionado entre todos los de su pasada legislatura. Sobre los asuntos de tales secciones creo que hay datos, hechos y argumentos de sobra para que él y su Gobierno saquen pecho por los resultados obtenidos, y existen formas ya contrastadas, aunque no seguidas en este libro, para presentárselas a los lectores de una forma amable, didáctica y favorable a su gestión sin señalar continuamente un enemigo. Cada sección se divide en capítulos muy cortos que a menudo se ocupan de idéntica cuestión que el precedente. Los temas se tratan siempre de la misma manera: primero se presenta un problema y sus causas, que son de dos tipos: aquellos que se originan por la gestión del PP y los que tienen un origen indeterminado. A continuación, el Presidente explica el camino que él ha construido y dejado expedito a sus colaboradores para sortear los problemas más acuciantes y dejar el resto en vías de solución para el año 2050. Finalmente se puede dedicar un párrafo a felicitar a los españoles que han optado por seguir tal camino y animarles a seguir haciéndolo, y a censurar a los que se empeñan en andar perdidos y en tinieblas.

Con frecuencia, la segunda mano presente en la redacción se ha encargado de la introducción de los capítulos, después de consultar la wikipedia para pintar con brocha un marco introductorio que sitúe al lector en el escenario europeo de los eventos o para sugerir un rasgo que desvele la gran humanidad del autor. En cada una de las secciones, las omisiones son casi más reveladoras que las alusiones.

La palabra “liderazgo” se queda muy corta para designar el tipo de poder de influencia que Sánchez se adjudica en la resolución de cada uno de los asuntos seleccionados. Para describir el desarrollo de estos capítulos hay que entender que, descrito en términos subatómicos, el universo de Sánchez contiene, además de al propio Sánchez, dos partículas fundamentales opuestas, que se dan en cada individuo, una con exclusión de la otra. Las personas en las que se halla presente el elemento “progresismo” siguen indefectiblemente la misma dirección que Sánchez, aunque a cierta distancia. Aquellos sujetos que, por el contrario, presentan el elemento “reaccionario” siguen necesariamente una trayectoria de colisión con Sánchez. Es fácil entender que vivir en tal universo sea una experiencia agotadora cuando uno es Sánchez, como explica el autor en el capítulo “Un estrés brutal” (“brutal” es uno de los adjetivos favoritos del Presidente).

La primera parte se dedica a la pandemia de COVID19 y su gestión por su Gobierno, y comienza con una oda a la “SA-NI-DAD PÚ-BLI-CA”, elemento sagrado del Estado español y piedra angular de su narrativa sobre política interior, razón por la que lo escribe así, separando las sílabas. La sanidad pública es la bestia negra de la derecha. La razón por la que España “tardó diez años en recuperar los niveles de gasto que otros Estados remontaron en tres” fueron “las políticas de recortes neoliberales que dominaron la escena pública durante muchos años, a partir de la gran recesión”. La “gran recesión” es un Leitmotiv del todo el libro y se refiere a la época que Rajoy dedicó a desmontar los servicios sociales por una mezcla de incompetencia e indiferencia hacia la humanidad rayana con el sadismo. El Presidente confirma que en este periodo se constituyó un “equipo de expertos multidisciplinar para trabajar en ello”, desmintiendo los rumores sobre tal comité, y confirma la necesidad y completa legalidad del estado de alarma. Describe también los actos de homenaje a las víctimas y cómo los escuchó a todos durante cuatro horas, incluyendo sus quejas hacia el Tribunal Constitucional, que había declarado inconstitucional precisamente el instrumento que protegió tan eficazmente a la ciudadanía.

Escondida en las páginas de esta sección, que describen los meses de la pandemia apilando un logro sobre otro sin entorpecer con cualquier análisis el progreso de la narración, el lector encuentra inesperadamente una reflexión sobre un concepto que desde hace años intriga a los españoles, y es qué significa “progresismo” para el presidente del gobierno más progresista de España: “Creo en los cambios graduales, en el progreso. Es mi convicción como presidente, pero también como secretario general del Partido Socialista, un partido progresista que siempre ha llevado a cabo las reformas que han hecho avanzar a España. La seña de identidad de la izquierda es el progreso; la derecha prefiere el regreso”. Ahí está: el progreso es el cambio, gradual y en la buena dirección, que es la de la izquierda, y se dirige en sentido opuesto a la derecha. Cualquiera que no vea cuál es la buena opción no sabe ni siquiera deletrear “tautología”.

La segunda parte: “Hacer las transformaciones con justicia” trata el reto medioambiental y digital. Para afrontar el primero, el autor ya tenía el bagaje necesario en el momento en que llegó a la presidencia gracias a haber leído sendas obras de Nicholas Stern y Anthony Giddens, quien se quedó muy satisfecho al escuchar las ideas de Sánchez sobre política medioambiental, nos cuenta el autor. Sánchez no comparte las políticas de Emmanuel Macron sobre el fin de la abundancia y piensa que “Europa está muy lejos de haber tocado su techo de progreso económico”. También en este asunto parece que el PP hizo lo que estaba en su mano para empeorar la situación (“la incuria de los años del PP había retardado, cuando no boicoteado, los cambios necesarios”), pero su “impuesto al sol” solo se presenta como uno más de los escollos que hubo que resolver para enfrentarse al cambio climático, y es difícil censurarle a Sánchez el ensañamiento con la oposición al tocar el asunto del Parque de Doñana.

Hay varios capítulos dedicados a distintos retos muy reales, que incluyen los incendios forestales, las disfunciones del mercado eléctrico o la pérdida de la biodiversidad. Estos capítulos rara vez van acompañados de la exhibición de un logro real (el mercado eléctrico es una excepción), y más frecuentemente lo son por la mención de un cuerpo legislativo activo o en preparación. Quizás en estos temas una prosa más reflexiva u otra forma menos beligerante de presentar los logros propios y ajenos podría haber hecho del libro un buen escaparate de la acción de Gobierno. Por poner sólo un ejemplo, el aumento de la producción eléctrica de origen solar durante el periodo de su Gobierno es un hecho más que reseñable que queda diluido en el torrente narrativo de los logros personales del Presidente; la vicepresidenta Ribera apenas es mencionada de pasada, respecto a otro asunto. El tratamiento que el autor da a temas como la pérdida de la biodiversidad es pueril y no sugiere ninguna acción positiva. En las negociaciones de los PERTE, por otro lado, Sánchez se demora comprensiblemente, tanto por su importancia como por los logros conseguidos. De su narración podríamos inferir que todo lo que se ha conseguido también en este terreno es directamente obra suya, porque el estilo del autor deja muy poco espacio para el reconocimiento de méritos que puedan localizarse en un agente distinto de él mismo.

En general todo el relato de esta parte del libro tiene por objeto enfrentar un bando negacionista frente a un bando racional y humanista. El negacionismo tiene dos formas: el de omisión del PP y el activo de Vox. Esta actitud de obstinada irracionalidad y egoísmo de la “derecha y ultraderecha” no se atribuye a la pura maldad sino simplemente a la ignorancia, por lo que nos abre una ventana de esperanza, entorpecida, en el caso del PP, porque “su desinterés tiene que ver con motivos más burdos. Se debe a la falta de autonomía de su proyecto político”. El capítulo dedicado al coche eléctrico es casi completamente ortogonal  respecto a la política del automóvil de su gobierno hasta la fecha, y sólo entendible como una actualización voluntarista de proyectos futuros como el de la gigafactoría de baterías de Navalmoral de la Mata. Como Sánchez resulta ser el político al que debemos por completo la “exclusión ibérica”, se explaya en la descripción de sus deliberaciones y en cómo su justa indignación por una filtración incluso recondujo las negociaciones.

El Presidente trata después el tema de la “digitalización”, en el que naturalmente incluye los retos de la Inteligencia Artificial, sobre los cuales, a tenor de su propia exposición, es difícil creer que tenga algo más que vagas nociones. En esto no creo que se diferencie de la mayoría de los líderes europeos, quienes sin embargo no tratan de explicar estas cuestiones a sus conciudadanos sin asesorarse bien, cosa que podría haber hecho fácilmente el autor. Hay sobrados indicios de la intervención de un experto ajeno en un texto académico que Sánchez presentó como propio y en el que la autoría era una cuestión crucial; por ello es difícil entender que el Presidente no solicite ahora la intervención de cualquiera de los expertos que le rodean para escribir un libro en el que se da por descontado la ayuda de colaboradores que le podrían haber evitado escribir frases huecas como “la digitalización de la economía, el algoritmo (sic), la inteligencia artificial, las aplicaciones y el mundo virtual han irrumpido en nuestras vidas”.

De nuevo, el autor vuelve en estas páginas a las negociaciones de los PERTE, que merecerían mejor relator. Al reseñar el anterior libro de Sánchez, sugería yo que el modelo que se había tomado para darle forma era el de las descripciones de los usuarios de las aplicaciones de citas. En este libro, sin embargo, el modelo parece haber sido el Trabajo de Fin de Grado. Es este un trabajo académico primerizo que, acerca de un tema de su especialidad y con desigual interés, deben presentar los alumnos que pretenden obtener el grado universitario. En este caso el tema sería “Mi grandiosa política de los últimos cuatro años”. El apartado expositivo no merecería más allá del aprobado raspado.

Las dos últimas secciones, dedicadas a temas igualmente sensibles pero escritas con la misma  falta de empatía que el resto del libro, se centran en la desigualdad social y la guerra de Ucrania. Al comienzo de la sección dedicada a la desigualdad, el Presidente coloca en el foco un tema notablemente ausente de la anterior campaña electoral (ocupada fundamentalmente en la violencia de género) y que estuvo en primera posición de las últimas elecciones: el problema de la vivienda. Siguiendo la rutina, se halla sin dificultad a los culpables: “el origen de este grave problema se encuentra en la Ley del Suelo del Partido Popular, aprobada en 1998 y cuyos efectos sigue sufriendo la sociedad” y se continúa con la exposición de las medidas para paliarlo por parte de su ejecutivo. En este capítulo se encuentra de nuevo el lector con otra inesperada revelación, que en este caso son “las líneas maestras de mi visión como gobernante”. Pronunciadas “con honestidad” en el Foro de Davos de 2023 se resumen en la frase “les pido, élites mundiales, que nos ayuden a cambiar esta situación”, que no me cuesta pensar habría detenido el corazón, al segundo de ser escuchada, a cada asistente a la Primera y Segunda Internacional.

Más cercano a los eventos relacionados con la Tercera Internacional, el 24 de febrero de 2022 las tropas de Putin invadieron Ucrania, bombardeando sus infraestructuras civiles y militares con todos los recursos reunidos por la segunda potencia militar del mundo con la excusa de unas maniobras militares. El fin de semana siguiente se levantaron en España y el resto del mundo manifestaciones masivas a favor del respeto de los derechos humanos, la soberanía ucraniana y la retirada de Rusia. Notablemente ausentes de todas esas manifestaciones quedaron el PSOE, el PP y Vox, que durante semanas no se dieron oficialmente por enterados del problema, muy a diferencia de los aliados de Sánchez en el Gobierno, Unidas Podemos, que se manifestaron claramente en sintonía con los intereses de Putin. Quien quiera ver en el libro que reseñamos una explicación al cambio de tal actitud hasta la postura actual del Gobierno, claramente atlantista, no encontrará la menor pista. Sin embargo, el contacto de Sánchez con el canciller alemán Olaf Scholz es otra de las constantes del libro. Esta entrañable cercanía ha despertado además en nuestro presidente una admiración por Angela Merkel que quedó extrañamente sin desvelar en el anterior libro. Si añadimos esto a las continuas referencias a Putin por un lado (un villano que queda solo por debajo de la “derecha y ultraderecha” en la cosmología de Sánchez) y a van der Layen por otro, sumadas a la absoluta ausencia de cualquier referencia a Marruecos o Argelia, si dentro de unos siglos se encontraran restos de este libro como único testimonio de nuestra cultura, el lector deduciría que España estaba situada aproximadamente en el territorio que hoy ocupa Polonia.

En vano buscará el lector la menor referencia a asuntos centrales en la política actual española como Puigdemont, Junts, el islamismo, el independentismo, el caso Pegasus, el Frente Polisario, Israel, etc. No hay en todo el libro referencias a la Universidad española o sus programas y centros de investigación, lo que es preocupante. ¿Hay alguna referencia a la amnistía? En efecto, hay cuatro, todas referidas a las “amnistías fiscales” del PP. ¿A Podemos o Sumar? No, lo sentimos, no es el momento. ¿A la inmigración? Tampoco. La única referencia a la Libertad de Expresión es negativa.

Penetrar en el mundo de suma cero que constituye el modelo de resolución de asuntos sociales y políticos de Sánchez puede ser lo contrario de lo que busca un lector inquieto por encontrar una solución constructiva a los problemas de nuestro país ¿Por qué se ha publicado entonces este libro? La Declaración de Hacienda del Presidente revela que las exuberantes ganancias por las ventas de su primer libro compensarían en parte los sinsabores de un cargo notoriamente mal pagado. Sin embargo no creemos que esta sea la razón de ello, o al menos toda la razón. Hay algo en el contenido del mismo que le debe producir al menos la misma satisfacción, y nos preocupa averiguar qué es.

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