El desconcertante paso a la vida adulta conlleva batallas ganadas y sobre todo perdidas, siempre con los avatares del amor marcando el ritmo de todos los aconteceresEl verdadero salto se produce cuando ambos pasan a la universidad. Allí, Marianne encontrará una más pronta integración en el campus universitario mientras el origen humilde de Connell marca su distanciamiento con respecto a sus compañeros de estudios.Pasan los años, y Rooney sigue narrando admirablemente los encuentros y desencuentros de ambos protagonistas, en un ejercicio literario magistral donde el desconcertante paso a la vida adulta conlleva batallas ganadas y sobre todo perdidas, siempre con los avatares del amor marcando el ritmo de todos los aconteceres. Gente normal habla admirablemente de eso, de personas normales que se aman y se ignoran, que se frustran y no saben cómo salir de la incomunicación impuesta por un entorno aparentemente hostil.
Irlanda es una tierra extremadamente fértil para dar leyendas de las letras universales. La lista se agiganta incluso durante el pasado siglo veinte, con nombres como Samuel Beckett, John Banville, Maeve Brennan, James Joyce, Edna O’Brien, Colm Tóibín, William Butler Yeats, Iris Murdoch… Sally Rooney (CastleBar, Irlanda, 1991) viene a sumarse a esta interminable lista con savia nueva en su escritura. Y sus dos novelas publicadas hasta ahora no hacen más que confirmar una trayectoria imparable, cuyo reconocimiento ya se hace a nivel internacional. Literatura Random House publica ahora Gente normal, después de hacerlo con su primera novela, Conversaciones entre amigos.La segunda obra de esta escritora formada en el Trinity College de Dublín con especialización en literatura norteamericana narra la historia de dos compañeros de instituto, Marianne y Connell, que no cruzan palabra pero cuyos destinos están predestinados a encontrarse pese a todas las dificultades que el propio destino impone. Y es aquí precisamente donde Sally Rooney se esmera con especial ímpetu para dar a su obra un cariz muy personal, ya que son los malentendidos los que imprimen fuerza a las historias de amor furtivo de la escritora irlandesa.Mientras la protagonista es una paria en potencia, solitaria, marginada e incluso vilipendiada, Connell mantiene una estrategia premeditada de ignorar todo lo que provenga de ella, pese a que su madre se encarga de la limpieza de la casa de Marianne, precisamente el escenario donde se producirá un paulatino acercamiento entre los dos protagonistas, primero físico y después también regado con una relación intelectual y espiritual que no traspasa los muros de esa vivienda. En el instituto, la supuesta ignorancia entre ambos se mantiene en apariencia.
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