En ocasiones la prisa se convierte en el halago más sincero. Esto sucede cuando algo nos gusta tanto que sentimos la necesidad, la urgencia de degustarlo rápidamente, con glotonería, como si no existiera nada más que lo que nos atrae. De este modo, lo consumimos, lo devoramos, hasta que, al llegar al final, cuando lo vamos a terminar, volvemos a la consciencia y levantamos la vista para considerar lo poco que nos ha durado.Esta idea, la de no me ha durado nada, la expresaron varias personas el otro día en la presentación de la novela “Sudor frío” en la Librería Burma de Madrid. Su autora, Mari Carmen Sinti, contó, por el contrario, el esfuerzo y el tiempo que le había dedicado a esta obra que recibía así los elogios de sus primeros lectores.Explicó como se había documentado sobre el buceo para no confundir bombona con botella, sobre armas de fuego para poder identificar la pistola que se reconoce por un sonido peculiar, o sobre como liberarse de una brida con unos cordones. Detalles todos ellos que aportan credibilidad a una historia que tiene como asunto principal algo que, desgraciadamente a nadie le extraña, es decir, el que haya mujeres, muchas mujeres, siempre demasiadas, que sufren violencia de modo cotidiano a nuestro alrededor. Quizás cerca, muy cerca de nosotros sin que nos demos cuenta o sin que queramos enterarnos. Incluso que haya mujeres que sean tratadas como ganado y, como tales, vendidas y compradas sin concederles un mínimo de dignidad. Y esto, lo más tremendo, a nadie nos sorprende, porque sabemos que es cierto, que más o menos cerca de donde nos encontramos se trafica con carne joven sin que nadie haga nada para evitarlo.“Sudor frío” está protagonizada por mujeres valientes. Heroínas a su pesar que se asoman fuera de sus pequeños y confortables mundos para ayudar a quien consideran que lo necesita. Mujeres corrientes que se necesitan, que se quieren, que sufren el miedo en grado superlativo y que, a pesar de todo, vuelven y hacen lo que consideran correcto aunque no sea sensato, ni cómodo, ni siquiera legal.Al comienzo de cada uno de sus capítulos, una referencia a una canción. Una selección que nos sugiere una lectura acompañada de música porque tienen una duración semejante. Y una intención, por supuesto, en relación con el relato al que complementa. Como ese magnífico You´re a loaded gun de Bon Jovi antes del número 25.Quizás por esto último, o mejor, también por esto último, el libro de Mari Carmen Sinti se lee tan bien, resulta tan ameno, tan fácil de recorrer. Por eso dura tan poco, como repetían el otro día sus lectores en la presentación.
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