La España ’vaciada’ o la más ‘profunda’ engaña conceptualmente. Los estereotipos al respecto nos confunden. Hay mucho país inédito, insólito, desconocido y que nos sorprende gratamente. Lo tenemos cerca: simplemente no se oferta o se desconoce. En el corazón sureño de la provincia de Badajoz, Llerena se alza como destino potente, con credenciales para ser inolvidable y repetir visita. La Extremadura que linda con el norte sevillano atesora un imponente patrimonio histórico. Ahí se maridan tradiciones que -hoy por hoy- la fijan en la historia y se actualiza al siglo XXI. Recorrer Llerena es pisar la historia más pretérita, su fértil etapa medieval y la de nuestros días.
Desde las últimas elecciones locales esta capital que muchos creen es pueblo la gestiona el alcalde Daniel Lara Rex. Su lista del PP obtuvo mayoría aplastante tras sucesivos gobiernos municipales del PSOE extremeño. La ubicua primer teniente de alcalde y Concejala de Turismo, Loli Millán, alienta con oficio el incremento de visitantes a su terruño.
Esta capital invita al viajero a llegar sin la idea de retorno al hogar. Le sugiere a pasear sin rumbo por sus calles y plazas; dejarse sorprender por cada rincón, por cada detalle que hace de este rincón extremeño con raigambre andaluza. Llerena nos depara ’tips’, píldoras, para aquellos que saben que están en un lugar importante.
Situémonos en la historia
Localizada en la Campiña Sur de Badajoz, Llerena es un tesoro por descubrir al suroeste de España. Vamos, en primer lugar, a su imponente Plaza Mayor. El estilo que preside su arquitectura es mudéjar y renacentista. Cuando transitamos su perímetro empedrado (no son recomendables los tacones) comenzamos un singular viaje en el tiempo. La Iglesia de Nuestra Señora de Granada es la referencia de la ruta.
Debemos puntualizar que en Llerena hay vestigios prerromanos. En los yacimientos Las Mesillas o la Dehesilla de Higuera. Son de gran importancia y pendientes de estudio de campo. Sus habitantes se cree que explotaban minas de cobre, hierro y plata.
Los restos romanos los encontramos en Regina, cerca de zona ocupada por los túrdulos según recientes investigaciones y de la alcazaba de la Reina. Regina está en el término municipal de Casas de Reina. La Consejería de Cultura-Junta de Extremadura intenta recuperar la totalidad de la ‘cívitas’ romana y adaptar el anfiteatro para ofrecer espectáculos teatrales en un futuro muy próximo.
Corriendo el tiempo Luis Zapata de Chaves escribió en su Libro de Cetrería-siglo XVI lo siguiente: “Llerena, lugar nobilísimo, cabeza de la provincia de León en Extremadura, situada en las raíces de Sierra Morena, feliz de sitio, fértil de suelo, sano de cielo, soberbia de casas, agradable de calles, abundante de hermosas, llena de caballeros y letrados y de tan raros ingenios, que apenas necio podrá hallarse uno.”
Para muchos historiadores el núcleo urbano llerenense se congrega en los alrededores de Fuente Pellejera. Para unos es Allarias, Ellerina para otros, Ellerena para algunos más. La especulación de los expertos añade diversidad en los toponímicos de Llerena. Su etapa árabe la localizan en los restos existentes en el interior de la torre y en algunos lienzos de la muralla que circundaba la Medina.
Llerena es más protagonista de su historia desde el siglo XIII. Pelay Pérez Correa fue Maestre de la Orden de Santiago durante la conquista cristiana. Sienta bases de la estructura militar y civil de la comarca hoy llerenense. Fue el primer impulsor de la Provincia de León de tal Orden en Extremadura y su capital durante varios siglos.
La parroquia de Nuestra Señora de la Granada, repetimos, es uno de los referentes del patrimonio llerenense. Tiene un espectacular campanario. Desde ahí se hacen resonar las llamadas a rebato, desde que Llerena fue sede del Tribunal de la Inquisición. Sucedió durante los siglos XV y XVI. Este campanario es Patrimonio Inmaterial de La Humanidad según la UNESCO, que consideró las 30 formas de toque manual de las campanas.
En dicha parroquia al excavar la antigua mezquita andalusí y su alminar se hallaron numerosos restos humanos, en gran parte momificados. El hallazgo se atribuyó al traslado de cuerpos de un antiguo cementerio aledaño a la iglesia. Nobles, militares y personal eclesiástico serían los difuntos según antropólogos forenses. Otras teorías les sitúan como víctimas de la Inquisición o asesinados durante la última guerra fratricida.
En la Plaza Mayor añadimos historia a Llerena. Es cuna de ilustres hijos. Entre ellos encontramos a Pedro Cieza de León, conocido como “El Príncipe de los Cronistas de Indias”. Su obra, la Crónica del Perú, es fundamental para el conocimiento de la América precolombina y los sucesos de la conquista. Este llerenense fue uno de los primeros cronistas en ofrecer un relato detallado sobre las culturas indígenas y los acontecimientos que cambiaron la historia del continente americano.
A su vez, Catalina de Bustamante es otra figura de relevancia. Considerada la primera maestra del Nuevo Mundo, Catalina fue una firme defensora de la educación de las niñas indígenas. Fundó un colegio en Texcoco, México, y consiguió el apoyo de la emperatriz Isabel de Portugal para su proyecto educativo, lo que la convierte en un personaje clave en la historia de la educación en América.
Posteriormente, Llerena expandió su casco urbano. Se construyen los primeros conventos. El primero documentado es el de Santa Elena, extramuros de la población. Se traslada a la puerta de Reina cuando se funda el de San Francisco por Sancho de Paz. Igualmente proliferan muchas ermitas (San Lázaro, san Cristóbal, Santa Catalina, San Marcos, San Benito, San Antón o la Concepción). También se construyen edificios sociales, concretamente hospitales (San Lázaro, Santiago, San Juan, Espíritu Santo y otros).
En época inquisitorial el Tribunal, el tercero español en cuanto a la extensión de su jurisdicción, ocupaba 42.260 km2. Incluía demarcación de los obispados de Ciudad Rodrigo, Plasencia, Coria y Badajoz. Tuvo tres sedes (palacio prioral en la calle Zapatería, la casa maestral en la calle La Cárcel y -hasta 1834- el Palacio de los Zapata en la calle Corredera). En el siglo XVI fue la capital más poblada extremeña, tras Badajoz.
Hogar de Zurbarán
En el medievo, lo más relevante no obstante para Llerena es que numerosos artistas, como el pintor Francisco de Zurbarán, recalaron en esta capital. Su actividad comienza en Llerena y la comarca. En Azuaga confecciona la talla de un Cristo en madera. Para Zafra, Bienvenida, Fuente de Cantos y Montemolín concibe otras obras maestras de diversas características hoy desaparecidas en su mayor parte.
Pero Llerena atesora de Zurbarán un impresionante original, el “Cristo Crucificado” de la Iglesia de la Granada. Fue recientemente restaurado en Madrid. Integró parte del retablo que fabricó con el entallador sevillano Jerónimo Velázquez en 1636. Una escultura del artista llerenense Ramón Chaparro que mira hacia la fuente de 1618 la diseñó el afamado pintor.
Zurbarán, tras concluir su aprendizaje en 1617, se estableció en Llerena durante diez años. En 1628 se casó con María Páez, su primera mujer y madre de sus tres hijos. Uno de ellos Juan de Zurbarán, fue un excelente pintor de bodegones. El Crucificado conservado en la parroquia de la Granada, entraña el resto de retablo que preside el altar mayor del templo. Está dedicado al apóstol Santiago, patrono de la orden que ostentaba el poder de la localidad cuando lo pintó el maestro.
Llerena tiene más edificios para visitar en ruta a pie: iglesia de Santiago Apóstol (de estilo gótico tardío hispano-flamenco fundado por el último maestre de la Orden de Santiago), el convento de Santa Clara (fundado a principios del siglo XVI, único que conserva su función original). Encontramos en dicha ruta más palacios: Maestral o el de los Zapata.
Este es un edificio civil emblemático, data del siglo XVI (fue sede del Tribunal de la Inquisición en 1570). Igualmente, los restos del recinto amurallado, intacto hasta mediados del siglo XIX, la puerta de Montemolín y de Villagarcía invitan a una visita en la ruta que recomendamos.
La Llerena de hoy
Quienes quieran completar una visita que se aleje de la historia puede añadir un paseo por la naturaleza. Puede acudir a la Morolla. Esta es una finca municipal ubicada a 9 kilómetros del casco urbano. Allí encontramos gran cantidad de especies vegetales autóctonas del sur extremeño: encinas, alcornoques, jaras o adelfas.
El Museo Histórico de Llerena atesora la crónica local. Compila libros, documentos y otras pruebas que evidencian la larga historia local. Uno de sus mecenas más activos es el llerenense y Doctor Julio Gerardo Sánchez Gallego. Este reputado internista, hermano de un prestigioso jurista (José Andrés), rastrea y regala a sus paisanos las huellas y raíces de su pueblo estén donde estén. Sus donaciones son continuas.
Llerena es parte del Camino de Santiago, de la ruta de los Conquistadores extremeños y de la que nomina Isabel la Católica. Hay una fiesta de la matanza, varias pastelerías con dulces de origen árabe (recomendables las perrunillas), las migas del lugar y productos de cerdo más ibérico.
Programas televisivos, festivales musicales, recintos infantiles y amplios lugares de paseo para los enamorados, parejas y mayores redondean los recursos de Llerena para hacer un destino literalmente inolvidable. La vida local está llena de citas culturales, exposiciones, una coral y continuas actividades que no hacen pensar en un pueblo más de la geografía patria. Llerena hoy por hoy se ha remozado y renovado para ofertar al visitante lo mejor que puede dar de sí.
Encontramos en la hospedería El Mirador, titularizada por la Junta de Extremadura, un lugar perfecto para sentirse como en casa en el mismo centro de Llerena. El Hostal Zurbarán es un clásico recomendable. El turismo rural (Quijada del Lobo, La Posada, Rosa, Sierra Jayona, La Casana, El Aguila, Cieza de león, Campo Abierto, etc…), numerosos alojamientos privados de plataforma (booking, airbnb), cortijos (Vega Grande) y los lugareños ofertan más hospitalidad llerenense.
Delicias locales
Uno de los activos más potentes de Llerena es su gastronomía. Con casi 20 bares y una decena de restaurantes oferta calidad, productos selectos y caldos locales. Hablamos de un lugar labrador y artesano. Se autoabastece desde hace siglos de legumbres de sus huertas y cereales de su campiña. Las sopas, el gazpacho y migas, más productos del cerdo ibérico (exquisitos jamones, chorizos, salchichones y morcones) son los ingredientes principales de la dieta más popular llerenense.
Los dulces del convento de Santa Clara deleitan al mejor paladar. Lo elaboran artesanalmente las Clarisas, quienes siguen un legado ancestral. Las delicadas manos de las monjas y los mejores ingredientes naturales hornean los que se deshace en la boca: bizcochos, galletas, yemas, magdalenas, trufas, hojaldres y empanadillas de cabello de ángel. Los dulces albergan calidad y precios muy asequibles. No se alejen, cuando compren en este Convento, las famosas ‘princesitas’ y los corazones de monja’. No damos más pistas. Pruébenlas.
Un llerenense emprendedor, Fernando Moro, regenta un obrador en el que produce chocolates de excelente calidad. Ya ha despertado el interés del conocido chef madrileño Dabiz Muñoz. Moro descubrió las bondades del cacao en un voluntariado en Nicaragua. Le atrapó el proceso de fabricación "Bean to bar", la que salta del grano a la tableta. Sus tabletas de chocolate deleitan a sus fans con el color más negro. No tienen menos del 70% de cacao y granos sin mezclar de una sola procedencia: o son de Madagascar, Uganda y/o Costa Rica.
No podemos irnos de Llerena sin probar uno de sus vinos. Allí inclusive se implantó D.O.P Ribera del Guadiana. Llerena, también llamada la 'Pequeña Atenas de Extremadura' se deja catar en sus caldos. Hereda los que exportó y se cosecharon en el continente americano tras el encuentro con los españoles. Fue pisado en Lima, en 1560, por un vecino de Llerena, Pedro López de Cazalla, secretario de Francisco Pizarro. Perfecto, ideal para acompañar unas migas o una caldereta extremeña.
Su nuestra aventura viajera agota las excelencias de Llerena debe añadirse que es buena sede para visitar el Norte serrano de Sevilla (Guadalcanal, Alanís y San Nicolás de Puerto), muy próximo y desde donde van a estudiar y curar en el Hospital comarcal los sevillanos más alejados de su metrópolis. El sur pacense tiene más ganchos: Zafra, Fregenal, Jerez Caballeros, Monesterio, Azuaga…. Pero es otra historia.