Mañana hará dos semanas, pero el eco del concierto de Planta Baja en El Chiringo de L.A. Citywood aún perdura en mi memoria. Es más, desde ese día no paro de escuchar las canciones de Solomon Zu, líder espiritual de la banda; me encantan. Mi favorita absoluta es Solo Solomon, pero todas tienen algo que hace merezca la pena escucharlas una y otra vez. El chaval es genial (de esos taaan geniales que hasta les cuesta sobrevivir y moverse en la vida real, en el mundo real, porque tienen un mundo propio).
L.A. Citywood no está en Los Ángeles, pero sí en Los Arroyos (las iniciales son las mismas y aquí las usamos del modo que más nos place, y además sucede que los Arroyos nació con el nombre Ciudad Bosque Los Arroyos, aunque ahora es ¿un barrio? de El Escorial donde el Ayuntamiento se infla a ganar dinero con los impuestos; pero esa es otra historia).
Era viernes. Mis viejos jóvenes colegas de L.A. reservaron una mesa gigantesca, montada a medida para estar lo más cerca posible de la carpa bajo la que iban a actuar Planta Baja. Normal. El percusionista, y promotor de la banda, El Gran Iñako (bautizado Iñaki Orbe) es uno de los nuestros. Y aparte de ser uno de los nuestros se ha recorrido media Europa, o Europa entera, en su motón gigantesco, desde hace diez años se dedica en exclusiva a la música (podría contar qué hacía antes, pero eso también es otra historia).
Flipé. Aluciné. Lo pasé genial. Comparé el concierto de Planta Baja en LA Citywood con uno, espontáneo, en la Zeleste de Barcelona donde se subieron al escenario, a petición de Bigas, Bigas Luna, Pau Riba y Ricardo Solfa “Sisa”.
¿Por qué me gustó tanto? Alternaban canciones conocidas por todos con temas propios, apenas se movían en el escenario, no había efectos especiales de ningún tipo. Dos guitarristas, Solomon con la eléctrica y Quique con la española. Nada extraordinario. Pero había magia. Magia que transmitían todos ellos, inspirados por la inolvidable musa del grupo, Natalia.
Las letras de los temas propios —como la de esa pobre cigarra viviendo entre himenópteros—, creo que todas de Solomon Zu, me parecieron excelentes. Vuelvo a él, porque apenas girando un poco la cabeza, hacia la derecha o hacia la izquierda, lograba que cambiase el eje del universo, y parecía tan tranquilo como si estuviese en su casa en zapatillas, ante su espejo, y viéndose “más sabio que viejo”.
Espero volver a verlos pronto, a los Planta Baja. Pronto, o al menos algún día. Mientras tanto seguiré escuchando a Solomon Zu en el Espoty.
Aquí dejo el enlace.
https://open.spotify.com/artist/5fhdwAxeYvUbQqNww6kRqw?si=gckSfp3pRJGF0CB93IofYA
Excelsior