Jirafa

02 de Abril de 2023
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jirafa

María se había quedado dormida en el sofá. La pantalla de la tele estaba llena de dragones sobrevolando la noche. Cada vez que escupían fuego se iluminaba una ciudad, un bosque y la cara de María.

La mesa del salón estaba salpicada de papeles de caramelos. Volvía a tener los mismos gustos de cuando era una niña.

A Julio se le cayeron las gafas mientras trataba de incorporarla, también se le desabrochó el reloj y oyó como caía en la alfombra. No se detuvo a recogerlo.

—Vamos María, te he puesto la camiseta de la jirafa que compramos juntos. Está estirando el cuello para comer las hojas de los árboles y saca su lengua azul profundo, como tus ojos.

Me quité el bigote porque te molestaba cuando te daba besos y tú me regalaste un cactus a cambio de mi gran sacrificio,  porque, la verdad ¡qué guapo estaba yo con aquel bigote!

María era un peso muerto y él un viejo torpe y cansado. Durante el trayecto al dormitorio, él musitaba despierto y ella musitaba en sueños.

Por fin acostada, Julio le acariciaba los pies antes de arroparlos.

—Siempre has tenido los pies fríos. Lo descubrí en el apartamento de Nacho. Me dijiste que no querías ir, que aquel sitio era un vulgar “picadero”. Pero no tardé en convencerte. ¡Qué bonita eras!

María gruñe, se gira en la cama y le da la espalda. Julio da la vuelta y vuelve a acercarse a su cara, quiere que su voz forme parte de su sueño. María vive en un sueño.

—De vuelta a casa, no decías nada, no me mirabas, pero al llegar al portal me diste un beso rápido y, sin llegar a mirarme, escribiste tu número de teléfono en la palma de mi mano con un boli azul, como la lengua de las jirafas, como tus ojos antes y ahora. ¡Qué bonita eres!

(Cuando despiertes estaré a tu lado)

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