Puedo contarlo

11 de Junio de 2020
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uci
 Para los enfermeros y auxiliares Marta, Juankar, Rosa, Jimena,
para la chica colombiana de ojos rasgados y todos los demás.
Para el Dr. Gómez y la Doctora Heili y todo el servicio de neumología
Para los celadores y los otorrinos; Ma. Ángeles, la fisio.
Los camilleros y los que limpian.
Para los psicólogos y psiquiatras.
En definitiva, para la Fundación Jiménez Díaz
que me salvó la vida y hoy puedo contarlo.

Cuando lleguéal Hospital no tenía miedo, sino alivio. Llevaba esperando varios días confiebre alta y tos, a que vinieran a por mí. Sólo quería curarme. Y ponerme enmanos de los médicos.

Llegaron a micasa un martes, creo, varios hombres (enfermeros, camilleros, no sé bien),enfundados en trajes de plástico con gafas y máscaras. Parecían astronautas ydaban algo de yuyu. Me tomaron el oxígeno con una pinza en un dedo, y vieronque lo tenía muy bajo. Me lo enchufaron con un tubito y me dijeron: Nos vamos.¡Qué casa tan bonita tienes! Cogí alguna cosa que metí en una bolsa roja y bajécon ellos la escalera seguida con un hombre que llevaba una bombona de oxígeno.

Me subí a lacamilla, parecía una peli. Pero no lo era. Y con la sirena encendida llegamosal Hospital. Entramos por urgencias y allí me metieron en un box. No vas adormir esta noche. A partir de ahí sé que me hicieron una placa, analítica y mebajó algo la fiebre.

Al díasiguiente, creo que era el 13 de marzo, recuerdo estar en la UCI. Te vamos adormir, es lo mejor para ti. Cuando te despiertes, ya habrá pasado todo. Tecuraremos mientras estás en lo mejor de tus sueños. Tuve que firmar un papel,autorizando que me sometieran a un coma inducido. Lo que no me apetecía nada. Ymandé un Whatsaap a mi familia y amigos, el mismo a todos.

A partir deese momento no me acuerdo de nada. Y al cabo de un mes, desperté... o salí dela UCI. Creo que fue así.

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Los primerossíntomas que tuve fueron tos y fiebre alta. Algo parecido a una gripe. Nada muyserio aparentemente. Hacía vida normal y alguien me debió de contagiar. A mí, ami hija, a otros dos hermanos, a una chica que cuidaba a mi madre. Y a ella...Pero ese es un capítulo aparte.

Estábamos todala familia enferma. Nos hicieron a todos el test del bichito malo, y todosestaban infectados menos yo que no se sabía por qué, no me daban losresultados. A los demás sí.

El 5 de marzomurió mi madre. No voy a hablar de eso ahora. Al cabo de unos cuantos díasestaba en casa con fiebre pero no acababan de venir a por mi. Mi socio me traíacomida y también Dominique. Finalmente, el día 12 vinieron los astronautas y mellevaron con ellos a viajar en cohete a propulsión iluminado, entre planetas yestrellas. Veíamos la tierra desde arriba. Fue emocionante.
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De la UCI nome acuerdo de nada, el primer recuerdo es en la camilla trasladándome a laUCIR. (UCI=Unidad de Cuidados Intensivos, UCIR=Unidad de Cuidados IntermediosRespiratorios). Pensando, ¿a dónde me llevarán ahora? Estaba en sus manos. Peroseguía sin sentir miedo y desconocía que había estado un mes en el limbo.

De esosmomentos tengo recuerdos aislados. Tenía distintas sensaciones y alucinaba unpoco. No en plan LSD. No. Otra cosa. Por ejemplo confundí a una enfermera conmi hija Yuyi y la cogía de la mano y la llamaba por su nombre. Ella me llamadaCris y era muy cariñosa. ¿Por qué mi hija no me llama mamá? Pensaba. Hasta queme lo dijo mi familia.

Tenía puestala sonda supongo que por la nariz por donde comía, otros dos tubos por detrás,no hace falta explicar su función, la traqueotomía hecha y me quería ir decompras con la doctora Heili según me confesó más tarde. Se te fue la pinza,hija. Pero a todos se nos iba la olla tarde o temprano.

Después de laUCIR me llevaron a otro cuarto en el que estaba sola. Allí me quitaron lassondas después de meterme unos tubitos como de 40 cm. por la nariz. Veníanenvueltos en papel, como si fueran caramelos. Zis zas. Y así. Empecé a comeryogurcitos y cosas parecidas que me sabían a gloria. Me llamaban mis hijas ymis amigos pero todavía no era consciente del todo de lo que estaba pasando. Elambiente de enfermeras y distintos oficios del Hospital era distendido,deseando que me llevaran a planta, porque una vez allí era el preludio de irmea casa. Empecé a levantarme al sillón (y del sillón a la cama) gracias a unosestupendos celadores que llevaban en volandas mi cuerpo delgado, mientrasbromeábamos.

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Durantelos días que pasé en dos diferentes habitaciones de “la planta” por fin fuiconsciente de lo que me había pasado. Ya me habían quitado la sonda del pis yme pusieron un precioso pañal para celebrarlo. Comencé también caminar trespasos con ayuda, claro. Venían a verme médicos y enfermeras. Todos me queríanpinchar, quitar algún punto de la traqueo o alguna perrería similar.

Todosmenos la enfermera Marta que me regaló unas pinzas de depilar que estabanecesitando a gritos. No había manera de encontrarlas. Como había tambiénperdido mi espejo me depilaba a sentimiento... Marta, ¿puedo hablar con tumadre? Me gustaría hacerlo para decirle la maravillosa hija que tiene. Así lohice y le conté lo del regalo. Y lo que haga falta, oiga. Así me contestó.

Tuvediferentes compañeras de habitación. Todas muy agradables menos una que estabaloca y me tuvieron, a las horas de su llegada, que cambiar de cuarto. Alprincipio me encontraba rara, en un lugar diferente pero me fui acostumbrando.Estaba muy cerca de la ventana y las vistas que tenía eran de lo mejorcito delHospital.

Empecéa repasar mi vida y a pensar sobre lo que había vivido sin recordar nadadurante el mes dormida en la UVI. Una noche tuve un momento de angustia y mesubió la tensión. Me dieron una pastilla y pude dormir.

“Poco apoco” fui mejorando. Eso es lo que te dicen todos. “Es normal” y “poco a poco”,son las palabras del millón. Me quitaron el oxígeno y empecé a comer sólido y abeber agua. Antes la bebía con espesante, es decir no me la tomaba.

Prontoentró otra compañera, con ella me llevaba muy bien. Teníamos gustos similares. Nosayudamos mutuamente en nuestras respectivas recuperaciones, contándonosnuestras vidas y hablando de muchas cosas. Empezamos a caminar a la vez, aunqueella llevaba un poco menos de tiempo que yo. Una mujer muy fuerte. Es muybueno, en estas circunstancias, volver a la realidad e intentar quedarse.Porque aunque pretendo desdramatizar, la verdad es que ha sido una experienciamuy dura. Y así lo relatan personas que han pasado por ella, muchos de ellosmédicos, por cierto.

(https://www.vozpopuli.com/…/Covid-19-relato-medico-propia-e…https://www.clara.es/…/testimonio-coronavirus-manel-saiz-ba…https://www.voanoticias.com/…/pacientes-con-coronavirus-com…https://elpais.com/…/la-experiencia-personal-anecdotario-de…https://elpais.com/…/la-uci-mas-larga-57-dias-esquivando-la… )

Al cabode unas dos semanas, todavía insegura pues llevaba poco caminando sola sin elandador, me dieron por fin el alta, después de hacerme dos últimas pruebas delinfernal bicho saliendo negativas.

Ladespedida de las enfermeras y celadores fue emotiva. Tantos días juntos...Finalmente llegué a mi casa en un taxi con mi hermano pequeño que me vino abuscar y allí estaba mi hija esperando. Lleva casi tres semanas conmigo y no séque hubiera hecho sin ella. Me pone la heparina por la mañana, cocina, va a lacompra. Me acompaña. Hablamos. Me hace sentir acompañada.

Aquíestoy con mis secuelas. Adelgacé seis kilos. Tengo negra la punta del dedoíndice de la mano derecha, por algún tema de circulación. Y esa mano se meduerme, lo mismo que los dedos de los pies. Estoy tomando antibióticos que merecetó la cirujana vascular. Por si acaso. Me curo los dedos con agua yBetadine.

Mesiguen llamando amigos y familia. Ayer recibí a la primera persona que havenido a casa, a excepción de mi hija.

Esta esmi experiencia. Ya voy a la calle sola, trabajo. Leo. Escribo. Me echo lasiesta. Miro a la calle. Empiezo a pensar en mi futuro. Soy consciente de queestoy aquí, de que no me fui. De que decidí vivir aunque no me acuerde. Pero séque fue mi decisión.

Se avecinan cambios.

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