El paradigma de la música en directo en lanueva normalidad guarda dos preocupaciones comunes: el aforo y eldistanciamiento social. El sector musical, en todos sus ámbitos, ha sido uno delos más azotados por la pandemia del COVID-19 debido al confinamiento y a lapertinente distancia de seguridad, con especial incidencia en la música endirecto. Por eso, las trabajadoras y los trabajadores de este gremio se las hantenido que ingeniar -y siguen haciéndolo- para continuar de la forma más dignaposible.
Hablamos de músicos, pero también detécnicas, son los de producción y las que organizan festivales, las personasque trabajan en una tienda de discos, regentan un bar musical o una sala deconciertos. ¿Para quién pincha un dj si no es para un público que baila? ¿Cómose sufragan los gastos de una sala de conciertos sin conciertos? ¿Es elstreaming la solución? ¿Cómo se monetiza? La cultura está viva y requiere depersonas que puedan vivirla para sobrevivir. Diario16 ha hablado condiferentes profesionales del sector musical para que nos acerquen su realidad ycómo se presenta el futuro próximo de la música con esta nueva normalidad.
Tali Carreto forma parte de laorganización del Monkey Week y es unode los promotores musicales que más puentes tiende entre el norte y el sur deEspaña, y más allá. Se declara en “constante adaptación” cuando le preguntanpor la situación actual, y es que, para él, “cada día es una sorpresa y hay másincertidumbres que certezas”. A pesar de que el temor siempre está ahí, laorganización del Monkey está intentando mantener las ediciones de sus dosfestivales, “sin necesidad de irse a 2021”. Para ello, Tali se muestraprudente: “Habrá que ver si ladesescalada se ha desarrollado sin problemas, y sobre todo ver cómo funciona lanueva normalidad, es decir, qué aforos se permitirán a los espectáculospúblicos, qué aforo podrán tener las salas (tanto Monkey Weekend como MonkeyWeek SON Estrella Galicia son festivales que ofrecen la mayor parte de suprogramación en salas), qué medidas de seguridad e higiene deberán aplicarse alos eventos y conciertos, etc”.
Mientras dure la espera se barajan variosplanes, cuenta Tali. “Un plan A, quesería celebrar el festival como hasta ahora, cosa harto improbable por no decirimposible. Un plan B, que contemplaría una versión reducida en aforos yespacios. E incluso un plan C… Pero realmente no podemos tomar decisión algunapor ahora, salvo la lógica intención de celebrarlo, aunque sea en un formatodistinto al habitual”, reconoce. Las revisiones de normativa se prevén para lospróximos 8 y 23 de julio, hasta entonces, el Monkey Weekend continúa con fechapor confirmar y el Monkey Week Son Estrella Galicia sigue previsto para los días18, 19, 20 y 21 de noviembre de 2020.
En términos económicos “los datos sondescorazonadores”, pues como adelanta Carreto, según la Asociación deFestivales de Música (FMA), “el circuito de festivales en nuestro paísgenera más de 45.000 puestos de trabajo directo a través de más de 6.500empresas”. Pero más allá, Tali invita a pensar “en lo que aporta un evento asía la comunidad y al entorno que lo acoge: hostelería, turismo y un largoetcétera”. En el caso concreto del Monkey Week considera que han tenido suerte,ya que “nuestro festival es en noviembre y no habíamos apenas realizado gastosprevios, al menos no considerables”, pero es consciente de que “muchos colegasde profesión no han tenido esa misma suerte”. Carreto lamenta que desde lasinstituciones “se sigue teniendo un concepto equivocado de la música en directoy no se contempla oficial cómo lo que es, una industria en toda regla”.
Tali precisa que “quizás,lo mejor de este momento tan difícil sea el poder conseguir que se apruebenmedidas que responden a demandas ya históricas en el sector. Como la tancomentada creación de una Ley de Mecenazgo, la agilización del pago de deudaspendientes con Administraciones (incluyendo subvenciones y contratos), lareducción del IVA tanto en precio de entradas como en contratacionesartísticas, la mayor facilidad en el uso de espacios públicos por iniciativasprivadas”. Por otro lado, considera que “hay medidas que tomar y que están enboca del sector en estos momentos, y que responden más al carácter de urgenciade la situación actual, como serían la declaración de causa de fuerza mayor enla suspensión de eventos, la flexibilización en los plazos de devolución deentradas, o el incremento presupuestario de apoyo al sector de Artes Escénicasy Música”.
Sobre las ayudaspresentadas por el Ministerio de Cultura, Tali no estima
que “resulten de especial ayuda al sector en el momento que vivimos”, ysostiene que “podrían haberse tomado medidas más apropiadas”, pero entiende ladificultad de tomar decisiones en situaciones tan delicadas e imprevistas. Aunasí, cree que “desgraciadamenteno contamos con un ministro que conozca a fondo el sector, y que además almenos empatice con el mismo”. En este sentido, recuerda la existencia de “unacara B de la industria musical muy dañada por esta crisis, que no son losrostros más visibles de artistas y promotores. Todos esos profesionales que sonla verdadera familia que cohabita en un festival y que lo llevan al plano realdesde una simple idea: site managers, stage managers, técnicos de sonido,etcétera”. Y añade: “Necesitamos gobernantes que empaticen con ellos y contodos nosotros, más allá de las cifras y datos que podamos aportar comoindustria”.
Pero no todo son quejas y pesadumbres. “Si algo tiene el sector cultural, no ya musical, y más aun si es independiente, es que conocemos y muy de cerca la precariedad. Así que tenemos más callo. Y además toda crisis agudiza el ingenio, y sí de algo podemos estar orgullosos en nuestra escena es que tiene una creatividad acojonante”, celebra Tali, que busca la cara A de esta situación. “Percibo que esta crisis está logrando que estemos más unidos que nunca en nuestro sector, y aunque dañados, también podemos salir reforzados. O al menos que lo estén nuestros lazos y que empecemos a tener conciencia de lobby, en un buen sentido. Si todos nos hacemos oír juntos, nuestra voz será más fuerte”, añade.
Llegó julio y trajo consigo la calor con una nueva normalidad sospechosa para muchos. A la espera de nuevas directrices en la normativa, Tali señala que “todo concierto es una experiencia inmersiva”, por tanto, “habrá que ver si vamos a tener tantas restricciones -aforo, seguridad, higiene… - que, aunque resulten lógicas y necesarias, no limiten demasiado la experiencia de la música en directo”. Para el promotor, “un concierto no se limita a ver a tal o cual artista en vivo, es también todo lo que te rodea. Desde un abrazo a un pogo”. Y concluye sincero: “Puedo aguantar un concierto a medio aforo, pero no sé si podré disfrutar de un concierto a media experiencia. Así que cuanto antes podamos volver a la normalidad, no a una nueva si no a nuestra normalidad, mejor. Mucho mejor”.