Decía el bueno de Bertolt Brecht que el arte no es un espejo para reflejar la realidad, es un martillo para darle forma. Pocas veces, deambulando por las salas, tengo la impresión de que el teatro sirva para algo. Muchas tardes me toca perder el tiempo en obras independientes que son como obras comerciales con la simple diferencia de que no tienen presupuesto, sin verbo y sin nada que decir, con la misma pretensión que un musical de Broadway pero sin producción.
Y a veces te encuentras con pequeñas joyas donde lo importante no es solo la función en sí sino el peso social y el poso de lo que se está hablando. Por supuesto el arte debe cuidar el continente y el contenido, y el teatro documento siempre debe tener mucho cuidado de no descuidar la estética para contar solo la noticia. En Aquí nunca pasa nada nos chocamos de bruces con el Caso Carioca, para los que no sepáis de qué se trata (como era mi caso) fue aquel caso de trata de blancas, prostitución y esclavitud sexual de mujeres y niñas emigrantes. Sinceramente, no me acordaba de aquello, quizá porque olvidamos tanto vómito social para no perder la cabeza. Moisés Mato, el director, creador de aquella corriente filosófica teatral del Teatro de la Escucha (cosa que tanta falta nos hace en este país, por cierto), vuelve a las andadas después de unos años de investigación entre papeleo legal de sentencias interminables, entrevistas a las víctimas y crónicas de prensa… lo mastica, lo muerde, y nos los traduce en forma teatral. Como ya se sabe en las películas buenas, esas que no se hacen en Hollywood, los pobres siempre pierden y aquí también pierden las pobres de los pobres: las mujeres, juezas incluidas.
Pero el espectador, al menos lo que escuché en las conversaciones, sale con ganas de victoria social.
El texto es formidable y nos lo hace sentir amable, sin mucha didáctica. Quizá un pero sean los oscuros con voces en off de los propios acusados, que podrían vestirse con algo más para que la desconexión no sea inevitable en estos tiempos de tiktok y ansiedad. Por lo demás, el público que estaba a mi lado estuvo hipnotizado toda la función.
Después, nada más que la verdad teatral: dos actrices, con el único peso de su actuación y su potencia, que es mucha y muy diferente. Olga Compte arremete con varios personajes alargando sus diferencias con una actuación soberbia, algo cargada a veces, pero que funciona a la perfección. De hecho, celebramos que haya vuelto a la actuación después de estos años dedicada a la pedagogía teatral. Su partenaire, Luisa Anaya, mantiene la tensión con una muestra física muy interesante, que quizá podría haber soltado aún más, y carga sobre sus hombros el peso de las mujeres emigrantes esclavizadas a las que retrata con fuerza y mucha credibilidad. Las dos están muy bien, son muy orgánicas, dúctiles, agarran perfectamente la temperatura del público y los vaivenes de la obra. No hay más sostén que ellas, lo saben y lo juegan a la perfección.
El respeto a la terrible historia de los terribles clubs gallegos es total y está a la altura de una propuesta teatral sin concesiones, que no busca redención. Luego, cual novela policíaca, nos encontraremos con un entramado donde los imputados serán absueltos y todo seguirá igual, desde el primer contacto con los funcionarios corruptos del aeropuerto hasta los oscuros proxenetas con muchas influencias. Un terror que convierte a las niñas y mujeres en veletas a disposición de los malos, representado por un paraguas que no protege. Los papeles y sentencias van desapareciendo en escena, con una trituradora que funciona como las cloacas del estado.
Al final, sales con unas incipientes ganas de ponerte a investigar sobre el Caso Carioca, cosa que hice durante toda la mañana siguiente, y con ganas de saber más sobre la jueza que llevó el caso.
Aquí nunca pasa Nada Ahora va a estar de gira por Madrid, Galicia, Canarias… una obra tan dura como necesaria. Os aconsejo ir a verla, disfrutar de las actuaciones, de un gran trabajo independiente y luego ver qué podemos podemos hacer para que el martillo que da forma a la realidad siga golpeando como decía el bueno de Brecht.
- Título: Aquí Nunca pasa Nada
- Dirección y texto: Moisés Mato
- Reparto: Olga Compte y Luisa Anaya
- Compañía: Teatro Sin Papeles