La alegría de ser de un equipo… y no porque gana

19 de Mayo de 2025
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La alegría de ser de un equipo… y no porque gana

El sábado por la tarde se produjo uno de esos acontecimientos que tienen una significado especial para miles de personas, un club modesto del fútbol inglés, de una barriada al sur de Londres, consiguió ganar su primer título mayor en toda su historia. El Crystal Palace había conseguido llegar a la final de la FA Cup en dos ocasiones anteriores pero salió derrotado en ambas. En esta ocasión la Fortuna se puso de su lado y lograron alzar el título copero, con el derecho a participar en las competiciones europeas el próximo año, llenando a su afición de una alegría inconmensurable.

Aficionados con más de 70 años de edad, aficionados de los Eagles desde pequeños, podrán decir desde este momento que han visto ganar a su equipo un título. Una simple victoria ha significado para estos miles de aficionados un cambio en sus vidas de aficionados al fútbol. Aficionados como Elliot Steel que acudió, como siempre suele hacer, a ver a su equipo junto a su padre y que salió lágrimas en la cara, abrazado a su progenitor, pero lágrimas de alegría. Como alegre y eufórico salió Yichen Peter Zheng que pudo disfrutar junto a sus amigos y aficionados del Crystal venidos desde China para disfrutar junto a él. O como los hijos de Mark, famosos por una imagen de hace años llorando junto a su padre por una derrota contra el Manchester United y que ayer no sólo se abrazaron por la victoria sino por el recuerdo de su padre, recientemente fallecido con 49 años por un cáncer, cuyo hecho fue recordado por los aficionados en el tifo previo al comienzo del partido.

También fue único e increíble para Joe Ward, trece años jugando en el Crystal Palace, y que consiguió su primer título. Como afirmó Will Hughes —el muy rubio y blanquecino centrocampista, que destaca entre los muy negros o morenos compañeros—: «Para un jugador como yo, quien probablemente no vuelva a ganar trofeos en su carrera, es complicado expresar lo que siento. Me llevará algún tiempo asimilar ser parte del primer equipo de los Eagles en ganar la FA Cup». Lo mismo pueden sentir todos esos aficionados de equipos que no suelen estar en la pomada de los títulos y que son su único equipo. Sí, aunque parezca extraño para un español, hay gente que es de equipos que no suelen ganar algo y sólo de esos equipos.

En España, por desgracia, se extiende cada vez más la doble pertenencia. Se es del equipo de la ciudad o pueblo y de otro «porque gana». Es la necesidad de ser alguien por un momento antes que pertenecer a algo. Especialmente si los medios de comunicación fomentan constantemente que si no se gana se es un perdedor, pese a las diferencias de presupuesto y apoyo oficial. Es la lógica del capitalismo y el protestantismo donde sólo los vencedores son dignos y elegidos. De ahí que sea normal ser del Granada y el Real Madrid; del Coruña y el Barça; del Málaga y del Madrid; del Toledo y el Madrid; del Valladolid y el Madrid; y así hasta copar casi las aficiones del fútbol profesional. Algo que se extiende por toda Hispanoamérica, con gentes que para ganar y salir de su miseria material y personal se hacen de un equipo que gana y es famoso.

Tan sólo quedan en pie, con una afición plenamente de su equipo, el Atlético de Madrid —con el añadido de luchar contra el mal en su terreno—, el Athletic de Bilbao, el Valencia, el Osasuna y el Sevilla. El resto de equipos tienen aficiones duales en su mayoría. Y todos ellos luchando contra el imperialismo de La Liga donde sólo pueden vencer dos y todo se resume en lo que hagan esos dos. Tienen a su favor al gobierno, a la federación y a la patronal y el sindicato del fútbol. Un duopolio que es extraño allende las fronteras. Cierto que en Inglaterra casi los títulos caen en la mochila del big six, pero son seis. En otras ligas las victorias son monocordes (Francia y Alemania). En otras hay algo más de apertura, como en Italia con no más de cinco equipos con posibilidades o Portugal con tres. Sin embargo, en todas ellas los aficionados son de sus equipos y sólo sus equipos ganen o no.

La alegría de los Eagles también ha sido la alegría de millones de aficionados del mundo que no tienen dos equipos sino sólo el suyo y sin ganar siempre. Los llantos de los aficionados del Crystal Palace han emocionado a todos aquellos que no siempre ganan, que se ven sometidos por el poder del dinero, la política o ambas. «Son de los nuestros» han pensado millones de aficionados al fútbol —se excluyen los que se alegran porque Pep Guardiola ha perdido—. Y sí son de los nuestros.

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