Cualquiera que esté familiarizado con el argot taurino sabe que la frase “arreón de manso” significa salir arramplando con todo pese a las querencias propias del ser. En el caso de Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo sus querencias propias son no gastar/invertir demasiado en el Atlético de Madrid —total, se hicieron con el equipo sin poner un euro y añadieron una ampliación de capital tramposa— y esperar que el Cholo Simeone les cuadre lo deportivo. Esa es su querencia, mansa, y a ella llevan aferrándose desde hace tiempo. Las que entran por las que salen y a ser posible que entren más de las que se van. O lo que es lo mismo gastar menos de lo que se ingresa por venta de jugadores.
A mediados de marzo seguían con ese pensamiento, pese a los malos resultados. Quitarse de encima a todos los que suponían un gasto excesivo, salvo dos, y esperar a ver si caía algún descarte del Chelsea, de la Juve o del Real Madrid sin tener que gastar mucho. Y si conseguían colocar a dos o tres por un buen dinero, mejor que mejor. Pero según pasaban las jornadas los resultados sí iban por el buen camino, se conseguía clasificarse para el Mundialito de la FIFA, se estaba cerca de quedar cuartos y se conseguían cerrar los fichajes de personas expertas en el sector comercial, todo con vistas a la venta de la Sociedad en tres años. De ahí que pusieran más emoción en presentar la Ciudad Deportiva y demás complejo comercial que en la planificación de la temporada.
Sin embargo, el runrún del Metropolitano y de los medios de comunicación, incluidos esos mismos que han compartido barbacoas en Valdeolivas y siempre genuflexan ante Gil, escamaba al mandamás rojiblanco, a lo que añadir que sus socios financieros Quantum Pacific y Ares no estaban viendo claro, hizo cambiar el pensamiento de Gil. Para Gil y Cerezo cualquier venta ya es un beneficio que se multiplicará por millones, pero para los fondos de inversión que sí han puesto dinero no está claro. Esperan un gran retorno de su inversión tal y como prometieron y con un equipo que daba pena, especialmente fuera de casa, porque los jugadores se arrastraban en la mayoría de partidos, apretaron al dúo prescrito. Incluso hubo amenazas de abandonar la inversión.
Todo esto hizo palidecer a Gil, a Cerezo menos porque está a otras cosas, y hubio de cambiar la querencia por el arreón de manso que está pegando en estos momentos. El problema, más allá de que Carlos Bucero haya logrado hacer un poco de limpia de corrales, es que Andrea Berta no está acostumbrado a ese ritmo e intensidad en los fichajes. De hecho se cuenta que se tomó una semana de vacaciones en junio. Y claro pasa lo que pasa, que se está llegando tarde y mal a cerrar las operaciones. En el primer partido amistoso no se pudo completar ni un once con jugadores del primer equipo y fue más un muestrario de jóvenes promesas. Como, además, hubo el típico árbitro que quiere hacerse famoso arbitrando al Atleti, hasta le partieron la cara a Azpilicueta.
Después de que la operación Dovbyk se cayera —que no se vuelva a mencionar, ni retomar porque el jugador ya ha quedado marcado por la afición— Gil metió un arreón y anunció que ya estaba fichado Le Normand pero que se oficializará cuando vuelva de vacaciones. Esto no ha calmado a los aficionados que no creen nada de lo que se pueda estar haciendo. Las redes sociales están llenas de mensajes esperando que se fiche al rodillas raras o al que toque de deudas con Jorge Mendes. Los insiders y algunos amanuenses comienzan a lanzar nombres y nadie se cree que se vayan a gastar las perras.
El arreón, como sucede en las faenas taurinas, puede ser muy vistoso pero se sabe que el toro acaba acunado en tablas y este es el mayor temor de los rojiblancos. Sabiendo cómo ha actuado Gil en el pasado no creen que vaya a invertir en los cinco o seis jugadores, de calidad para ser titulares, que se necesitan. Gil infló el globo previo al mercado de fichajes y ahora parece que se ha pinchado y todo ha sido un derrote para aparentar lo que no se es. Quienes están en el meollo de la información rojiblanca de verdad dicen que sí se harán la mayoría de operaciones, los demás ven que se mansea demasiado. ¿Logrará el diestro encauzar a la bestia? Eso es lo que esperan los que han puesto el dinero… otra vez en la ampliación de capital.