Más allá del maravilloso resultado futbolístico, de los goles de Yamal y Dani Olmo para neutralizar por completo el que había metido Francia en el minuto 8, hay que reconocer que para cualquier español -incluso si no es seguidor del fútbol- es muy placentero ver cómo nuestra selección hace morder el polvo al vecino.
Francia tiene la cultura, Francia tiene una administración que nos ha servido de ejemplo y que hemos copiado por todos los sitios, Francia no deja pasar nuestros camiones, Francia.... Bueno, pues eso, que estamos muy hasta las narices de Francia en muchos aspectos, incluso si la admiramos.
Pero ganarla, en cualquier actividad, y muy especialmente en el fútbol, es un regalo, un lenitivo.
España está en la final y se ha llevado por delante a Alemania y Francia, esos dos países que tanto nos tocan las narices desde que estamos dentro de la comunidad Europea.
Europa, que no hace más que hablar de guerra a ver si consigue quitar a los países el control de su propio ejército, pero a nosotros nos basta con esta guerra a balonazos. Y con haberlos vencido: a los unos y a los otros, a los germanos y a los gabachos.
Como decía el viejo Unamuno: habría que españolizar Europa, y no al contrario.
Tigre Tigre